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viernes, 27 de febrero de 2009

Otto von Bismarck y el nacionalismo germánico

Después del congreso de Viena, Alemania quedo dividida en 39 estados, muy diferentes entre si por su importancia, tradición y el carácter de los príncipes reinantes. Asociados en la llamada Confederación Germánica, la Dieta se reunía en Frankfurt y a ella asistían los representantes de cada uno de los estados. Esta asamblea hubiera podido organizar el Imperio alemán, pero eran demasiado los intereses creados. Las dos potencias mayores, Austria y Prusia, tampoco tenían convicción para imponerse a los demás. No obstante, algo se había logrado cuando Prusia incentivo a los demás estados germánicos a formar la Zollverein, una liga aduanera que abolió las fronteras económicas. En septiembre de 1862, Otto von Bismarck fue designado primer ministro de Prusia, bajo el reinado de Guillermo I. con él se inicio la unificación alemana y la supremacía de Prusia.
Bismarck estaba convencido de que la guerra era un buen camino para lograr sus objetivos. Así, en siete años, las guerras “bismarckianas” fueron tres: en 1863 contra Dinamarca, en 1866 contra Austria, y en 1870 contra Francia. En solo tres jugadas elevo a Prusia a la categoría imperial. La guerra con Dinamarca se origino por una compleja disputa territorial por los ducados de Schleswig y Holstein, que Bismarck pretendía anexar a Prusia. Sin embargo, tras la victoria, Holstein quedo bajo la administración austriaca, lo que significo roces entre las dos potencias. El canciller prusiano, deseoso de provocar una guerra con Austria, firmo una alianza con el Piamonte, convencido de que, cuando estallara la guerra Austria se vería atacada por dos flancos. Manejando admirablemente a la opinión pública y los hilos de la diplomacia, Bismarck logro que Austria apareciera como un peligro real para la Confederación Germánica, haciendo popular su causa. La guerra no tardo, mientras los demás estados alemanes se mantenían tibiamente a favor de Viena. El triunfo vino tras la batalla de Sadowa, el 3 de julio de 1866. Los restantes estados, desorientados y sin la dirección austriaca, fueron cediendo frente a Prusia. Este resultado significo que Austria fuera expulsada de Alemania, e Italia obtuviera el Véneto. Bismarck dividió la Confederación en dos grupos de estados: la Confederación del Norte y la del Sur, teniendo como limite el río Main. Lógicamente, el grupo del Norte quedo bajo la hegemonía pruisna, pero los cuatro estados que conformaban la del Sur no lograron consolidarse en una unidad y uno tras otro fueron concertando alianzas ofensivas y defensivas contra Prusia. Desde el punto de vista bismarckiano, para unir definitivamente a Alemania era menester una guerra con un país vecino. Así el nacionalismo haría de elemento aglutinador; un pensamiento lógico y acertado para la época y para el caso. El enemigo elegido fue la Francia del Segundo Imperio, con un monarca enfermo y poco hábil para las confrontaciones militares. Para provocar a Napoleón III, que lo único de Napoleón que llevaba era su nombre, Bismarck intervino abiertamente en el asunto de la sucesión española: estando vacante el trono, trato de imponer a Leopoldo de Hohenzollern. El pueblo francés, así como su gobierno, respondió de inmediato a la amenaza de verse rodeado por los alemanes, como en tiempos de Carlos V. Tras una serie de tretas y astucias jugadas, Bismarck logro su objetivo. Francia declaro la guerra en julio de 1870, con funestos resultados. El 2 de agosto se libro la primer batalla y el 31 el ejercito francés, con el propio emperador a la cabeza, se rindio al rey de Prusia en Sedán. Para castigar a los perdedores, se les quito Alsacia y Lorena. Alemania consiguió así su unidad por medio de una guerra nacionalista, al surtir efecto el plan tan maravillosamente trazado por Bismarck; inflamados de patriotismo, los cuatro estados del Sur apoyaron el Norte contra Francia y, una vez finalizada la contienda, reconocieron unánimemente al rey de Prusia como el emperador de Alemania.

