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martes, 30 de junio de 2009

Armas de asedio del final de la Edad Media

Los macizos castillos construidos durante la época central de la Edad Media se lo pusieron difícil a los atacantes. Los antiguos métodos de asedio todavía se utilizaban y podían tener éxito, pero cada vez hubo más demanda de máquinas de asedio más poderosas. La primera arma original de la Edad Media fue el trebuchet. Su principal diferencia con respecto a otras era que funcionaba gracias a un contrapeso. No se sabe con seguridad la fecha en que apareció por primera vez. La primera mención clara es del siglo XV, pero es probable que experimentos con contrapesos tuvieran lugar al menos un siglo antes. Sus posibles primeros usos pueden encontrarse en Lisboa en 1147, donde sabemos de la fundae baleárica, la máquina de Guillermo el León de Escocia en Wark en 1174 (que contaba con una eslinga), la “eslinga baleárica” de Ricardo Corazón de León a finales del siglo XII y los fonevols de Jaime I de Aragón. Cualquiera de ellos pudo ser un trebuchet, pero en ningún de los casos nos permiten las fuentes estar seguros de ello. El trebuchet dependía del uso de un largo y flexible brazo de madera, como el del mangonel, pero unido a un eje con el que pivotaba. El lado corto y grueso llevaba una especie de caja para colocar grandes pesos en ella –piedras o plomo– para actuar como contrapeso. En el extremo más largo y delgado se ataba una eslinga. Este extremo se bajaba, haciendo que se elevara el contrapeso. Entonces en la eslinga se colocaba el proyectil, quizá una gran roca. Un gatillo liberaba el brazo, que pivotaba hacia arriba gracias al contrapeso. La eslinga era empujada entonces por encima del extremo delgado, lanzado el proyectil. Es probable que en el siglo XII se hicieran experimentos con el trebuchet. En el siglo XIII el arma ya existía y no tardó en ser reconocida como la más poderosa de las máquinas de asedio. El efecto del contrapeso y de la eslinga suponían que se podían lanzar piedras mayores y con mayor fuerza. Ahora los que asediaban tenían mejores esperanzas de poder derribar gruesos muros. Egidio Colonna, que trabajó para Felipe IV, rey de Francia (1285-1314), podía describir cuatro tipos de trebuchet. Un experimento posterior, realizado por Napoleón III, creó un trebuchet que podía lanzar una piedra de 11kg a unos 182m. Un experimento moderno ha demostrado que se necesita un contrapeso de 24 t para lanzar una piedra de 1000kg y que ésta era bastante precisa. El impacto del trebuchet en la guerra de asedio fue enorme. Un trebuchet de Jaime I de Aragón contra el castillo de Ibiza sólo lanzó diez piedras; fue bastante para hacer que los defensores se rindieran. En Castelnaudry, en el siglo XIV, se encogieron tres grandes piedras para ser lanzadas. La primera derruyó una torre, la segunda destruyó una habitación y la tercera se hizo añicos al chocar, matando a muchos defensores. El trebuchet podía dañar o destruir incluso muros macizos y equilibró la lucha entre el ataque y la defensa. En el siglo XIV hizo su aparición una nueva arma. Al principio no pareció demasiado impresionante. La pólvora posee una larga historia y se conocía ya en la antigua China, aunque aparentemente sólo se utilizaba para hacer fuegos artificiales. Roger Bacon, el fraile y científico occidental, describe experimentos con pólvora en 1249. Un escritor árabe del mismo siglo también experimentó con polvos explosivos y en el siglo XIV los moros utilizaron la pólvora en España. El Manuscrito Milemete, de 1326, contiene la descripción de una especie de cañón con forma de jarrón y con un agujero de contacto listo para disparar una cuerda como la de una ballesta. Durante la primera mitad del siglo XIV se conocen varias referencias del uso de la pólvora y los cañones en la Europa occidental, incluidas Inglaterra, Bélgica, Italia y España. Eduardo III de Inglaterra utilizó diez cañones en el asedio de Calais y en 1345 no había menos de un centenar en la Torre de Londres. Al principio el ruido de los cañones parece haber causado más impresión que sus balas; pero en el siglo XV ya eran efectivos y eficientes. Se fabricaron en número creciente y se convirtieron en el pilar de los asedios. La palabra cañón procede del griego kanun, que significa tubo. Un antiguo cañón es un tubo octogonal con un alma redonda. Tiene una recámara martilleada en su sitio durante el fundido. Para hacer las armas se utilizaban latón y otras formas de bronce, pero no tardó en ser evidente que el hierro fundido era el mejor material para ellas. Al principio, los cañones se colocaban sobre un soporte para apuntarlos hacia abajo o atados a una placa de madera para elevar el arma y dirigirla calzándola con cuñas por debajo. En el siglo XV encontramos plataformas con rueda. Los cañones se cargaban bien mediante una recámara móvil o un dispositivo similar. La recámara se llenaba con pólvora y una mecha aplicada contra el agujero de contacto del tubo. La recámara se cerraba con un puñado de madera blanda para que actuara de separación entre la carga y la bala. La madera saltaría como un corcho, con la intención de que no estallara la recámara. La recámara móvil se unía al cañón mediante un aro de hierro y luego se rellenaba con estopa. A mediados del siglo XV ya se fabricaban algunos cañones muy largos.

