Bismarck estaba convencido de que la guerra era un buen camino para lograr sus objetivos. Así, en siete años, las guerras “bismarckianas” fueron tres: en 1863 contra Dinamarca, en 1866 contra Austria, y en 1870 contra Francia. En solo tres jugadas elevo a Prusia a la categoría imperial. La guerra con Dinamarca se origino por una compleja disputa territorial por los ducados de Schleswig y Holstein, que Bismarck pretendía anexar a Prusia. Sin embargo, tras la victoria, Holstein quedo bajo la administración austriaca, lo que significo roces entre las dos potencias. El canciller prusiano, deseoso de provocar una guerra con Austria, firmo una alianza con el Piamonte, convencido de que, cuando estallara la guerra Austria se vería atacada por dos flancos. Manejando admirablemente a la opinión pública y los hilos de la diplomacia, Bismarck logro que Austria apareciera como un peligro real para la Confederación Germánica, haciendo popular su causa. La guerra no tardo, mientras los demás estados alemanes se mantenían tibiamente a favor de Viena. El triunfo vino tras la batalla de Sadowa, el 3 de julio de 1866. Los restantes estados, desorientados y sin la dirección austriaca, fueron cediendo frente a Prusia. Este resultado significo que Austria fuera expulsada de Alemania, e Italia obtuviera el Véneto. Bismarck dividió la Confederación en dos grupos de estados: la Confederación del Norte y la del Sur, teniendo como limite el río Main. Lógicamente, el grupo del Norte quedo bajo la hegemonía pruisna, pero los cuatro estados que conformaban la del Sur no lograron consolidarse en una unidad y uno tras otro fueron concertando alianzas ofensivas y defensivas contra Prusia. Desde el punto de vista bismarckiano, para unir definitivamente a Alemania era menester una guerra con un país vecino. Así el nacionalismo haría de elemento aglutinador; un pensamiento lógico y acertado para la época y para el caso. El enemigo elegido fue la Francia del Segundo Imperio, con un monarca enfermo y poco hábil para las confrontaciones militares. Para provocar a Napoleón III, que lo único de Napoleón que llevaba era su nombre, Bismarck intervino abiertamente en el asunto de la sucesión española: estando vacante el trono, trato de imponer a Leopoldo de Hohenzollern. El pueblo francés, así como su gobierno, respondió de inmediato a la amenaza de verse rodeado por los alemanes, como en tiempos de Carlos V. Tras una serie de tretas y astucias jugadas, Bismarck logro su objetivo. Francia declaro la guerra en julio de 1870, con funestos resultados. El 2 de agosto se libro la primer batalla y el 31 el ejercito francés, con el propio emperador a la cabeza, se rindio al rey de Prusia en Sedán. Para castigar a los perdedores, se les quito Alsacia y Lorena. Alemania consiguió así su unidad por medio de una guerra nacionalista, al surtir efecto el plan tan maravillosamente trazado por Bismarck; inflamados de patriotismo, los cuatro estados del Sur apoyaron el Norte contra Francia y, una vez finalizada la contienda, reconocieron unánimemente al rey de Prusia como el emperador de Alemania.
viernes, 27 de febrero de 2009
Otto von Bismarck y el nacionalismo germánico
Después del congreso de Viena, Alemania quedo dividida en 39 estados, muy diferentes entre si por su importancia, tradición y el carácter de los príncipes reinantes. Asociados en la llamada Confederación Germánica, la Dieta se reunía en Frankfurt y a ella asistían los representantes de cada uno de los estados. Esta asamblea hubiera podido organizar el Imperio alemán, pero eran demasiado los intereses creados. Las dos potencias mayores, Austria y Prusia, tampoco tenían convicción para imponerse a los demás. No obstante, algo se había logrado cuando Prusia incentivo a los demás estados germánicos a formar la Zollverein, una liga aduanera que abolió las fronteras económicas. En septiembre de 1862, Otto von Bismarck fue designado primer ministro de Prusia, bajo el reinado de Guillermo I. con él se inicio la unificación alemana y la supremacía de Prusia.
