Aunque los caballos fueron usados en batalla desde tiempos muy antiguos, la primera fuerza militar asociada de la que se tiene constancia fue la de los carros. El primer uso atestiguado de la misma se produjo en Mesopotamia, donde escenas sumerias del año 2500 a.C., aproximadamente, muestran a guerreros conduciendo “carros de guerra”, que eran vehículos pesados, estrechos y largos. El auriga se sentaba delante del guerrero, que arrojaba jabalinas desde las aljabas que llevaba en los costados. Los carros estaban provistos de cuatro ruedas sólidas de tres secciones unidas, que probablemente se acoplaban en ejes fijos mediante largos cilindros de forma que cada rueda pudiera girar independientemente de las demás. Sin embargo, la ausencia de un eje frontal pivotante hacia, con toda probabilidad, volcar el carro en los giros a gran velocidad. Había asimismo vehículos de dos ruedas, más manejables que los de cuatro, pero en los que solo podía viajar un hombre, por lo cual se usarían probablemente para llevar mensajes y transportar a los oficiales. Los carros de guerra eran arrastrados por cuatro équidos, que podían ser burros o híbridos de onagro y asno; en aquel tiempo los caballos eran prácticamente desconocidos en el Cercano Oriente. Las líneas de control pasaban a través de unas argollas metálicas dispuestas en la vara de arrastre y también por unos aros acoplados al hocico de los animales. Al tirar de las riendas, el auriga podía muy bien detener el carro, pero para el control de la dirección debía recurrir a vocees de mando o al uso de un látigo o un aguijón. El yugo se usaba para unir solo a dos de los animales. El tercero iba atado con colleras, con lo que la potencia de tracción que podía desarrollarse era obligadamente limitada. Sin embargo, al tener menos peso del que tirar, ese animal llevaría un paso mas rápido, incitando a los uncidos a imitarle. Los ensayos demuestran que el vehiculo de cuatro ruedas alcanzaba velocidades de 15 a 20 Km. /h. Los carros eran propiedad del estado, cedidos a los hombres que iban a la guerra y después devueltos. Una ciudad-estado sumeria, Umma, tenía una unidad de 60 vehículos, y otras poblaciones urbanas mantendrían sin duda fuerzas equivalentes, a cargo en muchos casos de miembros de la casa real. Es común ver en los relieves carros de dos hombres persiguiendo o aplastando a enemigos caídos, en una representación típica de modelos posteriores. Tan solo cabe especular sobre sus usos; por ejemplo, el hecho de que llevaran jabalinas lleva a pensar que se acercaban bastante a las tropas enemigas. Un carro de tal peso, tan baja velocidad y tan delicada maniobrabilidad debía asumir un gran riesgo al adentrarse entre las huestes enemigas. Cuando los soldados se hubieran acostumbrado a estos carros de guerra, es probable que desarrollaran métodos para vencerlos. No aparecen representaciones de carros en batalla en los últimos tres siglos del III milenio a.C.; es probable que se abandonara su uso. Lo que se necesitaba era un carro ligero, animales más dóciles y mejores medios de control. Estos factores tuvieron primero un efecto en el Cercano Oriente en el primer cuarto del II milenio a.C.: En primer lugar, el caballo apareció de nuevo en la región, después de una presencia inicial en Anatolia hacia el año 3000 a.C.: Aunque pequeños para las normas modernas, estos caballos igualaban o superaban a los demás équidos en tamaño y velocidad, y eran mas domables y elegantes. Pronto llego su empleo en los carros. Hacia el siglo XX a.C. empiezan a aparecer en las ilustraciones anatolias carros abiertos con ruedas de rayos tirados por un par de caballos uncidos. Sin embargo, el vehiculo se controlaba con una única rienda unida a un aro en el hocico del animal, por lo que la gobernabilidad seguía siendo escasa. Hacia el siglo XVIII a.C., las ilustraciones sirias muestran un par de riendas para dirigir a cada animal, lo que indica claramente la introducción del bocado y la brida. Al mismo tiempo reaparece el motivo del “auriga que guía su carro sobre enemigos caídos”, lo que demuestra que al menos algunos reyes llevaban sus carros al campo de batalla. A mediados del siglo XVII a.C.:, si no antes, estaban claramente en uso carros montados por un auriga y un guerrero, este armado con arco y aljaba, si bien al principio apenas sumaban unas docenas. El carro se convirtió así en un arma de guerra que domino las batallas del final de la Edad del Bronce en el Próximo Oriente. Durante el transcurso del II milenio a.C.: empezaron a usarse carros en Europa, Asia y el norte de África, así como en Asia Central, India y China.
miércoles, 15 de octubre de 2008
Los carros de guerra en las batallas de la antiguedad
Al final del Neolítico, los pueblos de Europa y Asia empezaron a domesticar animales que podían montar o usar como fuerza de tiro. En la región póntica septentrional, ya en torno al año 4000 a.C.: había hombres capaces de cabalgar. Hacia la misma época, los asnos empezaron a ser domesticados en Egipto y el sudoeste de Asia, mientras que los camellos bactrianos en la meseta irania y los dromedarios en el sur de la península Arábiga lo fueron en el curso del siguiente milenio. El elefante indio fue domado en el seno de la civilización del valle del Indo (entre 2500 y 1750 a.C.), aunque la domesticación de los elefantes africanos en el norte de África hubo de aguardar a los últimos siglos del I milenio a.C. De estos animales, el uso militar del burro, tras un breve periodo de gloria, se dedico casi por completo al transporte de carga, mientras que los camellos tuvieron un empleo muy limitado en batalla. En cambio los elefantes asumieron un notable rol militar, y los caballos sustentaron la base de los carros y la caballería, dos de las armas principales, respectivamente, de las fuerzas de las edades del bronce y del hierro.