jueves, 26 de febrero de 2009

Manfred von Richthofen, el cielo se tiñe de sangre, el "Barón Rojo" se adueña del aire

Cuando sobre el cielo de alguno de los países que luchaban contra Alemania en la Primera Guerra Mundial aparecía una escuadrilla de aviones pintados de brillantes colores, todo el mundo sabía que se acercaban momentos terribles para los aviadores que estuvieran de servicio. Y si en ella formaba un aparato de vivo color rojo, sabían que llegaba la muerte… Esa siniestra fama ganó entre los aliados uno de los más célebres pilotos de guerra de todos los tiempos, Manfred von Richthofen, el hombre que más aviones derribó en la Gran Guerra. Ochenta aparatos enemigos, setenta y nueve británicos y uno belga, cayeron víctimas de sus balas. Manfred, Freiherr von (barón de) Richthofen nació el 2 de Mayo de 1892 en Wroclaw (hoy Polonia, entonces Breslau, Alemania) en el seno de una familia aristócrata. A los veintitrés años, en 1915, fue trasladado del cuerpo de caballería al servicio aéreo alemán. Aprendió los secretos de la lucha aérea con el gran Oswald Boelcke y en 1916 fue seleccionado para formar parte de la Jagstaffel 2, escuadrilla de cazas especialmente adiestrada y mandada por su maestro. Aquel mismo año, el 17 de septiembre, pilotando un Albatros D.II, consiguió su primera victoria. Su comportamiento en los combates le valió, en enero de 1917, la medalla al mérito. Durante el siguiente mes de abril, conocido entonces como “el abril sangriento”, Von Richthofen derribó veintiún aviones aliados. La recompensa fue la jefatura de la Jagdgeschwader 1, que acababa de ser creada. Los pilotos de esta Gechwader, que eran tenidos por un cuerpo muy selecto, volaban en aparatos pintados de brillantes colores: era el “circo volante de Richthofen”. A su jefe, que siempre llevaba un aparato de color rojo le llamaban el Barón Rojo. Y el barón, en recuerdo quizá de su herencia aristocrática, tenía una copa de plata por cada aparato que derribaba. Al día siguiente de abatir el octogésimo avión enemigo, al triplano de Manfred von Richthofen se le vio que, durante un combate con dos Camels, perdía el control y se estrellaba. El Barón Rojo fue encontrado muerto con un tiro en el pecho. Era el 21 de abril de 1918.