domingo, 28 de junio de 2009

Sobreviviendo a un ataque nuclear táctico (parte final)

Descontaminación

Estos procedimientos asumen, claro esta, que hayas tenido la posibilidad de escapar de la detonación, retirarte de la línea de fuego y limpiarte en un lugar seguro.
Los vehículos y grandes piezas de equipo se pueden descontaminar con sistemas de agua a presión montados en camiones. Las personas pueden ir a una unidad d descontaminación móvil, que tiene una serie de refugios sellados en los que cada hombre se quita la ropa y se ducha.
Si no se dispone de estas unidades deberás intentar hallar una fuente de agua descontaminada. Quítate toda la ropa: estará polvorienta. Sacúdela y cepillala. Lávala y aclárala, y después la tiendes o la envías a una unidad de lavandería. Descontaminas tu arma cepillándola y pasándole un trapo. Después lávate meticulosamente con jabón y agua –en una ducha si es posible- para quitarte el polvo y las partículas irradiadas. Mientras te lavas, presta especial atención a las zonas con vello, a los orificios del cuerpo y a las arrugas. Friégate bien las manos y las uñas. Después de lavarte deberás medirte con un debitómetro. Si sigues contaminado, lávate otra vez. Cuando estés libre de contaminación, ponte ropa limpia. Un escenario más probable será aquel en el que el caos producido por los ataques nucleares tácticos impedirá la descontaminación mas elemental. Si esto sucede, tu misión se convertirá entonces en elemento prioritario y habrá que considerar en segundo plano la salud de tus hombres y sus dosis radiactivas. Habrá que emplear con más cuidado a los hombres con una dosis mayor y su exposición deberá ser controlada. Muertos vivientes

Los bomberos de Chernobyl fueron un buen ejemplo de hombres trabajando en condiciones de “guerra”. Muchos sabían que habían recibido dosis casi letales y, con esta idea en mente, aceptaron que ya estaban “muertos” y siguieron combatiendo el fuego. Puede que resulte difícil asimilar este espíritu de sacrificio en una emergencia que no sea de proporciones continentales. Con Chernobyl en mente, merece la pena recordar que se han construido centrales nucleares en todo el mundo y hasta una guerra convencional podría convertirse en “sucia” por la radiación ocasionada por los daños de combate sufridos por una central nuclear.

Señalización meticulosa

Se cuelga una señal triangular en una valla que rodea una zona. La señal es blanca, con la palabra ATOM en la cara contraria a la zona contaminada. EN la otra cara se indicará la dosis, la fecha y la hora de la lectura, así como la fecha y hora de la detonación que produjo la contaminación. Las señales se deberán colocar lo bastante juntas para que sea imposible pasar entre ellas sin verlas.
Si tienes que pasar por una zona contaminada deberás llevar un equipo NBQ completo.
Se protegerán los equipos acorazados portapersonal y los de combate, pero si vas en un vehículo de carrocería desprotegida, desplázate con la mayor rapidez posible, esquivando las nubes de polvo que se levanten. Evita el contacto con cualquier objeto en la zona contaminada.
Después de atravesar la zona, utiliza equipos de descontaminación para tu vehículo y tu persona. Puede que tengas que usar equipo aliado o incluso del enemigo, por lo que es importante familiarizarse con los diferentes modelos. El Pacto de Varsovia tiene una amplia gama de equipos; algunos sistemas van montados en vehículos, pero otros, como el RDP-4V, es un equipo portátil de mochila que se asemeja más a un equipo de fumigación. Otros llevan latas de 20 litros o están especialmente diseñados para descontaminar armas como ametralladoras o morteros. Después de la bomba