Bismarck estaba convencido de que la guerra era un buen camino para lograr sus objetivos. Así, en siete años, las guerras “bismarckianas” fueron tres: en 1863 contra Dinamarca, en 1866 contra Austria, y en 1870 contra Francia. En solo tres jugadas elevo a Prusia a la categoría imperial. La guerra con Dinamarca se origino por una compleja disputa territorial por los ducados de Schleswig y Holstein, que Bismarck pretendía anexar a Prusia. Sin embargo, tras la victoria, Holstein quedo bajo la administración austriaca, lo que significo roces entre las dos potencias. El canciller prusiano, deseoso de provocar una guerra con Austria, firmo una alianza con el Piamonte, convencido de que, cuando estallara la guerra Austria se vería atacada por dos flancos. Manejando admirablemente a la opinión pública y los hilos de la diplomacia, Bismarck logro que Austria apareciera como un peligro real para la Confederación Germánica, haciendo popular su causa. La guerra no tardo, mientras los demás estados alemanes se mantenían tibiamente a favor de Viena. El triunfo vino tras la batalla de Sadowa, el 3 de julio de 1866. Los restantes estados, desorientados y sin la dirección austriaca, fueron cediendo frente a Prusia. Este resultado significo que Austria fuera expulsada de Alemania, e Italia obtuviera el Véneto. Bismarck dividió la Confederación en dos grupos de estados: la Confederación del Norte y la del Sur, teniendo como limite el río Main. Lógicamente, el grupo del Norte quedo bajo la hegemonía pruisna, pero los cuatro estados que conformaban la del Sur no lograron consolidarse en una unidad y uno tras otro fueron concertando alianzas ofensivas y defensivas contra Prusia. Desde el punto de vista bismarckiano, para unir definitivamente a Alemania era menester una guerra con un país vecino. Así el nacionalismo haría de elemento aglutinador; un pensamiento lógico y acertado para la época y para el caso. El enemigo elegido fue la Francia del Segundo Imperio, con un monarca enfermo y poco hábil para las confrontaciones militares. Para provocar a Napoleón III, que lo único de Napoleón que llevaba era su nombre, Bismarck intervino abiertamente en el asunto de la sucesión española: estando vacante el trono, trato de imponer a Leopoldo de Hohenzollern. El pueblo francés, así como su gobierno, respondió de inmediato a la amenaza de verse rodeado por los alemanes, como en tiempos de Carlos V. Tras una serie de tretas y astucias jugadas, Bismarck logro su objetivo. Francia declaro la guerra en julio de 1870, con funestos resultados. El 2 de agosto se libro la primer batalla y el 31 el ejercito francés, con el propio emperador a la cabeza, se rindio al rey de Prusia en Sedán. Para castigar a los perdedores, se les quito Alsacia y Lorena. Alemania consiguió así su unidad por medio de una guerra nacionalista, al surtir efecto el plan tan maravillosamente trazado por Bismarck; inflamados de patriotismo, los cuatro estados del Sur apoyaron el Norte contra Francia y, una vez finalizada la contienda, reconocieron unánimemente al rey de Prusia como el emperador de Alemania.
Bismarck estaba convencido de que la guerra era un buen camino para lograr sus objetivos. Así, en siete años, las guerras “bismarckianas” fueron tres: en 1863 contra Dinamarca, en 1866 contra Austria, y en 1870 contra Francia. En solo tres jugadas elevo a Prusia a la categoría imperial. La guerra con Dinamarca se origino por una compleja disputa territorial por los ducados de Schleswig y Holstein, que Bismarck pretendía anexar a Prusia. Sin embargo, tras la victoria, Holstein quedo bajo la administración austriaca, lo que significo roces entre las dos potencias. El canciller prusiano, deseoso de provocar una guerra con Austria, firmo una alianza con el Piamonte, convencido de que, cuando estallara la guerra Austria se vería atacada por dos flancos. Manejando admirablemente a la opinión pública y los hilos de la diplomacia, Bismarck logro que Austria apareciera como un peligro real para la Confederación Germánica, haciendo popular su causa. La guerra no tardo, mientras los demás estados alemanes se mantenían tibiamente a favor de Viena. El triunfo vino tras la batalla de Sadowa, el 3 de julio de 1866. Los restantes estados, desorientados y sin la dirección austriaca, fueron cediendo frente a Prusia. Este resultado significo que Austria fuera expulsada de Alemania, e Italia obtuviera el Véneto. Bismarck dividió la Confederación en dos grupos de estados: la Confederación del Norte y la del Sur, teniendo como limite el río Main. Lógicamente, el grupo del Norte quedo bajo la hegemonía pruisna, pero los cuatro estados que conformaban la del Sur no lograron consolidarse en una unidad y uno tras otro fueron concertando alianzas ofensivas y defensivas contra Prusia. Desde el punto de vista bismarckiano, para unir definitivamente a Alemania era menester una guerra con un país vecino. Así el nacionalismo haría de elemento aglutinador; un pensamiento lógico y acertado para la época y para el caso. El enemigo elegido fue la Francia del Segundo Imperio, con un monarca enfermo y poco hábil para las confrontaciones militares. Para provocar a Napoleón III, que lo único de Napoleón que llevaba era su nombre, Bismarck intervino abiertamente en el asunto de la sucesión española: estando vacante el trono, trato de imponer a Leopoldo de Hohenzollern. El pueblo francés, así como su gobierno, respondió de inmediato a la amenaza de verse rodeado por los alemanes, como en tiempos de Carlos V. Tras una serie de tretas y astucias jugadas, Bismarck logro su objetivo. Francia declaro la guerra en julio de 1870, con funestos resultados. El 2 de agosto se libro la primer batalla y el 31 el ejercito francés, con el propio emperador a la cabeza, se rindio al rey de Prusia en Sedán. Para castigar a los perdedores, se les quito Alsacia y Lorena. Alemania consiguió así su unidad por medio de una guerra nacionalista, al surtir efecto el plan tan maravillosamente trazado por Bismarck; inflamados de patriotismo, los cuatro estados del Sur apoyaron el Norte contra Francia y, una vez finalizada la contienda, reconocieron unánimemente al rey de Prusia como el emperador de Alemania.
Publicado por Proletario en 2/27/2009 09:38:00 p. m.
Etiquetas: Biografias, Historia universal
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3 comentarios:
He leído varias veces esta entrada y me he recreado en las imágenes. Excelente tu trabajo.
La mayoría de las veces es la guerra el único medio para unir estados.
Saludos
pd: Mi padre hubiera disfrutado enormemente con este blog.
Gracias Babbilonia, siempre es muy grata tu visita. Ayer estuve recorriendo tu blog, la verdad que muy interesante, no tiene desperdicio, el post sobre Anibal estuvo espectacular.
Muy buen blog, y la verdad que somos pocos que dedicamos entradas al nacionalismo. Con vuestro permiso voy a publicar mi dirección y agregarlo a mi lista de favoritos, con un link. www.razonabilidad.blogspot.com
un fuerte abrazo.
Juan
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