miércoles, 25 de febrero de 2009

El genio táctico de Gustavo Adolfo

Las maniobras de infantería, basadas en las columnas masivas del siglo XVI –el Tercio español-, fueron totalmente revolucionadas por Gustavo Adolfo a principios del XVII, cuando introdujo sus tácticas lineales, basadas en el incremento de poder de fuego que se logro tras la adopción de la cartuchera y el mosquete ligero. Los piqueros, que necesitaban formar en profundidad cuando operaban solos, pasaron a un papel secundario, y fueron reemplazados por batallones de mosqueteros con mucho mas efectivos. En las batallas, estos se disponían a lo ancho del campo en una serie de formaciones móviles, en forma de cuña, cada una de las cuales comprendía los efectivos de tres batallones –unos mil quinientos en total-. En los intervalos, entre los regimientos se situaba la artillería y la caballería; los efectivos de la caballería se acentuaban en los flancos para impedir que el enemigo rodease esta formación, relativamente poco profunda. La caballería también fue revitalizada por Gustavo para que combinase las mejores cualidades de la caballería alemana y francesa. Pero quizá lo más importante era la forma en que las tres armas fueron entrenadas en la coordinación. Esto fue posibilitado por el hecho de que Gustavo era el comandante del primer gran ejército profesional de la historia europea de ese periodo. Los artilleros civiles bajo contrato habían sido despedidos, y la índole profesional de las tres armas permitió a Gustavo entrenarlas para que utilizasen con eficacia su armamento y cooperasen unas con otras. Por ejemplo, en la batalla, los mosqueteros formaban en seis filas. Cuando se iniciaba el combate, la fila frontal de mosqueteros se arrodillaba y disparaba mientras la segunda fila disparaba por encima de sus cabezas. Las cuatro filas siguientes se adelantaban entonces para lanzar una siguiente descarga, a cargo de la tercera y cuarta fila; mientras tanto, al tiempo que la quinta y sexta lanzaban su andanada, las dos primeras habían recargado ya y se hallaban en la retaguardia de la formación. De este modo la línea avanzaba bajo cubierto de un fuego continuo hasta que las líneas enemigas estaban desorganizadas como para permitir que los piqueros, que seguían siendo el cuerpo que daba el golpe decisivo, cargasen y las destruyesen. Además, si era necesario, los suecos de Gustavo podían disparar andanadas bajo la forma de una salva simultánea de tres filas. Debe notarse que los piqueros del ejercito de Gustavo, a diferencia de los otros ejércitos, usaban una armadura ligera, mientras que sus picas tenían solo 3,30 metros de largo en lugar de los casi 5 metros que entonces eran habituales. La combinación de unos piqueros ligeramente acorazados y la gran potencia de fuego hicieron de la infantería sueca la mejor de la guerra de los Treinta Años (1618-1648). La caballería de Gustavo no era un arma independiente, sino que estaba integrada en la línea general de batalla. En su forma mas desarrollada cargaba en tres hileras, disparándola primera sus pistolas cuando se acercaba al enemigo y conservando las otras dos cargadas, para un emergencia. Había también otros perfeccionamientos: justo antes de que la caballería cargase contra el enemigo con la espada, unidades especiales de mosqueteros disparaban contra la línea enemiga para desorganizarla; luego volvían a cargar mientras la caballería estaba en acción, disparando de nuevo para cubrir su retirada. También se esperaba que la artillería apoyase las cargas de la caballería. La acción de esta ultima en el combate era, generalmente, incrementar y tratar de completar la desintegración de la línea enemiga, que había sido iniciada por el fuego de la infantería y la artillería. Habitualmente, la llegada de la caballería precedía al último asalto de infantería hecho por los piqueros. Gustavo, también introdujo el uso de piezas ligeras de artillería: los cañones de tres libras, que fueron los verdaderos predecesores de la moderna artillería ligera de campaña. Estas armas eran extremadamente móviles y precisas a distancias cortas, para las que estaban concebidas, siendo servidas por artilleros muy hábiles y entusiastas, totalmente integrados en el sistema de tres armas adoptado por su rey. Seria difícil sobrevalorar la importancia de Gustavo en la evolución de las tácticas modernas y el desarrollo del armamento. Aunque no fuera exactamente el inventor de las armas y tácticas que empleo con tanto éxito, demostró su genio al reconocer que el arma de fuego era el arma del futuro y que era necesario adoptar tácticas en que las armas estuvieran combinadas, así como haber logrado moldear su ejército según esas ideas. También se dio cuenta de que el mejor ejército era el profesional, y organizo el ejército sueco según este principio. Pero también comprendió que la fuerza de choque seguía siendo la fuerza mas importante para vencer en una batalla en aquel tiempo, utilizando a los piqueros y a la caballería para este propósito. No obstante, comprendió que la capacidad de debilitamiento de las posiciones que tenia el fuego de las armas podía suponer una diferencia sustancial en el curso de una batalla, por lo que aumento el numero de mosqueteros en su ejercito; y para incrementar su efectividad simplifico los problemas de cargar, aligero el arma en si y diseño una disposición táctica que le permitiría el máximo fuego en un mínimo de tiempo. En el campo de la artillería trabajo intensamente para resolver los problemas de logística, logrando una mayor eficacia para su artillería de campo y consiguiendo un sistema que le permitía apoyar a sus armas decisorias: la infantería y la caballería.

