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miércoles, 30 de diciembre de 2009

Castilla arde, Pedro el Cruel y Enrique se enfrentan a muerte (parte final)

Entre ambos ejércitos había un gran arroyo norte-sur a las afueras de Nájera y una llanura. Era un terreno ideal para la caballería. Enrique decidió cruzar el arroyo y obligar al Príncipe a combatir. La experiencia que tenía Du Guesclin en luchar contra los ingleses hizo que la vanguardia avanzara a pie. Con cerca de 2.000 hombres, entre ellos había caballeros y escuderos franceses, hombres de armas castellanos y algunos ballesteros. La batalla principal fue toda a caballo. En el centro, inmediatamente detrás de la vanguardia se encontraba el rey Enrique con 1.500 caballeros. Ligeramente adelantados, en cada flanco había 1.000 hombres de armas montados y otros 1.000 jinetes de caballería ligera especializados en las escaramuzas con lanzamiento de jabalinas. Parecen haber contado con el apoyo de ballesteros. La tercera línea de Enrique estaba compuesta por completo de infantes, hasta 20.000 en total. El Príncipe Negro también dispuso su ejército en tres líneas, cada una de hombres de armas desmontados y un número similar de arqueros. La primera línea con unos 3.000 de cada, la mitad de los cuales eran mercenarios. La línea media estaba dividida en tres grupos, el central de los cuales estaba mandado por el Príncipe con los 4.000 lanceros de Pedro el Cruel. Cada uno de los grupos de flanco contaba con unos 4.000 miembros, divididos en mitades iguales de hombres de armas y arqueros. Su tercera línea, mandada por el rey de Mallorca, consistía en gascones y el resto de los mercenarios, quizá unos 6.000 hombres. En total había unos 11.000 hombres de armas con una mezcla de número desconocido de arqueros ingleses, ballesteros feudales y mercenarios junto a infantería gascona sin acorazar, pero con escudos y jabalinas. Se trata de unos ejércitos enormes para la época y refleja el exceso de mercenarios disponibles durante este período de calma de la guerra de los Cien Años. Las dos vanguardias chocaron y el impacto hizo retroceder a los hombres del Príncipe a “longitud de lanza”. Entonces la caballería de los flancos intentó encerrar a las divisiones de flanco del Príncipe. En este caso, las flechas de los arqueros ingleses derrotaron a las jabalinas de los jinetes españoles (unidades de caballería media procedentes de Andalucía), que fueron derribados a montones. Ambos flancos castellanos abandonaron el campo de batalla. Es evidente que no habían prestado la atención debida a los informes de Bernard du Guesclin. Deberían haber realizado un movimiento envolvente lejos del alcance de las flechas. Esto habría hecho que muchas fuerzas aliadas se volvieran para enfrentarse a ellas cuerpo a cuerpo. En una llanura semejante no era necesario que se acercaran tanto a los arqueros ingleses. Entonces las dos fuerzas de flanco aliadas se introdujeron en el tumulto central y el Príncipe hizo que su división central reforzara el frente. El rey Enrique no pensaba quedarse fuera y lanzó repetidas cargas de su caballería, que no pudieron avanzar contra los caballeros desmontados. Mientras tanto, los arqueros ingleses estaban acribillando a la desventurada infantería castellana. El golpe de gracia procedió del rey de Mallorca, que lanzó con violencia su tercera división contra el flanco izquierdo del combate central. Un movimiento envolvente como el descrito más arriba hubiera podido detener esta tercera oleada. No fue menguada hazaña del rey darse cuenta, primero de donde era necesario sin tener un punto elevado desde donde apreciarlo y entonces hacer girar a su poca flexible fuerza, primero hacia la izquierda en torno a la melé que había delante de ella y luego hacia la derecha y el tumulto central. Esto solo pudo conseguirse con el rey dirigiendo su estandarte y el resto siguiéndole lo mejor que podía, maniobrando rígidamente como si estuvieran en un desfile. Los españoles se derrumbaron y comenzaron a huir. Enrique no tenía más opciones y huyo hacia la retaguardia. Los franceses de su centro tampoco tenían opciones, sin caballos ni lugar donde huir. Lucharon hasta que más de un tercio de ellos había caído. Entonces Du Guesclin ofreció su espada en señal de rendición. La infantería que huía fue muerta en grandes cantidades y otros muchos se ahogaron en las aguas del ahora crecido arroyo. Los españoles perdieron unos 7.000 hombres, el príncipe y sus aliados solo perdieron en la contienda a cuatro caballeros, 20 arqueros y 40 hombres de armas. Como sucede a menudo, ganar la batalla no supone ganar la guerra. Enrique no fue capturado y Pedro recupero el trono, sus aliados regresaron por donde habían venido. Unos 2.000 nobles habían sido capturados y los rescates terminarían llegando. Sin embargo, Pedro no pudo cumplir con sus compromisos y no pago a sus mercenarios. Antes de que pudiera arreglarse un encuentro con sus acreedores, fue asesinado por su propio hermano.