En un entorno posterior a un ataque nuclear en territorio nacional, la supervivencia y el mantenimiento del orden tendrán prioridad absoluta. Incluso en un pequeño grupo de hombres o mujeres civiles puede constituir un núcleo en torno al que se pueda restituir el orden.

viernes, 26 de junio de 2009

Como sobrevivir a un ataque nuclear (parte segunda)

Protección

Para sobrevivir debes adoptar medidas defensivas antes, durante y después de una explosión. Antes de la detonación hay que atrincherarse profundamente y colocar protección superior; incluso un poncho proporciona alguna protección, pero un metro de tierra es aún mejor. Las tapias de ladrillo de 0,60 metros o el hormigón de 0,66 metros reducen la radiación en un 50 por ciento. Hay que llevar puesto el traje y la máscara de protección NBQ.
Durante la explosión, ponte a cubierto. Si estás en campo abierto, no intentes buscar un abrigo si, para ello, fuese necesario avanzar varios metros. Túmbate boca abajo con los pies apuntando a la explosión. No mires hacia la deflagración, es “más brillante que mil soles”, según la descripción que hizo un superviviente japonés de una de las bombas atómicas de la Segunda Guerra Mundial. Te cegará temporalmente o incluso para siempre. Quédate donde estás para que hayan pasado los efectos de la onda de choque y del vacío. Descontaminación cuidadosa

Tras la explosión, permanece a cubierto hasta que cese la lluvia radiactiva. Descontamina tu ropa y tus equipos. Quita la suciedad que haya caído sobre tu trinchera y amontónala lejos de ella.
Todas las heridas se deberán cubrir para impedir la entrada de partículas alfa y beta. Las quemaduras causadas por la bola de fuego, el fogonazo o la radiación se deberán lavar con agua limpia y tapar. La radiación reduce la resistencia a las infecciones, por lo que habrá que adoptar sencillas precauciones contra las infecciones respiratorias.
Las raciones herméticas tales como la Composition, la MRE o la Ración T pueden resistir a la mayor parte de la contaminación originada por la radiación: los productos lácteos frescos y los alimentos con un alto contenido de sal o de conservantes son los que más tienden a contaminarse. El agua de manantiales y pozos subterráneos es la que menos se contaminará. No consumas agua que ha permanecido desprotegida durante las primeras 48 horas a partir de la detonación. Cuando se produce el ataque de un arma nuclear táctica, las fuerzas de combate en las inmediaciones sufren los devastadores efectos de la explosión en sí, las consecuencias de la tremenda diferencia de temperaturas o las heridas producidas por las toneladas de escombros arrojadas a kilómetros de distancia. Algunos recibirán una dosis de radiación tal que les matará en el plazo de unas pocas horas; quienes los haya pillado más lejos, recibirán una dosis proporcionalmente inferior: quizás tan pequeña como la normal durante una sesión hospitalaria de Rayos X. Otro problema importante será el de la contaminación radiactiva de alimentos, agua y equipos. Puede que también tengas que encargarte de civiles heridos dentro de tu zona de operaciones o que intentan huir dominados por el pánico de las potenciales zonas objetivo. Recuerda que un arma nuclear puede ser detonada tanto por fuerzas aliadas como enemigas. Puedes estar algo más alerta respecto a un ataque nuclear “propio”, pero el secreto operacional implica que este aviso se dé con muy reducido preaviso. Armas nucleares tácticas

Las armas nucleares se emplearán como parte de un plan de ataque o de contrataque. Si estás en el lado defensivo y es el enemigo el que ataca, debes estar preparado para los subsiguientes bombardeos convencionales y también frente a las fuerzas enemigas terrestres. También ante un ataque “aliado” debes estar preparado para reaccionar con rapidez, ya que tu unidad puede formar parte de la fuerza de contrataque, sobre todo si ésta ha sufrido bajas. En tu unidad se medirá la radiación de dos modos. Los debitómetros se emplean para localizar la contaminación radiológica y para medir el ritmo con el que se absorbe la radiación nuclear; los dosímetros se usan para medir la radiación nuclear total recibida por un individuo. Todos los hombres llevarán un dosímetro, que puede asemejarse a un bolígrafo o a un reloj digital de pulsera. Las dosis se miden en rads. Bajo determinadas circunstancias, algunos hombres pueden acumular un número de rads mayor que el de otros y es importante echar una ojeada a los dosímetros con regularidad.