martes, 24 de febrero de 2009

Los mongoles en la India, el lujo del paraíso

Cada vez que el campamento del emperador mongol Yahangir se detenía al caer la noche, abarcaba una zona de unos 30km de circunferencia. A la enorme procesión le tomaba medio día ir de un extremo al otro. Aun así, todo el campamento podía ser instalado en aproximadamente cuatro horas. Las calles, las tiendas rojas y blancas, y los edificios de madera se levantaban de acuerdo con un trazado invariable. Los comerciantes y sus bazares estaban siempre en el mismo lugar, para que la gente supiera donde comprar. En el centro del campamento, se alzaba el fuerte de madera y lienzo de Yahangir, quien, de 1605 a 1627, gobernó el Imperio Musulmán que los invasores mongoles habían fundado en la India un siglo antes. El fuerte del emperador, de unos 275m de diámetro, tenía un elegante portal de entrada. Cuando los funcionarios y cortesanos estaban ante el emperador, no se le acercaban más allá de cierta distancia: mientras más importantes fueran, mas cerca estaban del trono. Todos eran llamados a las plegarias del día, que realizaban en una mezquita móvil, de madera. Los cortesanos vivían en pabellones, lujosamente amueblados con divanes forrados de seda, alfombras con estampados hechos a mano y tapices. El emperador realizaba las audiencias en salones equipados con pipas de agua y escupideras; y cada mañana aparecía ante sus súbditos desde un balcón, para demostrarles que estaba sano y salvo. Cerca de ahí, una tienda pintada alojaba a la parte selecta de los 5.000 miembros del harén. Había también un estudio para los pintores de la corte, que acompañaban a Yahangir en sus viajes y retrataban el esplendor del reino. En centenares de tiendas se alojaban los 3.000 sirvientes: entre ellos, había más de 1.000espadachines y luchadores que presentaban espectáculos por las noches; también había 500 antorcheros que iluminaban el escenario, y cientos de cuidadores de elefantes. Dondequiera que acampara la corte, el emperador comía fruta fresca llevada de Kabul y Cachemira. El y sus allegados podían elegir entre un millar de platillos diarios. Los mensajeros abastecían el campamento con hielo llevado de las nevadas montañas del norte; el agua para el emperador iba directamente del Ganges , río sagrado. Tan solo el traslado de las habitaciones del rey requería del esfuerzo combinado de 500 camellos, 400 vagones y 100 elefantes con sus jinetes. Las damas del harén viajaban en literas cubiertas, llevadas en hombros o en howdahs, baldaquines puestos sobre elefantes. La población del campamento se veía aumentada por miles de seguidores, mercaderes ambulantes y una inmensa hueste de comerciantes de granos, que conducía 100.000bueyes cargados de provisiones. La necesidad de ir de un lugar al otro fue típica de la dinastía ininterrumpida que gobernó la mayor parte de la India desde el siglo XVI hasta mediados del XVIII, cuando se inicio la desintegración del imperio. Los viajes obedecían a múltiples razones: Yahangir deambulaba para observar personalmente la forma en que su ejército combatía a los rebeldes que, en 1616, amenazaron con tomar la provincia sureña de Decán. Periódicamente, los emperadores viajaban con su corte a Cachemira, en el norte, para huir del sofocante verano de la India.
