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martes, 31 de marzo de 2009

Los kamikazes, la furia del Emperador (primera parte)

Teniendo en cuenta la notable diferencia que existía, en orden al potencial bélico, entre el Japón y los Aliados en los últimos años de la guerra en el Pacifico, para los japoneses ya estaba completamente claro que deberían de afrontar una gravísima crisis, a menos que de una manera u otra lograran hacer intervenir elementos que fueran capaces, por si solos, de cambiar radicalmente la situación. Así, pues, era muy natural que, en semejante circunstancias, los combatientes nipones estuvieran dispuestos a sacrificar sus vidas por el emperador y por la patria. Su patriotismo tenia su origen en la convicción, profundamente arraigada en el animo de todos estos hombres, de que la nación, la sociedad e incluso el universo entero se identificaban en la persona del emperador y por esta causa, en resumidas palabras, la lealtad, estaban decididos a sacrificar sus vidas. Por lo que respecta a la fundamental cuestión de la vida y de la muerte, la base espiritual de todos los japoneses esta constituida por una absoluta obediencia a la autoridad indiscutible del soberano, incluso, como ya se ha dicho, a costa de la propia vida. El credo de los kamikazes derivaba, en cierto modo, del Bushido, el código de conducta del guerrero japonés, basado en el espiritualismo propio del budismo que revela una especial insistencia en el valor o en la conciencia del hombre. Otro de los más ardientes deseos de los japoneses era conseguir una muerte henchida de un profundo significado, en el momento justo y en el puesto que les correspondía, y no suscitar con su conducta la pública censura. Cuando se analiza el comportamiento de los kamikaze hay que tener muy presente que ellos juzgaban aquellas misiones de ataque única y exclusivamente como una parte mas de su obligación, y que no consideraban este deber como algo extraordinario ni fuera de los normal. Se apasionaban de tal manera ante el problema de cómo alcanzar con excito los buques señalados como objetivo que acababan por dar poca o ninguna importancia a su destino. A nivel de conciencia o de inconciencia tenían la sensación precisa y profunda de conquistar la vida a través de la muerte y se comportaban y obraban de acuerdo con este principio. Se ha hecho referencia a la inconciencia de estos guerreros, precisamente para dar a entender que aquellos hombres ni siquiera eran concientes de los sentimientos descriptos: estaban tan profundamente dominados por el sentimiento de amor hacia la patria, cultivado en la historia y en la tradición de su país, que no podían experimentar otras sensaciones (¿que seria de nuestra patria, si tuviéramos nosotros tan solo un poco de ese patriotismo desinteresado de los nipones?). El ataque kamikaze tenia, ante todo, un significado espiritual, cualquier piloto dotado de una normal habilidad estaba capacitado para llevar a cabo su misión de manera adecuada. Por ello no existía un método especial de adiestramiento, excepto el que consistía en hacer particular hincapié, ante los pilotos, sobre determinados factores que ya habían revelado tener una cierta importancia, en el curso de anteriores experiencias, en todos estos ataques especiales. Sin embargo, puesto que los pilotos elegidos para estas misiones habían recibido una preparación un tanto limitada y tenían escasa experiencia de vuelo, los japoneses se ocupaban de someterlos a un curso de adiestramiento intensivo, con el fin de ponerles en situación de aprender, en un tiempo mínimo, los elementos fundamentales del ataque kamikaze. Por ejemplo, el programa que debían seguir los pilotos con base en Formosa se dividían en breves y diversas fases: en primer lugar, el adiestramiento de los nuevos pilotos kamikaze tenía una duración de siete días, dedicando las dos primeras jornadas únicamente al ejercicio de despegue. Este tipo de ejercicio cubría el período de tiempo que iba desde el momento en que se impartía la orden para una misión hasta el momento en que los aparatos quedaban situados en formación de vuelo. Los dos días siguientes se dedicaban al vuelo en formación, mientras al mismo tiempo proseguían las prácticas de despegue. Los últimos tres días estaban dedicados, de manera especial, al estudio teórico y a los ejercicios prácticos de aproximación al objetivo y al ataque; entre tanto, continuaban también los ejercicios de despegue y de vuelo en formación. Si se disponía de tiempo, se repetía el programa completo una segunda vez.