jueves, 25 de junio de 2009

Sobreviviendo a una explosión nuclear (primera parte)

La supervivencia ante ataques nucleares es parecida a la que se practica en climas árticos, pero peor. Hay muchísima teoría, pero la práctica se basa en las dos bombas atómicas lanzadas al final de la Segunda Guerra Mundial y las pruebas efectuadas desde 1945. Cuando un arma nuclear explosiona entran en juego tres factores letales: el calor y la luz, la fuerza expansiva y la radiación.
El calor y la luz de la explosión alcanzan temperaturas superiores a la del Sol en incluyen rayos ultravioleta, infrarrojos y de luz visible que incineran la materia orgánica y además prenden fuego a todos los materiales inflamables, como la madera. La única buena noticia al respecto del fogonazo nuclear es que sólo dura unos pocos segundos.La fuerza expansiva llega de dos formas: una onda de choque inicial y después los vientos que se originan por la succión del aire hacia la zona de vacío creada por la fuerza explosiva. La onda de choque destruye los edificios y el efecto de vacío derriba las estructuras previamente debilitadas por la onda. Está el peligro de los cristales y pequeños objetos en vuelo, además del derrumbamiento de los edificios. El elemento radiactivo
El tercer elemento, que es la característica más perturbadora de las armas nucleares, es la radiación. Llega de dos formas: la radiación emitida por la explosión y la radiación residual. En la explosión se emiten tres tipos de radiación: alfa, beta y gamma.
Las partículas alfa no perforan la protección superior de una trinchera de tiro, pero pueden ser ingeridas o inhaladas. Las partículas beta pueden causar quemaduras en una piel desprotegida y, si son ingeridas, atacan el conducto gastrointestinal, los huesos y la glándula tiroides. Los uniformes NBQ y las máscaras antigás proporcionan protección. Las partículas gamma son altamente dañinas y, aunque viajan a mayor lentitud que las alfa y las beta, afectan a todas las células del cuerpo.

Síntomas de enfermedad
Los síntomas de la exposición a la radiación son la náusea, los vómitos y el debilitamiento. La piel puede tornarse gris y desarrollar úlceras. La radiación recibida en la explosión es mayor que la radiación residual que se produce durante el resto de la semana. Y en los primeros días se recibe una dosis de radiación mayor que en la que se recibiría en la misma zona durante toda la vida. Es pues de una importancia crítica permanecer a cubierto durante el inicio de un ataque nuclear. Tipos de explosión

Las armas nucleares se pueden detonar en tres modos: explosión aérea, en tierra y subterránea.
La explosión subterránea produce un cráter y muestra parte de la bola de fuego. La onda y la radiación varían según el tamaño del arma y la profundidad de su explosión. No obstante, las explosiones subterráneas sólo se emplean normalmente en pruebas nucleares. La detonación en tierra produce una explosión en la que la bola de fuego toca el suelo. Aquí produce un cráter y una onda de choque, calor y radiaciones inicial y residual. La radiación residual es especialmente densa, ya que el “hongo” de fuego succiona hacia arriba escombros que posteriormente deja caer al suelo junto a la lluvia radiactiva. La radiación afecta al suelo adyacente a la explosión y también convierte en radiactivos los equipos. Preferencia militar

En el estremecedor leguaje de la guerra nuclear, una explosión de superficie es “sucia”, ya que produce una gran cantidad de lluvia radiactiva que puede alejarse de la zona del blanco gracias al viento y contaminar otras áreas. El “atractivo” de una explosión en el aire es el impulso electromagnético (IEM) que origina, que quema todas las comunicaciones radiofónicas y telefónicas a menos que dispongan de protección contra la misma. En términos tácticos, destruye las comunicaciones del enemigo y mata a muchos de sus hombres en la zona del objetivo, pero deja el campo de batalla razonablemente “limpio” para las tropas propias.