“En vanguardia dispuso a los elefantes distanciados unos 30m unos de otros, en un amplio frente, para formar una pantalla ante todo el cuerpo de infantería e infundir terror entre la caballería de Alejandro. No esperaba que ninguna unidad enemiga se aventurara a abrirse camino por los huecos entre los elefantes… el terror haría incontrolable el gobierno de los caballos, y era aún menos probable que lo hicieran las unidades de infantería, ya que se encontrarían con la infantería pesada y serían destruidas por los animales al volverse contra ellos y pisotearlos” (Arriano V.16.).
“Nuestras lanzas son largas y robustas; nunca nos servirán mejor que contra estos elefantes y sus guerreros. Desalojad a éstos y atravesad a las bestias. Son una fuerza militar de dudoso valor, y su ferocidad será mayor contra los suyos; son conducidos hacia el enemigo por la fuerza de las órdenes, pero también por el temor de los suyos” (Curcio VIII.14.16). Esta suposición modeló su táctica contra los elefantes. “Entonces, Alejandro envió a los agrianos y los tracios de armadura ligera contra los elefantes, porque eran mejores en las escaramuzas que en los combates cuerpo a cuerpo. Así soltaron una lluvia de proyectiles sobre elefantes y cornacas” (Curcio VIII.14.24-25). La lluvia de jabalinas hizo su efecto, y varios elefantes enloquecieron y cargaron sin orden ni sentido. Los tracios los perseguían y, a continuación, huían de ellos, usando tácticas típicas de las escaramuzas, pero de tanto en cuanto atacaban en bloque a algún animal, tal vez cuando quedaba aislado del resto. Curcio refiere que usaron hachas para tajarle las patas, pero probablemente se refería a la rhomphaia tracia. Al mismo tiempo, la falange avanzó contra los elefantes con la intención de limitar el espacio de combate. Las bestias rompieron la falange en un punto, como relata Arriano, “llevando la destrucción en la sólida masa de la falange macedonia” (Arriano V.17), pero parece que los elefantes tuvieron la suficiente inteligencia para comprender que esta incesante masa en avance de puntas afiladas suponía un peligro. Se congregaron literalmente en su propia línea y, como observa Curcio, “cargaron contra sus propios hombres, barriéndolos; cornacas y guerreros cayeron al suelo y murieron aplastados. Más terroríficas que amenazadoras, las bestias fueron apartadas del campo de batalla como ganado” (Curcio VIII.14.30). A la vez que pisoteada, la infantería india se agolpó en una masa inútil y desorganizada. Parece, por otra parte, que muchos arqueros indios llegaron al campo de batalla con sus arcos destensados; tuvieron que tensarlos sobre el terreno y, debido al barro (sin duda levantado por los elefantes), muchos no lo lograron. Viendo el desorden de las líneas indias, Alejandro ordenó a su falange que formara en synaspismos (escudo cerrado) y que cargara, con la caballería atacando por las alas. La línea india fue destruida. Arriano calcula las bajas en 20.000 hombres de infantería, 3.000 jinetes y todos los carros; la mayoría de los elefantes que sobrevivieron fueron capturados e integrados en el ejército macedonio. Las pérdidas en la infantería de Alejandro sumaron 80 hombres, en su mayoría ante los elefantes, además de 230 jinetes. Poros fue capturado tras resultar gravemente herido, con su elefante muerto bajo su cuerpo. Se recuperó de las heridas, Alejandro, una vez estuvo ante él, le pregunto como debía tratarlo, a lo cual Poros respondió: como lo que soy, un rey; el gran macedonio se sintió tan conmovido ante su dignidad y bravura en la adversidad que le repuso en el trono y le convirtió en su aliado.
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