martes, 29 de diciembre de 2009

Castilla arde, Pedro el Cruel y Enrique se enfrentan a muerte (primera parte)

El trono de Pedro el Cruel de Castilla le era disputado por su hermano ilegitimo, pero mas popular, Enrique. Para complicar las cosas, la esposa de Pedro había fallecido de forma inexplicable hacia poco tiempo y era cuñada de Carlos V de Francia. Enrique, financiado por Aragón, se aseguro también el apoyo francés. El papa Urbano V se puso también de su lado y, con la misión de desterrar la herejía de los judíos y musulmanes que combatían por dinero en el ejército de Pedro, promulgo una cruzada contra el rey castellano. Mercenarios franceses sin empleo comenzaron a llegar ante la perspectiva de una paga y, dada la llamada a la cruzada, añadieron cruces blancas a sus armaduras, una primera forma de refundación de empresas. Carlos nombro a Bertrand du Guesclin de Bretaña como comandante. Si bien de baja cuna, era un valiente soldado y un mejor y astuto táctico. Primero condujo su ejército hasta Aviñón para que fuera bendecido por el Papa. Espiritualmente enriquecidos, entonces marcharon hacia castilla, donde los acontecimientos se sucedían con rapidez y de forma sangrienta. Se capturaron ciudades, se ajusticiaron profanos judíos y Pedro huyo. Enrique fue coronado y se repartieron las ganancias; pero Pedro no estaba terminado. Consiguió el apoyo del Príncipe Negro de Inglaterra (entonces en Aquitania) y de los reyes de Navarra y Mallorca, renovando así sus pretensiones al trono. Mientras tanto, los mercenarios volvían a buscar trabajo y el Príncipe Negro necesitaba un ejército. El mercado se vio saturado y el Príncipe Negro solo contrato a los que podía pagar. Sumados a los vasallos feudales de Aquitania, los mercenarios se aprestaron a negociar un trato con sus antiguos patrones. Carlos el Malo de Navarra encargo al rey Enrique que bloqueara los pasos de los Pirineos y, seguidamente, al Príncipe Negro que los abriera. Entonces se encerró en un castillo afirmando que lo tenía retenido un caballero francés, de modo que no podía acudir en ayuda de ninguno.
El rey Enrique había reunido sus huestes en Santo Domingo de la Calzada. Desde aquí podía avanzar hacia Pamplona (al nordeste) o hacia Miranda de Ebro (hacia el norte) y luego hacia Vitoria (al norte). Era una buena posición central que los invasores no podrían obviar. Se encontraba además lo bastante lejos de los pasos como para dirigirse a interceptar cualquier intento de invasión, una vez la ruta de esta estuviera clara. Una vez que el Príncipe Negro negocio los pasos, su ejercito acampo cerca de Vitoria, donde 400 años después tendría lugar la famosa victoria inglesa. Enrique traslado su fuerza hacia Anastro, guardando el camino que conducía hacia el suroeste, desde Navarra pasando por Vitoria y Miranda del Ebro hasta la capital de Castilla, Burgos. Fue entonces cuando comenzaron a verse las diferentes tradiciones tácticas de ambos ejércitos. La experiencia española era de grandes llanuras abiertas, así como montañas atestadas, con una caballería acorazada ligera para escaramuzas. Llevaban luchando contra los moros más de 600 años. Las fuerzas del Príncipe Negro y Pedro habían aprendido en Francia, mas densamente poblada y mas intensamente cultivada. Sus exploradores iban más acorazados y en grupos mucho más pequeños, de modo que el Príncipe envío solo a 100 caballeros. Por otra parte, Enrique había enviado a 6.000 hombres a acosar el campamento enemigo, lo que consiguieron con éxito. Ambas fuerzas se encontraron cuando los hombres de Enrique regresaban. Las tropas de Pedro y el Príncipe Negro desmontaron, alejaron sus caballos y formaron un grupo encima de una colina. Allí derrotaron a la caballería de escaramuzadores y luego a varias cargas de la caballería pesada española antes de sucumbir a la carga de la infantería francesa de grupo. Ningún ejercito quería realizar el primer movimiento y durante aproximadamente una semana se estuvieron observando. El Príncipe Negro fue el primero en romper la calma. Una noche abandono el campamento y se dirigió con su ejército al este y el sur cruzando la sierra cántabra y el Ebro en Logroño, que había permanecido fiel a Pedro el Cruel. Había rodeado de forma decisiva la posición de Enrique con una marcha forzada de unos 50 km en dos días. Enrique le siguió en cuanto pudo, cruzando el Ebro en Haro y llegando a Nájera, mientras el príncipe se encontraba en Navarrete, a 9 km al este y en el camino hacia Pamplona. Esta contramaniobra volvió a bloquear el camino del Príncipe hacia la capital.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Soviéticos aliados del Führer contra el terror de Stalin (parte final)