lunes, 30 de marzo de 2009

La victoria de Tannenberg, Alemania frena la avalancha rusa

El plan de acción alemán de 1914 residía en la ejecución de un esfuerzo masivo para conquistar Francia antes de que Rusia pudiese movilizar sus colosales recursos humanos. De acuerdo con ello, la parte del león de los ejércitos alemanes cayo sobre Bélgica y Francia al tiempo que unas fuerzas muy inferiores hubieron de hacer frente a la avalancha rusa, enviada a invadir Prusia Oriental. Sin embargo, los comandantes rusos estaban divididos, y un oficial de estado mayor alemán, Max von Hoffman, concibió un plan que dio a Alemania una victoria resonante. Tras la adopción en 1905 del plan Schlieffen, el objetivo principal y prioritario de la planificación alemana fue la victoria sobre Francia: maniobras defensivas en el Frente Oriental y ofensivas en el oeste, para transferir más tarde las fuerzas del oeste al este tras la rápida victoria sobre Francia.
Prusia Oriental estaba defendida por el 8º Ejercito, con cuatro cuerpos de ejercito (I, XVII, X y un cuerpo de ejercito de la reserva), una división de la reserva, numerosas brigadas territoriales (Landwehr) y una división de caballería. Al mando del 8º Ejército se encontraba el general alemán von Prittwitz, que tenia al general Graf von Waldersee como jefe de estado mayor. Otras unidades territoriales se encontraban desplazadas en la guarnición de Königsberg y en las fortalezas del Vistula. El 7 de agosto el jefe de estado mayor alemán, general de ejercito Helmuth von Moltke, de acuerdo con el plan Schlieffen, ordeno a Prittwitz que de cualquier forma evitara quedar cercado, incluso, si era necesario, a costa de tener que retirarse tras el Vistula, pero el subjefe de operaciones de Prittwitz, coronel Max von Hoffman, hubiera preferido una maniobra ofensiva, como había sugerido en su momento el mismo Schlieffen: “lanzad todo aquello que tengáis contra el primer ejercito ruso que se ponga a tiro”. El frente noroccidental ruso (grupo de ejércitos) mandados por el general Zhilinsky, que debería atacar Prusia Oriental, estaba compuesto por el 2º Ejercito, con el mando destacado en Varsovia, y por el 1º Ejercito de Kovno, mandados por los generales Samsonov y Rennenkampf, respectivamente, cuya reciproca animosidad personal les impedía toda forma de cooperación. Rennenkampf debería marchar sobre Königsberg a través del umbral de Insterburg, rodear la fortaleza y girar hacia el sur para apoyar el avance de Samsonov hacia el norte, aunque en realidad ellos solo disponían de seis divisiones y media de infantería y cinco divisiones y media de caballería, a las que mas tarde se asignaron dos divisiones mas del 2º Ejercito. Samsonov contaba con nueve divisiones de infantería y tres de caballería (excluidas las dos divisiones transferidas a Rennenkampf) y su ejército debería avanzar en Prusia Oriental a través de Soldau y Johannisburg hacia Allenstein y el Vistula, pero este había sido movilizado y reunido a notable distancia de la frontera. El 23 de agosto los dos ejércitos deberían estar listos para atravesarla.
El 14 de agosto los franceses realizaron un llamamiento a Rusia en demanda de ayuda inmediata y, en consecuencia, el 1º Ejército ruso pasó la frontera con Alemania; no obstante, Samsonov no pudo atravesarla hasta el 21 de agosto. El I Cuerpo de Ejercito alemán estaba desplegado en torno a Cumbinnen, con el XVII Cuerpo del Ejército y el I Cuerpo de Ejercito de la reserva en sus proximidades; la vigilancia de la frontera meridional se confió solo al XX Cuerpo y a las unidades territoriales. El I Cuerpo debería retirarse, atrayendo a los rusos hacia una trampa con el objeto de cercarlos, pero el 17 de agosto, sin recibir ordenes en ese sentido, el general von Francois, comandante del I Cuerpo, hizo que sus unidades avanzaran hasta la frontera, con