Los sables en Europa
El sable puede considerarse como la contribución más representativa dada a las armas europeas por parte de las armas blancas orientales.
Probablemente ya en uso en los países eslavos a principios del siglo XV, el conocimiento del sable se extendió por toda Europa casi cien años después gracias al esfuerzo conquistador del imperio otomano, grabándose en la memoria colectiva y en la cultura popular.
Características morfológicas
Casi seguramente, la hoja del sable es una reelaboración de la hoja de uno de los primeros sables turcos: kiliji.
Arma de costado y de caballo, muy versátil y eficaz, se caracteriza por una larga hoja curva (de un filo y un tercio), que presenta una prolongación característica en el último cuarto: el yelman o jelman, que forma la punta del sable y tiene un doble filo que abarca toda la longitud del propio dorso.
El arrial también presenta características medio-orientales: dos cortas varillas rectas (a veces curvadas hacia la hoja) con dos escudetes en el centro, variadamente moldeados, que abarcan tanto la empuñadura como el plato de la hoja. La empuñadura, de asta, de marfil, de metal o de madera que disminuyendo ligeramente, termina con una curvatura vuelta hacia el filo del arma, está rematada por una cabecilla metálica para ofrecer un cómodo asidero a la mano que lo empuña.
Partiendo de esta forma, el sable sufrió diversas modificaciones que, en países y en épocas distintas, influyeron en las dimensiones de la hoja, en las del yelman, en la forma de la empuñadura y en la del arrial. Asistiremos así, en el transcurso de los siglos, a la aparición de arriales más complicados y eficaces, con sección de guarda simple, con guarda en forma de jaula o, directamente en forma de concha. La empuñadura perdió su curvatura original para hacerse recta o ligeramente curvada.
El sable en Occidente
Es interesante señalar cómo este arma, orientada claramente al tajo, una vez introducida en los países occidentales europeos perdió, poco a poco, el yelman característico. EN virtud del yelman, el centro de gravedad del arma se desviaba, decididamente hacia la punta de la hoja, otorgando gran eficacia a los hendientes; pero esto obstaculizaba notablemente los golpes de punta.
Los europeos, como homenaje a los principios de las escuelas de esgrima y favoreciendo las técnicas adquiridas en los siglos de manejo, inicialmente descantillaron el satélite creado por el yelman en el perfil del dorso de la hoja, y después lo eliminaron del todo, sobre todo en sables destinados a tropas de a pie. En diversos cuerpos de caballería se mantuvo el principio del centro de gravedad adelantado, forjando hojas fuertes y largas, y con ensanchamiento en la punta suave y armónico.
En los albores del siglo XIX, otro tipo de sable se implantó en Europa como consecuencia inmediata después de la campaña de Egipto llevada a cabo por las tropas napoleónicas: este modelo, inspirado en las cimitarras persas, tenía una hoja curva muy acentuada que se iba afilando progresivamente hasta terminar en una punta muy aguda.
Arma exclusivamente militar, el sable ha llegado como tal hasta nuestros días y ha participado en los dos últimos conflictos mundiales. Al tener que adaptarse a tantas condiciones de uso, tuvo que modificar inevitablemente su forma y, sobre todo, sus dimensiones. Se tuvieron hojas muy cortas y anchas, de dorso grueso, montadas con guarda formada por una amplia lámina modelada en forma de concha y usada por las distintas marinerías como sable de abordaje (a menudo, la guarnición de estas armas era de latón para limitar la corrosión de la salobridad).
Otras hojas, dotadas de características similares, fueron dadas en dotación a las infanterías destinadas a trabajar en orden cerrado; estos cortos sables tenían un arrial simple, compuesto por una sección de guarda y de un corto brazo de parada. La empuñadura estaba hecha con un monoelemento de metal fundido (con gran frecuencia de latón) o de madera, forrado de cuero con una trencilla antideslizante y con guarnición de metal. En los ejércitos europeos, el sable de oficial mantiene una hoja muy larga, incluso cuando es asignada a los cuerpos de infantería. En este último caso, ésta era mucho más ligera que la de la caballería, sobre todo en la vaina y en la guarnición.
Habían armas que, aun siendo de ordenanza, tenían grandes filigranas en la trama tejida de las distintas protecciones del arrial o en la cabecilla que remataba la empuñadura y que, a menudo, tenía aspecto zoomorfo.
La empuñadura podía asumir una forma anatómica, presentando un perfil adaptado para poder coger mejor los dedos, llegándose a usar un revestimiento granulado para obtener un efecto antideslizante.
1 comentarios:
Sigo el blog desde hace poco y gracias a que lo descubri por casualidad (como casi todo en este mundillo)soy un gran aficionado a las armas blancas y creo que el articulo es completisimo y muy bien tratado, solo creo que le falte alguna mencion a los sables cortos marineros y alfanjes de abordaje por lo curiosos que son y las muchas variantes que salieron. Por lo demas felicitar por el blog, es interesante, bien tratado, coherente (algo muy dificil de encontrar creeme) y sumamente productivo. lo dicho felicidades y no lo dejeis.
A.
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