Además del RONA, también existía el Russkaya Natsionalnaya Narodnaya Armiya (RNNA: Ejército Ruso Nacionalsocialista), dirigido por un ruso emigrado llamado S. N. Ivanov. La unidad fue formada en Ossintorf, cerca de la línea de ferrocarril Orsha-Smolensko. Estaba organizado según el sistema ruso y equipado por completo con las armas tomadas a los soviéticos. Su personal llevaba uniformes del Ejército Rojo, con escarapelas de tipo zarista de color blanco, rojo y azul. Los miembros rusos de la unidad, al igual que le sucedió a muchas otras unidades al servicio de los alemanes, asumieron que eran el núcleo de un futuro gran ejército ruso de liberación. Por lo tanto, decidieron llamar a su embrionaria formación RNNA. A finales de 1942, la formación contaba con 7.000 hombres, organizados en cuatro batallones e infantería, un batallón de artillería y un batallón de ingenieros. Los reclutas procedían principalmente de los campamentos de prisioneros. Algunos emigrados también decidieron apuntarse a la RNNA, incluido en teniente conde G. Lamsdorff y el teniente conde S. von der Pahlen. El primer gran combate de la formación tuvo lugar en mayo de 1942, en la zona de Yelnia, al este de Smolensko. A unos 300 soldados de la RNNA se les asignó la tarea de tantear las posiciones del embolsado Tercer Ejército soviético, una operación que tardó varias semanas. En diciembre de 1942, el RNNA tenía aproximadamente el tamaño de una brigada alemana y era una formación bien entrenada. El Feldmarschall Hans von Kluge, comandante del Grupo Ejército Centro, tras haber inspeccionado personalmente la unidad, quedó impresionado por lo que vio; pero dio la orden de que la formación fuese dividida en batallones individuales y estos asignados a unidades alemanas diferentes. Este tipo de actos estaban en línea con la orden de Hitler de mantener a todas las unidades de rusos por debajo del tamaño de un batallón. El RNNA casi se amotinó como respuesta, dado que la orden acabo con cualquier pensamiento que tuvieran de ser el embrión de un Ejército ruso de liberación. El problema se solucionó cuando varios oficiales del RNNA fueron ascendidos y se paralizó la disolución de la unidad. No obstante, el daño ya estaba hecho y los soldados del RNNA dejaron de confiar en los alemanes. Los que quedaron fueron posteriormente incorporados a la formación ROA. Junto al RNNA se encontraban las llamadas Legiones orientales (Ostlegionen). A finales de 1941, Hitler fue visitado por el general Erkilet, del estado mayor turco, que rogó al Führer que interviniera a favor de los prisioneros del Ejército ruso de nacionalidad turca. Hitler, encantado con la posibilidad de conseguir a Turquía como aliado, concedió el permiso en noviembre para la creación de una Legión turquina. El experimento fue un éxito tal, que a finales de año ya se habían creado otras legiones orientales: la Legión musulmana caucásica (más tarde dividida en Legión caucásica del Norte y la Legión Azerbayana), la Legión georgiana y la Legión Armenia. Además, a mediados de 1942 ya se habían creado también las Legiones tártara de Crimea y la de tártaros del Volga. Hitler, precavido ante el rápido crecimiento del número de legiones, decidió que estas se organizaran en unidades no mayores de un batallón y luego fueran ampliamente dispersadas entre las unidades del Ejército alemán, para impedir que llegaran a convertirse en un riesgo para la seguridad. Una excepción, para quedar bien con los turcos, fue la creación de la 162ª División de infantería turquina (turca), en mayo de 1943, para servir como unidad matriz de los diferentes batallones de las legiones. La legión más interesante es la Sonderverband Bermann, creada por el jefe de la Abwehr, el almirante Canaris, compuesta por georgianos, armenios, azerbayanos y otros prisioneros de guerra caucásicos. El plan era lanzar a la unidad en paracaídas, detrás de las líneas soviéticas, para que actuara como “quinta columna”. La idea quedó en nada y sus dos batallones terminaron luchando en el frente.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Soviéticos aliados del Führer contra el terror de Stalin (parte segunda)