lo que barrio a los rusos que marchaban, a su vez, por las cercanías de la ciudad fronteriza de Stalluponen; inseguro sobre las posiciones de los rusos, von Francois se retiro posteriormente a Gumbinnen. Por su parte, Rennenkampf ni siquiera intento seguirlo y el 20 de agosto se encontró frente a las posiciones alemanas de Gumbinnen. En este punto, fue detenido un ataque frontal del XVII (von Mackensen) Cuerpo del Ejercito y del I Cuerpo de la Reserva (von Below). El mismo día, Samsonov atraveso la frontera y von Prittwitz, a sugerencia de von Waldersee (que era un experto en “juegos de guerra” –Kriegspieler- y habia combatido numerosas veces esa batalla en el mapa), envió a Moltke una evaluación pesimista de la situación y propuso la retirada sobre el Vistula. Poco después, por su parte, von Hoffman presento a su comandante un nuevo plan preferido por el desde el principio: un rápido cambio de dirección capaz de infligir un golpe decisivo a Samsonov. Prittwitz aprobó el plan y abandono, al menos en apariencia, toda intencion de retirarse. De cualquier forma Berlín no estaba al corriente de estos hechos. Von Moltke tenia miedo de perder Prusia Oriental a pesar de que en el plan Schlieffen original no cabía esta posibilidad y adopto dos decisiones de vital interés: ordeno la retirada de cinco divisiones (cuatro de infantería y una de caballería) del ala derecha alemana a lo largo del Marne, en Francia, con lo que debilito notablemente el ala alemana que avanzaba en dirección a Paris; destituyo a von Prittwitz y a von Waldersee, y los sustituyo por el general Paul von Beckendorf und von Hindenburg y por el general de división Erich Ludendorff, dos hombres que mas tarde se convertirían, por sus meritos en la batalla, en los jefes del ejercito y de la nación alemana. Entretanto, Samsonov avanzaba a marchas forzadas hacia el norte y el 25 de agosto sus cinco cuerpos de ejército se encontraban desplegados en un frente de 100km, a solo 15km de distancia de Allenstein. De cualquier modo, los alemanes habían contado con su excelente red ferroviaria para emplazar, entre el 21 y el 25 de agosto, las fuerzas situadas frente a Rennenkampf, a excepción de algunas divisiones territoriales y de la 1ª División de caballería con la intención de atacar a Samsonov por el sur. El XX Cuerpo de Ejército y la 3ª División de la Reserva se habían retirado en este intervalo frente a las líneas de Samsonov y se encontraban al sur de Allenstein. El I Cuerpo de Ejercito se situó en el ala derecha de la línea alemana, mientras que el XVII Cuerpo de Ejercito y el I Cuerpo de la Reserva, que habían llegado por ferrocarril, se colocaron en el ala izquierda.
Samsonov continúo su ingenuo avance. Los alemanes comenzaron su acción de cerco: el 26 de agosto, von Francois conquisto la ciudad de Seeben, a la izquierda de las líneas rusas; al nordeste de Allenstein, el XVII Cuerpo y el I de Reserva derrotaron al VI Cuerpo ruso, luego de una feroz batalla; el 27 de agosto von Francois el ala izquierda rusa y conquisto Neidenburg, con lo que el cerco quedaba cerrado. Los tres cuerpos de ejército rusos (el XIII, el XV y el XXIII) que se encontraban en el centro de las líneas quedaron cercados el 29 de agosto. El 30 de agosto Samsonov ordeno un ataque de ruptura hacia el sur y consiguió conquistar y mantener durante un breve tiempo Leidenburg, pero el cerco alemán permaneció firme y la bolsa rusa no resistió: cuando von Hindenburg pudo anunciar la aniquilación de los tres cuerpos de ejército rusos en Tannenberg, Samsonov se suicido. Von Hindenburg y Luddendorff se volvieron entonces contra Rennenkampf y la batalla de los lagos Masurianos fue una gran victoria alemana, a pesar de que los rusos lograron evitar el cerco.
El 14 de septiembre el 1er Ejército ruso ya se había retirado fuera de la frontera alemana.

