Así escribió el poeta italiano Tetrarca, en Parma, el 19 de mayo de 1348, el amargo lamento estaba dirigido a su hermano, único sobreviviente de un monasterio habitado por treinta y cinco personas victimas de la Peste Negra.
La epidemia sacudió a Europa a partir de 1347, y el cataclismo se llevo a muchos de los mejores amigos de Tetrarca incluso a la joven y hermosa Laura, quien inspiro alguno de sus mejores poemas y que murió en abril de 1348.
La enfermedad y la muerte no eran ajenas a las sucias ciudades y aldeas de la Europa medieval. Pero la Peste Negra fue una visita devastadora. Se cree que se inicio en Asia Central, se propago a China y la India y luego a Crimen y Europa. La epidemia se difundió por las rutas comerciales, y su portadora fue la rata negra, que alojaba a la pulga Ceratophyllus fasciatus, portadora del bacilo de la peste.
Los guerreros tártaros, que en 1346 sitiaron el puerto de Caffa en la costa de Crimen, fueron una vía de entrada de la peste a Europa: sus tropas la padecían: usaron catapultas para arrojar los cadáveres tras las murallas de la ciudad y contaminaron a los habitantes (otro de los tantos registros históricos de la guerra bacteriológica en el pasado). Los comerciantes que huyeron de Génova llevaron la peste consigo.
La forma mas común de la enfermedad era la peste bubónica, caracterizada por dolorosas hinchazones negras, o bubones, en las ingles y axilas. Otros síntomas eran vómitos, fiebre y delirio, pero a veces las victimas se recuperaban al cabo de unos días. Las plagas neumónicas y septicémicas eran más virulentas y afectaban los pulmones y el torrente sanguíneo, respectivamente. En el caso de la septicémica, era común que una persona perfectamente sana la contrajera durante el día y muriera por la noche.
Italia fue uno de los primeros países de Europa en ser alcanzado por la peste, y los poetas Tetrarca y Boccaccio son solamente dos de los muchos escritores que nos legaron crónicas acerca de sus trágicos efectos. Al principio, cuando las victimas recibían ceremonias fúnebres, las iglesias evitaban tocar las campanas para que no cundiera el pánico. Pero luego las victimas fueron tan numerosas que los cadáveres eran lanzados a la fosa común, sin ninguna clase de funeral.
Sobre todo la Peste Negra parecía personificar la ira de Dios que caía sobre la humanidad pecadora.
En Alemania, Flandes y algunos lugares de Francia, los “flagelantes” realizaban grotescos actos de penitencia: hombres y mujeres se flagelaban hasta el frenesí, con látigos de puntas metálicas, para expiar sus pecados. Procesiones de hasta 1.000 figuras con capuchas negras recorrían los campos hacia las ciudades y aldeas. Los hombres las precedían, seguidos de las mujeres. Ante la mirada del populacho, formaban un gran círculo y se desnudaban hasta la cintura, apilando sus ropas en el centro del círculo. Luego, a una señal del líder, se arrojaban al suelo, generalmente con los brazos extendidos, como crucificados. Blandiendo un látigo de varias colas con puntas metálicas, el cabecilla pasaba entre ellos y azotaba a quienes adoptaban ciertas posturas, destinadas especialmente para los pecadores: los adúlteros se postraban boca abajo y los perjuros se tendían de costado alzando tres dedos. Después, a otra señal, todos se azotaban a si mismos con látigos similares, fustigándose las espaldas y pechos, animados por tres o cuatro de sus colegas colocados en el centro del circulo.
En junio de 1348, la Peste Negra cruzo el canal de la Mancha, tomando su primer bastión ingles en Melcombe Regis, que actualmente es parte de Weymouth, en Dorset, condado costero del sur de Inglaterra. Aunque el culto de los flagelantes nunca arraigo en las Islas Británicas, estas sufrieron muerte y devastación como el resto de Europa. Sin campesinos ni ganaderos que las cuidaran, las cosechas se pudrían en el campo y el ganado huía. Los clérigos sucumbían ante la enfermedad junto con los demás, o huían de sus congregaciones contagiadas. En todas partes, los padres cargaban a sus hijos muertos, hacia las fosas comunes.
“El hedor de estas fosas era tan intenso que nadie se atrevía a acercarse a los cementerios”. Escribió William Dene, un monje de Rochester, en Kent. Nadie sabe cuantos murieron en Europa, pero se calcula que la Peste Negra cobro 20 millones de victimas. En Inglaterra, la primera oleada diezmo un tercio de la población, y brotes subsiguientes, en 1400, la redujeron a dos millones.
El resultado fue una explosiva alza salarial para las clases trabajadoras que sobrevivieron. Los obreros se hicieron tan escasos que exigían, y recibían, cuantiosos aumentos. Muchos campesinos duplicaron sus ingresos de un solo golpe o abandonaron a sus terratenientes para recibir mejor paga en otras partes, acelerando así el cambio social que se gestaba, pues se habían erosionado las relaciones entre señores y vasallos.
A fines de la Edad Media, desaparecieron miles de aldeas europeas. En Inglaterra, un 20% de las aldeas fueron abandonadas y olvidadas: solo se supo de ellas siglos después, mediante la fotografía aérea. No todo se debió a la Peste Negra, las hambrunas ya habían provocado daños, y con el alza del comercio lanar, los terratenientes convirtieron la tierra cultivable en pastizales y acabaron con las comunidades agrícolas.
Pero la Peste Negra fue el factor principal que despobló las tierras en una escala casi inimaginable. No fue sino hasta 1600cuando el continente recupero el nivel de población previo a la peste.
También fue una catástrofe global. La peste devasto el mundo islámico y diezmo a la población nómada de las estepas euroasiáticas.
Entre 1200 y 1393, la población de China se redujo a la mitad. Los historiadores chinos culparon a los invasores mongoles, pero la verdadera causa probablemente haya sido la Peste Negra.
1 comentarios:
MUY BUEN DATO
INTERESANTE ME CONCENTRE EN SERIO....
MUCHAS GRACIAS....
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