Aunque los caballos fueron usados en batalla desde tiempos muy antiguos, la primera fuerza militar asociada de la que se tiene constancia fue la de los carros. El primer uso atestiguado de la misma se produjo en Mesopotamia, donde escenas sumerias del año 2500 a.C., aproximadamente, muestran a guerreros conduciendo “carros de guerra”, que eran vehículos pesados, estrechos y largos. El auriga se sentaba delante del guerrero, que arrojaba jabalinas desde las aljabas que llevaba en los costados. Los carros estaban provistos de cuatro ruedas sólidas de tres secciones unidas, que probablemente se acoplaban en ejes fijos mediante largos cilindros de forma que cada rueda pudiera girar independientemente de las demás. Sin embargo, la ausencia de un eje frontal pivotante hacia, con toda probabilidad, volcar el carro en los giros a gran velocidad. Había asimismo vehículos de dos ruedas, más manejables que los de cuatro, pero en los que solo podía viajar un hombre, por lo cual se usarían probablemente para llevar mensajes y transportar a los oficiales. Los carros de guerra eran arrastrados por cuatro équidos, que podían ser burros o híbridos de onagro y asno; en aquel tiempo los caballos eran prácticamente desconocidos en el Cercano Oriente. Las líneas de control pasaban a través de unas argollas metálicas dispuestas en la vara de arrastre y también por unos aros acoplados al hocico de los animales. Al tirar de las riendas, el auriga podía muy bien detener el carro, pero para el control de la dirección debía recurrir a vocees de mando o al uso de un látigo o un aguijón. El yugo se usaba para unir solo a dos de los animales. El tercero iba atado con colleras, con lo que la potencia de tracción que podía desarrollarse era obligadamente limitada. Sin embargo, al tener menos peso del que tirar, ese animal llevaría un paso mas rápido, incitando a los uncidos a imitarle. Los ensayos demuestran que el vehiculo de cuatro ruedas alcanzaba velocidades de 15 a 20 Km. /h. Los carros eran propiedad del estado, cedidos a los hombres que iban a la guerra y después devueltos. Una ciudad-estado sumeria, Umma, tenía una unidad de 60 vehículos, y otras poblaciones urbanas mantendrían sin duda fuerzas equivalentes, a cargo en muchos casos de miembros de la casa real. Es común ver en los relieves carros de dos hombres persiguiendo o aplastando a enemigos caídos, en una representación típica de modelos posteriores. Tan solo cabe especular sobre sus usos; por ejemplo, el hecho de que llevaran jabalinas lleva a pensar que se acercaban bastante a las tropas enemigas. Un carro de tal peso, tan baja velocidad y tan delicada maniobrabilidad debía asumir un gran riesgo al adentrarse entre las huestes enemigas. Cuando los soldados se hubieran acostumbrado a estos carros de guerra, es probable que desarrollaran métodos para vencerlos. No aparecen representaciones de carros en batalla en los últimos tres siglos del III milenio a.C.; es probable que se abandonara su uso. Lo que se necesitaba era un carro ligero, animales más dóciles y mejores medios de control. Estos factores tuvieron primero un efecto en el Cercano Oriente en el primer cuarto del II milenio a.C.: En primer lugar, el caballo apareció de nuevo en la región, después de una presencia inicial en Anatolia hacia el año 3000 a.C.: Aunque pequeños para las normas modernas, estos caballos igualaban o superaban a los demás équidos en tamaño y velocidad, y eran mas domables y elegantes. Pronto llego su empleo en los carros. Hacia el siglo XX a.C. empiezan a aparecer en las ilustraciones anatolias carros abiertos con ruedas de rayos tirados por un par de caballos uncidos. Sin embargo, el vehiculo se controlaba con una única rienda unida a un aro en el hocico del animal, por lo que la gobernabilidad seguía siendo escasa. Hacia el siglo XVIII a.C., las ilustraciones sirias muestran un par de riendas para dirigir a cada animal, lo que indica claramente la introducción del bocado y la brida. Al mismo tiempo reaparece el motivo del “auriga que guía su carro sobre enemigos caídos”, lo que demuestra que al menos algunos reyes llevaban sus carros al campo de batalla. A mediados del siglo XVII a.C.:, si no antes, estaban claramente en uso carros montados por un auriga y un guerrero, este armado con arco y aljaba, si bien al principio apenas sumaban unas docenas. El carro se convirtió así en un arma de guerra que domino las batallas del final de la Edad del Bronce en el Próximo Oriente. Durante el transcurso del II milenio a.C.: empezaron a usarse carros en Europa, Asia y el norte de África, así como en Asia Central, India y China.