domingo, 29 de marzo de 2009

Felipe Varela, el último gran caudillo federal

El 9 de noviembre de 1866 se produce en Mendoza la “revolución de los colorados”, cuyo jefe político es el Dr. Carlos Juan Rodríguez, y cuyo jefe militar es Juan de Dios Videla. El contingente que debía ir a cumplir servicio en la guerra contra el Paraguay, se subleva uniéndose a los revolucionarios. El gobernador es derrocado y en su reemplazo asume Rodríguez, amigo del caudillo catamarqueño Felipe Varela. Inmediatamente la insurrección se extiende a San Juan, donde toma el poder Felipe Saa. Poco después es derrotado Paunero por los federales al mando de Francisco Álvarez en San Luís. Todo Cuyo (la región del Cuyo la comprenden las Pcias de San Juan, San Luís y Mendoza), estarán pronto en manos de la montonera, cuyo emblema es la divisa punzo. Pocos días mas tarde, Felipe Varela cruza la cordillera. “…Todo estimulo poderosamente al patriotismo argentino, que ya estallaba estrepitosamente en Mendoza el 9 de noviembre de 1866”, dirá el propio Varela. Los pueblos se conmovían, se agitaban tumultuosa pero sordamente, llorando su libertad perdida y dispuestos a hacer un esfuerzo para reconquistarla. El General Mitre, entre tanto, redoblaba su presión y su energía, infundiendo el terror y el pánico donde quiera, lanceando por centenares a ciudadanos pacíficos y cometiendo toda clase de excesos en las personas de aquellos que creía no partidarios de su política. Entonces, llevado del amor a mi patria y a los grandes intereses de la América, amenazada por la corona de España, creí un deber mío como soldado de la libertad, unir mis esfuerzos a los de mis compatriotas, invitándolos a empuñar la espada para combatir al tirano que así jugaba con nuestros derechos y nuestras instituciones, desertando sus deberes de hombre honrado y burlando la voluntad de la Nación. Y en efecto así lo hice, lanzando a los pueblos argentinos, desde la cumbre de la cordillera de los Andes, el 6 de diciembre de 1866, la siguiente invitación: “PROCLAMA”

“¡Argentinos! El hermoso y brillante pabellón que San Martín, Alvear y Urquiza llevaron altivamente en 100 combates, haciéndolo tremolar con toda gloria en las tres más grandes epopeyas que nuestra patria atravesó incólume, ha sido vilmente enlodado por el General Mitre, gobernador de Buenos Aires.
La mas bella y perfecta Carta Constitucional democrática, republicana, federal, que los valientes entrerrianos dieron a costa de su sangre preciosa, venciendo en caseros al centralismo odioso de los espurios hijos de la culta Buenos Aires, ha sido violada y mutilada desde el año 61 hasta hoy, por Mitre y su circulo de esbirros. El Pabellón de Mayo, que radiante de gloria flameo victorioso desde los Andes hasta Ayacucho y que en la desgraciada jornada de Pavón cayo fatalmente en las ineptas y febrinas manos del caudillo Mitre –orgullosa autonomía política del partido rebelde-, ha sido cobardemente arrastrado por los fangales de Estero-Bellaco, Tuyuti, Curuzo y Curupayti. Nuestra nación, tan feliz en antecedentes, tan grande en poder, tan rica en porvenir, tan engalanada en glorias, ha sido humillada como una esclava, quedando empeñada en mas de 100.000.000 de pesos fuertes y comprometido su alto nombre a la vez que sus grandes destinos por el bárbaro capricho de aquel mismo porteño que, después de la derrota de Cepeda, lagrimando juro respetarla. COMPATRIOTAS: desde que Aquel (se refiere a Mitre) usurpo el gobierno de la Nación, el monopolio de los tesoros públicos y la absorción de las rentas provinciales vinieron a ser el patrimonio de los porteños, condenando al provinciano a cederles hasta el pan que reservara para sus hijos. Ser porteño es ser ciudadano exclusivista; y ser provinciano es ser mendigo sin patria, sin libertad, sin derechos. Esta es la política del gobierno de Mitre. Tal es el odio que aquellos fratricidas tienen a los provincianos que muchos de nuestros pueblos han sido desolados, saqueados y guillotinados por los aleves puñales de los degolladores de oficio, Sarmiento, Sandes, Paunero, Campos, Irrazabal y otros varios oficiales dignos de Mitre.
Empero, basta de victimas inmoladas al capricho de mandones sin ley, sin corazón y sin conciencia.
Cincuenta mil victimas hermanas, sacrificadas sin causa justificable, dan testimonio flagrante de la triste e insoportable situación que atravesamos y que es tiempo ya de contener. ¡VALIENTES ENTRERIANOS!
Vuestros hermanos de causa en las demás provincias os saludan en marcha al campo de la gloria, donde os esperan. Vuestro ilustre jefe y compañero de armas, al el magnánimo Capitan General Urquiza, os acompañara y bajo sus ordenes venceremos todos, una vez mas, a los enemigos de la causa nacional. A el y a vosotros obliga concluir la grande obra que principiasteis en Caseros, de cuya memorable jornada surgió nuestra redención política consignada en las paginas de nuestra hermosa constitución, que en aquel campo de honor escribisteis con vuestra sangre.
¡ARGENTINOS TODOS! Llego el día de mejor porvenir para la patria. A vosotros cumple ahora el noble esfuerzo de levantar del suelo ensangrentado el pabellón de Belgrano para enarbolarlo gloriosamente sobre las cabezas de nuestros liberticidas enemigos. COMPATRIOTAS: ¡A LAS ARMAS!... Es el grito que se arranca del corazón de todos los buenos argentinos.
¡Abajo los infractores de la ley!. ¡Abajo los traidores de la patria! ¡Abajo los mercaderes de Cruces en la Uruguayana, a precio de oro de lágrimas y de sangre argentina y oriental!
¡Atrás los usurpadores de las rentas y derechos de las provincias en beneficio de un pueblo vano, déspota e indolente! ¡SOLDADOS FEDERALES! Nuestro programa es la práctica estricta de la constitución jurada, el orden común, la paz y la amistad con el Paraguay y la unión con las demás Republicas Americanas. ¡Ay de aquel que infrinja este programa!
¡COMPATRIOTAS NACIONALISTAS! El campo de la lid nos mostrara al enemigo; haya os invitan a recoger los laureles del triunfo o la muerte, vuestro jefe y amigo.