Además de unidades organizadas por los alemanes, hubo otras formaciones más adecuadas que fueron brevemente independientes antes de que los soldados del Reich tomaran el mando para organizarlas y entrenarlas. La más famosa de dichas formaciones independientes fue la brigada Kaminski. Se trataba de una milicia local, cuyos miembros se reunían a los límites del bosque Bryansk, en la pequeña ciudad bielorrusa de Lokot, a finales de 1941, para protegerse a sí mismos de los partisanos rusos. Estaba mandada por Bronislav Vladislavovich Kaminski, que hablaba alemán con fluidez y se había pasado cinco años en el gulag por “intelectual”. A mediados de 1943, animado por los alemanes, su brigada contaba con 10.000 hombres divididos en 14 batallones de fusileros, además de una batería anticarro y compañías de apoyo. Cada batallón constaba de cuatro compañías de fusileros, además de secciones de morteros y artillería. También contaba con blindados, pues tenía ocho tanques (un KV-1, dos T-34, tres BT-7 y dos BA-20), tres transportes blindados para tropas (un BA-10 y dos BA-20), dos tanquetas, coches y motocicletas. Kaminski se llamaba a sí mismo “el señor de la guerra del bosque de Bryansk” y se le dio la importante misión de combatir a los partisanos de la zona. Llamaba a su fuerza Russkaya Ovsoboditelnaya Narodnaya Armija (RONA: Ejército Ruso de Liberación Nacional). El RONA se encargaba de la seguridad durante la cosecha, escoltaba trenes especiales con alimentos, guardaba las líneas de ferrocarril y organizaba expediciones anti-guerrillas en las zonas de partisanos. A finales de agosto de 1943, al situación en el distrito de Lokot se estaba deteriorando, por lo que Kaminski evacuó el RONA y sus civiles hacia la ciudad de Lepel, en la región de Vitebsk. La misión de la brigada en Bielorrusia era guardar la retaguardia del Tercer Ejército Panzer. Dada la elevada actividad partisana a comienzos de 1944, el RONA fue trasladado a la ciudad de Djatlovo, en Bielorrusia occidental. En la primavera de 1944, los alemanes llevaron a cabo algunas operaciones contra los partisanos en la región situada entre Minsk y Lepel. El RONA actuó en ellas como parte de un grupo encabezado por el SS-Obergruppenführer Gottberg, con la categoría de brigada de asalto. Para entonces había sido admitida en las Waffen-SS como SS-Sturmbrigade RONA y Kaminski hecho Waffen-Brigadeführer. La brigada actuó con tanta valentía y coraje que Kaminski fue condecorado con la Cruz de Hierro de 1ª clase por sus esfuerzos. En julio de 1944 la brigada se convirtió en la 29ª División SS Waffen Grenadier (Russische Nº 1). Muchas unidades rusas se encargaron del control y detención contra los sangrientos partisanos comunistas que masacraban a quienes estuvieran en contra del régimen de Stalin.
En el frente oriental, la zona situada entre la retaguardia y el frente hasta una profundidad de 160 km, estaba controlada por el Ejército alemán. Luego venían los Reich Comissariats, que estaban bajo control de las SS o del ejército. Al principio, la actividad partisana en las zonas ocupadas por los alemanes fue escasa, pero debido a los constantes esfuerzos de los aliados por expulsar a los soldados alemanes, la actividad criminal de los comunistas se intensificó de manera alarmante. A mediados de 1942 había crecido enormemente. No había instrucciones militares ni políticas para las fuerzas de ocupación alemanas sobre el tratamiento debido a los civiles en territorio infestado de partisanos. A pesar de ello, siempre, el ejército del Reich se comporto con honorabilidad y respeto hacia los civiles inocentes, de hecho la gran mayoría los veía como libertadores y no como invasores.
Las regiones con altas actividades partisanas primero eran acordonadas y rastrilladas en busca de los focos rebeldes, luego se protegía a la población civil, en algunos casos trasladándolas hacia lugares seguros, ya que los rebeldes comunistas fusilaban a sangre fría a cualquier persona que simpatizara con los alemanes. Los refugiados que no eran fusilados por los partisanos comunistas eran, algunas de ellas contratadas para trabajar en fábricas alemanas.
Desgraciadamente para los alemanes, las zonas de partisanos, por lo general, se encontraban situadas en terreno pantanoso o de bosque, en el cual era difícil penetrar y sanear. Además, minas y trampas se cobraban su precio en los soldados alemanes, o los aliados soviéticos que caían luchando por la libertad y ante el salvaje y brutal comunismo.