Aunque los caballos fueron usados en batalla desde tiempos muy antiguos, la primera fuerza militar asociada de la que se tiene constancia fue la de los carros. El primer uso atestiguado de la misma se produjo en Mesopotamia, donde escenas sumerias del año 2500 a.C., aproximadamente, muestran a guerreros conduciendo “carros de guerra”, que eran vehículos pesados, estrechos y largos. El auriga se sentaba delante del guerrero, que arrojaba jabalinas desde las aljabas que llevaba en los costados. Los carros estaban provistos de cuatro ruedas sólidas de tres secciones unidas, que probablemente se acoplaban en ejes fijos mediante largos cilindros de forma que cada rueda pudiera girar independientemente de las demás. Sin embargo, la ausencia de un eje frontal pivotante hacia, con toda probabilidad, volcar el carro en los giros a gran velocidad. Había asimismo vehículos de dos ruedas, más manejables que los de cuatro, pero en los que solo podía viajar un hombre, por lo cual se usarían probablemente para llevar mensajes y transportar a los oficiales. Los carros de guerra eran arrastrados por cuatro équidos, que podían ser burros o híbridos de onagro y asno; en aquel tiempo los caballos eran prácticamente desconocidos en el Cercano Oriente. Las líneas de control pasaban a través de unas argollas metálicas dispuestas en la vara de arrastre y también por unos aros acoplados al hocico de los animales. Al tirar de las riendas, el auriga podía muy bien detener el carro, pero para el control de la dirección debía recurrir a vocees de mando o al uso de un látigo o un aguijón. El yugo se usaba para unir solo a dos de los animales. El tercero iba atado con colleras, con lo que la potencia de tracción que podía desarrollarse era obligadamente limitada. Sin embargo, al tener menos peso del que tirar, ese animal llevaría un paso mas rápido, incitando a los uncidos a imitarle. Los ensayos demuestran que el vehiculo de cuatro ruedas alcanzaba velocidades de 15 a 20 Km. /h. Los carros eran propiedad del estado, cedidos a los hombres que iban a la guerra y después devueltos. Una ciudad-estado sumeria, Umma, tenía una unidad de 60 vehículos, y otras poblaciones urbanas mantendrían sin duda fuerzas equivalentes, a cargo en muchos casos de miembros de la casa real. Es común ver en los relieves carros de dos hombres persiguiendo o aplastando a enemigos caídos, en una representación típica de modelos posteriores. Tan solo cabe especular sobre sus usos; por ejemplo, el hecho de que llevaran jabalinas lleva a pensar que se acercaban bastante a las tropas enemigas. Un carro de tal peso, tan baja velocidad y tan delicada maniobrabilidad debía asumir un gran riesgo al adentrarse entre las huestes enemigas. Cuando los soldados se hubieran acostumbrado a estos carros de guerra, es probable que desarrollaran métodos para vencerlos. No aparecen representaciones de carros en batalla en los últimos tres siglos del III milenio a.C.; es probable que se abandonara su uso. Lo que se necesitaba era un carro ligero, animales más dóciles y mejores medios de control. Estos factores tuvieron primero un efecto en el Cercano Oriente en el primer cuarto del II milenio a.C.: En primer lugar, el caballo apareció de nuevo en la región, después de una presencia inicial en Anatolia hacia el año 3000 a.C.: Aunque pequeños para las normas modernas, estos caballos igualaban o superaban a los demás équidos en tamaño y velocidad, y eran mas domables y elegantes. Pronto llego su empleo en los carros. Hacia el siglo XX a.C. empiezan a aparecer en las ilustraciones anatolias carros abiertos con ruedas de rayos tirados por un par de caballos uncidos. Sin embargo, el vehiculo se controlaba con una única rienda unida a un aro en el hocico del animal, por lo que la gobernabilidad seguía siendo escasa. Hacia el siglo XVIII a.C., las ilustraciones sirias muestran un par de riendas para dirigir a cada animal, lo que indica claramente la introducción del bocado y la brida. Al mismo tiempo reaparece el motivo del “auriga que guía su carro sobre enemigos caídos”, lo que demuestra que al menos algunos reyes llevaban sus carros al campo de batalla. A mediados del siglo XVII a.C.:, si no antes, estaban claramente en uso carros montados por un auriga y un guerrero, este armado con arco y aljaba, si bien al principio apenas sumaban unas docenas. El carro se convirtió así en un arma de guerra que domino las batallas del final de la Edad del Bronce en el Próximo Oriente. Durante el transcurso del II milenio a.C.: empezaron a usarse carros en Europa, Asia y el norte de África, así como en Asia Central, India y China.
Publicado por Proletario en 10/15/2008 02:38:00 p. m.
Etiquetas: Historia antigua, Historia de la guerra, Historia universal, Tecnologia militar
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