FELIPE VARELA”
“Campamento en marcha, diciembre 6 de 1866”

sábado, 28 de marzo de 2009

Walter Rubensdörffer, el halcón suizo

Cuando se estaba acabando la famosa batalla de Francia, durante la Segunda Guerra Mundial, la Luftwaffe creó una unidad especial, la Erprobungesgruppe 210, con el fin de ir poniendo en servicio los Messerschmitt Me.210, caza-bombarderos cuyos prototipos se ensayaban. Cuando se supo que los Me.210 todavía tardarían bastantes meses en estar a punto, la nueva unidad comenzó a operar con Messerschmitt Bf.110 y con Bf.109. A la fuerza recién creada se le dio tanta importancia que a ella se destinaron algunos de los mejores pilotos de la Luftwaffe. El mando fue confiado a un veterano de la guerra civil española, el piloto de origen suizo Walter Rubensdörffer. Rubensdörffer había nacido en Basilea el 1 de agosto de 1910 y había servido durante varios años en la Luftwaffe anterior a la guerra. Era un gran defensor de la táctica de bombardeo o en picado como apoyo a los combates que se libraban en tierra. Sus argumentos a favor de esa modalidad de bombardeo habían encontrado una buena acogida ya en la Legión Cóndor. Diez días después de recibir el mando del Erprobungsgruppe 210, Rubensdörffer declaro que su unidad estaba lista para combatir. El 10 de julio de 1940 llevó a cabo el primer ataque con diez Bf. 110, desde la base de St. Omer, contra objetivos del área de Harwich. El mes que siguió a esta primera salida estuvo lleno de actividad para la unidad del suizo Rubensdörffer, pues dirigió su unidad en 28 salidas contra objetivos situados en el sur de Inglaterra o contra embarcaciones costeras. Por regla general tales objetivos eran considerados como demasiado bien difíciles o como excesivamente difíciles de alcanzar por las unidades normales de la Luftwaffe, de ahí que el grupo de Rubensdörffer adquiriera con rapidez fama de unidad excepcional. Una de las operaciones más espectaculares del Erprobungsgruppe 210 fueron los ataques que su jefe hizo dirigir contra la cadena de radares del sureste inglés, durante los que se golpeó duramente Dover, Rye, Pevensey y Dunkirk, en el norte de Kent, sin sufrir ni una sola pérdida. El 15 de agosto, durante el famoso “martes negro”, Rubensdörffer dirigió por la mañana por los ataques contra Martlesham y Manstom, donde estaban situados dos importantes aeropuertos; por la tarde se le ordenó atacar la base de cazas de la RAF de Kenley. Debía reunirse con una escolta de Bf. 110 en ruta, pero por un error no llegó al encuentro. De todos modos, al ver un aeropuerto al sur de Londres, atacó. Desgraciadamente era Croydon y no Kenley y en aquellos momentos despegaba de Croydon el escuadrón 111 que mandaba John Thompson. Dejando caer sus bombas, los pilotos de Rubensdörffer intentaron desesperadamente volver a la seguridad de las nubes, pero los Hurricanes ingleses consiguieron diezmar la formación alemana. En unos pocos minutos cayeron los aparatos de varios mandos destacados. El mismo Thompson atacó el Messerschmitt de Rubensdörffer, quien sostuvo una larga y angustiosa lucha para poder mantener en el aire su avión. Pero a pesar de sus esfuerzos se estrelló cerca de Mayfield y tanto él como su artillero murieron entre llamas.