Sin embargo, a veces, los emperadores mongoles viajaban sencillamente porque llevaban el espíritu trashumante en la sangre: eran descendientes de los conquistadores mongoles Gengis Kan y Tamerlan. Su origen influyo en la cultura, la arquitectura y el arte de la India. Adoptaron el persa como lengua de la corte y de la diplomacia del país: el nombre “mogol” es una variante persa de “mongol”. A donde quieran que fueran los emperadores, su extravagancia contrastaba con la vida de los pobres, que se hacinaban en chozas de barro con techos de paja y escasos muebles. En las noches frías, las familias se reunían alrededor de fogatas de estiércol de vaca, que encendían. Durante las frecuentes epidemias y hambrunas, los humildes a veces recurrían al canibalismo.
Mientras los emperadores despilfarraban en elaborados jardines acuáticos, que sirvieron de tumba a varios emperadores, incluso a Yahangir. El emperador Akbar, que gobernó de 1556 a 1605, yace en un jardín-mausoleo en Sikandra, aldea cercana a Agra, en el norte de la India. En la entrada esta la inscripción: “Este es el Edén. Entra y quédate para siempre.” En muchos jardines, las aguas de manantial bajan en cascadas de una terraza a la otra, abriéndose camino hacia un placido estanque, o saltan en chorros de las decoradas fuentes de mármol. Los lagos artificiales rodean unos pabellones condomos, a los que se accede por escaleras o por gráciles puentes de piedra, que parecen alzarse de la superficie del agua, simulando niebla. Una forma artística muy popular eran los retratos en miniatura de emperadores y cortesanos, adornados con vivos tonos de rojo, amarillo, dorado y anaranjado, así como pinturas de aves o animales, como venados, cebras, cabras del Himalaya y gemos negros.
Los pintores, que trabajaban en equipo, se dividían el trabajo. Un artista se especializaba en los rasgos del rostro, otro determinaba la composición y un tercero se encargaba de los colores. Logaban la delicadeza en sus pinturas con finos pinceles hechos de pelo de cola de ardilla; el acabado en esmalte era conseguido al bruñir la pintura con trozos de ágata pulida. Los mongoles también eran famosos por su habilidad en batalla. Una de sus técnicas más eficientes era el uso del sabat, una pasarela a prueba de cañones, cubierta con muros de barro y escombros, y con techo de madera asegurado con pieles. Grupos de trabajadores alzaban el sabat hasta que alcanzaba el muro del fuerte. El interior del sabat era tan amplio que allí podía cabalgar una docena de jinetes, y tan alto que pasaban los elefantes y los lanceros con las armas erguidas. Techo y paredes tenían troneras, desde donde disparaban los soldados armados con mosquetes y cañones. El emperador Akbar uso con éxito el sabat en 1568, cuando capturo la colina fortificada Chittor, en la India central. La estructura ondulo siguiendo la empinada falda de la colina, y serpenteo hasta llegar a las murallas del fuerte. Akbar no tuvo misericordia con los defensores de Chittor, ni con los 35.000 campesinos que allí Vivian: todos fueron exterminados.
Los ejércitos mongoles pasaban la mayor parte del tiempo en batalla. En las treguas, los soldados se entrenaban participando en cacerías de animales a gran escala. Siguiendo el ejemplo de los guerreros mongoles, actuaban como batidores: formaban un gran circulo de hasta 50km de diámetro. Luego, cercaban a sus presas, que podían ser venados, en una zona de 5km de ancho. El emperador y sus nobles procedían, entonces, a matar los animales con espadas, lanzas y flechas. Akbar salía de cacería con onzas, felinos muy veloces, que derribaban a los venados y les mordían el cuello. Le seguían los soldados, quienes mataban todo animal que quedara vivo. Una vez que se agudizaba el gusto de los soldados en derramar sangre, y que se perfeccionaba la capacidad de maniobrar, los miembros del ejercito volvian a la batalla.