martes, 22 de diciembre de 2009

Soviéticos aliados del Führer contra el terror de Stalin (primera parte)

Las primeras unidades de voluntarios alistados en Rusia fueron creadas en otoño de 1941 por comandantes individuales del Ejército alemán. Siguiendo su propia iniciativa, organizaron unidades auxiliares con desertores soviéticos, prisioneros (a mediados de octubre de 1941 los alemanes contaban con dos millones de refugiados rusos) y voluntarios de las poblaciones locales. El Ejército alemán había subestimado enormemente la cantidad de soviéticos que se unirían a su causa. Se trataba de un enorme desperdicio de potencial mano de obra, sobre todo dada la insatisfacción que existía contra Moscú entre la mayoría de las minorías étnicas no rusas. Los llamados hilfswilligen (ayudantes de voluntarios), o hiwis, fueron empleados como centinelas, conductores, guardianes de almacén, estibadores y demás. Cientos de hiwis desempeñaron también labores de combates. En julio de 1941, por ejemplo, la 134.ª División de infantería comenzó a alistar abiertamente a voluntarios rusos. En la primavera de 1942, había 200.000 hiwis detrás de los ejércitos alemanes y para finales del mismo año se decía que la cifra alcanzaba el millón. Las razones para este rápido crecimiento no son difíciles de encontrar: los comandantes del Ejército alemán se dieron cuenta de que dado el amplio territorio bajo su control y la escasez generalizada de recursos humanos alemanes, tendrían que recurrir a los reclutas locales. Los hiwis servían como individuos o como miembros de un grupo (hasta el tamaño de una compañía) adscritos a unidades alemanes. El experimento hiwi realizado sin autorización ni de Hitler ni del alto mando, fue un éxito, por lo que los alemanes aumentaron lentamente la panoplia de trabajos realizados por ellos, se formalizaron las condiciones del servicio, se les entregaron uniformes alemanes, y sus raciones alimentarias y su paga casi se equipararon a las de los soldados alemanes. El siguiente paso dado por los alemanes fue la organización de tropas voluntarias, llamadas Osstruppen. Estas tropas, vestidas con uniformes alemanes, guardaban carreteras y líneas de ferrocarril, luchaban contra los partisanos rusos en la retaguardia alemana y, en ocasiones, sostuvieron sectores del frente. Por lo general, las Osttruppen estaban organizadas en batallones y para mediados de 1942 ya había seis de ellos sólo en la retaguardia de Grupo de Ejército Centro. Cada batallón era reclutado entre un único grupo étnico, con los enlaces y ciertos puestos de la oficialidad ocupados por oficiales y suboficiales alemanes. Cada batallón contaba con unos 750 hombres, con reclutas conseguidos en campamentos de prisioneros, prisioneros recién capturados y mediante selección forzosa entre los alemanes y los hombres que ya estaban sirviendo en los hiwis. ¿Qué motivo tenían los hiwis y las Osttruppen? Décadas de inhumana política social, étnica y religiosa habían alienado a inmensos grupos de la población soviética en contra de Stalin. Si en el centro de Rusia el estado de terror había aniquilado o mantenido bajo estrecho control a toda la oposición, en las recientemente liberadas repúblicas bálticas de Ucrania, Bielorrusia y Besarabia la dureza del régimen soviético todavía estaba fresca en el recuerdo. Un breve contacto con el sistema del gulag, la NKVD y colectivización agraria habían bastado para mostrar la verdadera naturaleza del régimen comunista de Stalin. Como resultado, las minorías étnicas de la Unión Soviética estaban más que contentas de ser liberadas e, incluso, de unirse a la lucha contra el bolchevismo. El Führer era visto, por todos estas victimas de los abusos del salvaje comunismo, como el héroe libertador que les abriría las puertas de la libertad. Todos ellos odiaban profundamente al tirano Stalin por la colectivización, los campos de trabajo y el reinado del terror, mientras que otros estaban desilusionados con el sistema soviético tras el primer colapso del Ejército Rojo. Sin embargo, la mayoría no quería pudrirse en los gulags soviéticos. Otros, evidentemente, querían conseguir la independencia de sus propias naciones.