jueves, 26 de marzo de 2009

Los comandos, la elite guerrera (parte final)

El cuchillo es inseparable compañero para los comandos; los miembros de las fuerzas especiales reciben con él un exhaustivo entrenamiento, es el arma con que podrán llevar a cabo misiones en las que las armas de fuego, aún con silenciador, no podrían emplearse.
Entre los más famosos se encuentra el cuchillo de los comandos británicos empleados en la Segunda Guerra Mundial; el U Mc Ka-Bar, de la infantería de marina USA; el Gerber mark II y mark I utilizados por las fuerzas especiales USA y la mayor parte de los soldados de fortuna de todo el mundo.
Actualmente muchos de los comandos utilizaban también el llamado cuchillo de bota, como el Gerber mark I, más pequeño y escamotable, el último recurso como algunos lo llaman.
Pese a que el lugar donde tradicionalmente se ubica el cuchillo es colgando del cinturón, muchos prefieren sujetar la funda invertida en la trincha (correaje) en el pecho para lograr una más rápida disponibilidad. El cuchillo debe ajustarse firmemente en su vaina a fin d evitar posibles ruidos, que podrán resultar fatales en una determinada situación y para no perderlo por muy violentos que sean los movimientos de quien lo porta, independientemente que su funda incorpore una correílla o cinta de seguridad que abrace el mango. Se observa recientemente en los cuchillos militares la intención de hacerlos “multiuso”, tendiendo en lo que se ha dado en llamar de “supervivencia”, es decir, dotándoles de elementos como sierra en el lomo de su hoja, abrebotellas en la guarda e incluso realizando en mango hueco para llevar en él algo que en un determinado momento puede ser muy útil, como anzuelos, hilo de nylon, fósforos, etc., en algunos se ha dispuesto en su vaina, rígida por supuesto, una pieza en la que se encaja la hoja del cuchillo y con el que se consigue un eficaz corta alambres. Las vainas de todos estos cuchillos poseen unos cordones o correas para sujetarla a la pierna. Otra arma que ha sido y es usada por los comandos es la ballesta. Su principal ventaja: el silencio. Dado que los modernos modelos, construidos con materiales ligeros pero muy resistentes, desmontables para facilitar su transporte y dotados de mecanismos para su carga, son capaces de lograr una potencia superior a los 100 kilos y que pueden dotarse de miras telescópicas, hacen de esta arma del medioevo un elemento eficaz y mortífero, independientemente que con ella se emplee virotes (flechas) tradicionales o hasta explosivos. Si se daba por sentado que el factor sorpresa era fundamental en las acciones del comando, lógico es que muchas de estas acciones se lleven a cabo durante la noche y en esta situación los sistemas de visión optrónicos representan una inestimable ayuda.
El sistema de rayos infrarrojos apenas si se usa actualmente en ningún tipo de país, está anticuado y ha sido ampliamente superado. Su funcionamiento precisa de un emisor-proyector de rayos infrarrojos, rayos que el ojo humano no puede percibir; asimismo necesita un receptor capaz de captarlos, su principal inconveniente radica en que con disponer solamente de un visor el enemigo puede descubrir a quien lo está utilizando, otro grave inconveniente es lo voluminoso y pesado del equipo que lo hace funcionar.