lunes, 23 de febrero de 2009

El nacimiento de la fuerza aérea

Una vez que el avión se incorporo definitivamente a las armas de la guerra y los militares contaron con él a la hora de planear su estrategia, una vez que el aire se convirtió en un nuevo campo de batalla, las formaciones que solo habían existido en los ejércitos tradicionales tuvieron que traducirse también a la nueva fuerza aérea. Esta fuerza, por el desarrollo lógico de las hostilidades, desempeñaba cada vez un papel mas importante, aunque no fuera decisivo en el frente. La aviación mas poderosa de las que intervinieron en la Primera Guerra Mundial, la alemana, constituida, sobre todo, por biplanos tractores y por monoplanos tipo Taube, tenia como formación táctica básica la Fliegerabteilung de seis aviones. Alemania poseía 41 de esas formaciones, de las cuales 34 estaban asignadas a mandos del ejercito y de los cuerpos como “formaciones de campo” (Feldfliegerabteilungen), y las otras siete, a importantes plazas fuertes como “formaciones de fortaleza” (Festungfliegerabteilungen). Estas formaciones de fortaleza solo tenían cuatro aviones asignados a cada una. Al principio, el control administrativo lo ejercía la Inspección de la Aviación (Inspektion der Fliegertruppen), pero el creciente aumento de la importancia de la fuerza aérea llevo a la creación de un nuevo mando. Fue el de Chef des Feldflieger o jefe de la aviación de campo. El primero que ocupo ese cargo fue el comandante Hermann Thomsen. La aviación más importante después de la alemana, la francesa, tenia como formación táctica de base la escuadrilla, que para los aparatos biplaza era de seis aviones y para los monoplaza de cuatro aviones cada una. La Aviation Militaire estaba mandada por el director de Aeronáutica del Cuartel General Francés. Quien primero desempeño el cargo fue el comandante Barrés, que posteriormente fue sustituido por el comandante Du Peuty. Un problema que se fue planteando gradualmente y con el que tuvieron que enfrentarse los aviones y las formaciones de todos los países que tomaban parte en el conflicto fue el de la identificación de los aparatos. Nadie habría soñado al comenzar la guerra con semejante problema. Nadie había tenido en cuenta a la aviación. Pero cuando la fuerza aérea de ambos bandos fue creciendo, cuando el número de aviones que sobrevolaban los frentes se hizo considerable, todo el mundo se dio cuenta de que era absolutamente necesario identificar los aviones y hacerlo de forma rápida y segura. Porque lo contrario llevaba no solo a que aviadores del mismo bando lucharan entre si e intentaran abatirse el uno al otro, sino a que la infantería disparara indiscriminadamente contra unos u otros al no poder distinguir los propios de los rivales. Los primeros en resolver tan grave inconveniente fueron los franceses, que para el mes de octubre ya habían pintado en las alas de sus aviones la tradicional cobarde (escarapela) con sus colores nacionales. Lo mismo hicieron los alemanes: las alas y el timón de sus aparatos lucieron pronto su conocida cruz negra (la cruz teutónica) enmarcada en blanco. Algo más difícil resulto de resolver el problema a los ingleses. Por supuesto, pintaron, como los demás en lugares muy visibles su bandera, pero de tamaño bastante reducido. Enseguida los mandos de la BEF (British Expeditionary Force) se dieron cuenta de que era imposible distinguir de ese modo a sus aviones y ordenaron que se pintara una bandera lo mas grande posible que abarcara toda el ala. Pero eso tampoco arreglo las cosas. A distancia, o desde tierra, la Union Jack (bandera Británica) se confundía con la cruz negra sobre blanco de los alemanes, confusión que no podía ser mas desastrosa. Al final, los ingleses adoptaron la insignia redonda, al igual que los franceses. Y como los colores rojo blanco y azul coincidían, tuvieron que invertir el orden. Sus aviones llevaban el rojo en el centro, blanco en medio y azul en el borde del distintivo. Por fin, en noviembre de 1914 estuvieron terminadas las marcas que tan necesarias se habían revelado a medida que se había ido desarrollando la guerra en el aire. La primera victoria de una formación de combate la consiguieron el 25 de agosto de 1914, solamente tres semanas después del comienzo de la guerra, tres aparatos británicos sobre un Taube alemán. Los aviones pertenecían a la 2ª Escuadrilla del R.F.C.