En el momento justo una masa de carros de combate rodeó el flanco británico en una amplia maniobra. El objetivo de la división era El Adem, un punto de cruce de dos caminos nativos que se esperaba estuviese defendido por una pequeña guarnición. El Adem, sin embargo, resultó ser un “box” fuertemente defendido por una brigada. La división dividida en tres grupos de batalla, avanzó confiada hacia el objetivo, desconocedora del peligro que afrontaba, hasta que un preciso e intenso bombardeo cayó sobre ella. Tras la cortina de fuego llegaron los blindados británicos. La 9ª se dispersó y se perdió el contacto, no sólo entre los grupos de batalla, sino también con el Africa Korps. Las divisiones panzer también encontraron problemas viéndose en una situación bajo presión, pero la 90ª División Ligera no podía ofrecer ayuda, pues sus propias unidades, avanzando a través de la inmensidad del árido desierto hacia El Adem, estaban sin compañía y sin apoyo.
En la mañana del 28 de mayo, primero un grupo de batalla y luego el otro de los que también se habían perdido restablecieron contacto, seguidos durante el día por la artillería divisional. La 90ª División renovó su avance y se dirigió hacia el oeste para unirse al Africa Korps. El camino apareció bloqueado por un vasto campo de minas y la 90ª División se detuvo. Los primeros intentos del 900º Batallón de Ingenieros de abrir una brecha en las defensas fueron rechazados por un destructivo y preciso fuego de artillería; los zapadores fueron enviados a otro sector y consiguieron abrir un corredor en tres horas. Los vehículos de la 90ª División fueron canalizados a través de este estrecho pasillo por donde las compactas columnas avanzaban lentamente. Los hombres, irritados e impacientes por el retraso, estaban notablemente nerviosos, causado éste por el descubrimiento, más allá del campo de minas abierto por los zapadores, de que había otro campo de minas abierto por los zapadores, de que había otro campo de minas, que también tenía que ser abierto. Antes de que llegase la orden, un solitario bombardeo británico, cruzando el campo de batalla, arrojó bengalas y después lanzó una pequeña tanda de bombas. El pánico estalló en la división, el grupo de vehículos en cabeza se lanzó hacia delante, sobrepasando a los zapadores que hacían su trabajo y entrando en el terreno aún sin limpiar por lo que varios volaron inmediatamente por los aires. El sonido de las explosiones extendió el rumor de que la RAF estaba bombardeando la columna. Era, desde luego, un blanco apetecible, una masa de autos inmóviles e incapaces de escapar. El caos estalló cuando los conductores, exhaustos por la falta de sueño e incapaces de pensar con claridad, dirigieron sus camiones fuera de las cintas de señalización, en plena zona sin aclarar de minas y volaron por los aires.
0 comentarios:
Publicar un comentario