Actualmente los identificadores de visión o intensificadores luminosos cumplen este cometido. Gracias a los avances de la técnica y la electrónica, estos complejos son capaces de aumentar en miles de veces la intensidad lumínica, con un menor peso, mayor alcance y duración de funcionamiento que sus predecesores. Si para pasar inadvertidos la noche es importante, el silencio es fundamental, el uso de silenciadores ha sido ampliado por los comandos. Si bien no existe el silenciador absoluto, estos elementos consiguen amortiguar notablemente el estampido de los disparos. Se podría decir que la misión del silenciador es similar a la del tubo de escape de un coche, principalmente retiene los gases que salen al exterior al producirse el disparo, éste al efectuarse genera dos sonidos aunque sólo se aprecia uno. En primer lugar el proyectil, al romper la barrera del sonido, emite uno de ellos y el segundo se produce al chocar los gases con el aire. La eficacia de los silenciadores aumenta sensiblemente al emplear municiones subsónicas. Existen multitud de tipos de silenciadores y su construcción, tamaño e instalación, está en función del arma en la que se va a emplear y la munición que utiliza. Sería una interminable lista la que debería redactarse en relación a las armas de las fuerzas especiales que todo el mundo utiliza o ha utilizado.
Sin embargo, desde que los comandos británicos en la Segunda Guerra Mundial popularizan esta denominación y sus peculiares tácticas algunas armas han sido características de estas unidades. Por ejemplo el subfusil Sten, aunque los propios británicos prefirieron en muchas ocasiones el americano Thompson, pese a ser más pesado y voluminoso pues era más fiable y la munición que utilizaba, el 45 ACP, le hacia indudablemente mas eficaz. Los norteamericanos emplearon, además del Thompson, el subfusil posterior a él, el M-3, llamado popularmente Grease Gun, dotado en muchas ocasiones de silenciador y carabina M-1 con culatines plegables para reducir su tamaño (M-1 A-1) y cargadores de mayor capacidad como el modelo T-3 que disponía también de visor infrarrojo. Posteriormente, ya en la guerra de Vietnam, las fuerzas especiales utilizaron el Ingram modelo 10, un arma extraordinariamente compacta y pequeña, tan solo 26,7 centímetros de longitud con menos de tres kilos de peso y con la munición que se ha demostrado preferida por los norteamericanos, el 45 Auto. Casi del tamaño de una pistola, con cargadores para 30 cartuchos y una cadencia de disparo de mas de 1100 d/m, el Ingram es un arma mortífera pero requiere estar habituado a ella para no agotar la munición en lo que puede parecer una corta ráfaga. Con él se emplean los supresores sónicos, accesorios que a simple vista puede parecer un silenciador no siéndolo, pues aunque reduce sensiblemente el efecto acústico, no restan apenas velocidad al proyectil, eliminan el fogonazo y dificultan la localización de los disparos.
Citaremos, aun, un arma mas, el XM 177 E2, derivado del fusil de asalto M-16, con culatin telescopico y cañón de longitud reducida que fue usado por las fuerzas especiales y algunas unidades del ejercito. Esta arma se ha denominado precisamente “COMMANDO”.
En definitiva, se ha tratado de reflejar en estas escuetas palabras la verdadera apreciación de un comando, no es solo comando por las armas especiales que usa, sino que es un cúmulo de habilidades especiales, como ser: la emboscada, el camuflaje, el silencio, la oscuridad, el factor psicológico determinan sus acciones. El manejo de explosivos, el dominio de las artes marciales, la destreza con el cuchillo, y un largísimo sinfín de actividades desarrolladas con habilidad por los comandos, desde el paracaídas al equipo de inmersión, actividades que solo un comando puede realizar.