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miércoles, 8 de octubre de 2008

Mohenjo Daro, una ciudad del futuro en el pasado

Cuando la gente comenzó a reunirse en ciudades, en vez de en aldeas, enfrento una serie de nuevos problemas: si alguien quería tirar sus desperdicios o satisfacer ciertas necesidades, ya no podía usar, como antes, el campo o la zanja mas cercanos. En Mohenjo Daro, una de las grandes ciudades de la civilización del valle del Indo, los gobernantes solucionaron esto ingeniosamente: construyeron el primer sistema de drenaje. Los hogares de Mohenjo Daro contaban con baños y excusados. Las aguas residuales salían por medio de tubos de barro hacia los drenajes de la ciudad, que corrían bajo las calles. Había pozos negros y alcantarillas colocados a intervalos, lo que permitía a los trabajadores municipales entrar a destapar las cañerías. Con el tiempo los residuos fueron saliendo hacia los vertederos lejos de la ciudad. Uno puede pensar, ¿Qué tiene eso de grandioso?, claro, para nuestros días nada; solo que esta particular civilización del Indo surgió hacia el 2500 a.C., cuando pequeñas comunidades de campesinos colonizaron los fértiles valles del río, en lo que hoy es Pakistán. Aquí, al igual que en Mesopotamia, el clima era sofocante y las escasas lluvias implicaban que la irrigación fuera vital para la agricultura. El Indo era propenso a inundaciones, aunque con una fuerza especialmente aterradora y errática, alimentada por los deshielos del Himalaya. Los diques y canales que controlaban las inundaciones requerían constante atención, y tal vez esto condujo al desarrollo de una forma especialmente fuerte de gobierno central. Todo parece sugerir que los gobernantes tenían un inmenso poder, no solo para regir las poblaciones, sino también para construirlas a partir de casi nada. Además de drenaje central, los pueblos del Indo hicieron otra revolucionaria aportación: la planificación urbana.
Mientras que las ciudades de Mesopotamia crecieron de manera caprichosa, las del río Indo se construyeron con base en patrones establecidos. Esta titánica labor seguramente requirió supervisores que coordinaron los trabajos de miles de albañiles e ingenieros. Más de un centenar de ciudades han sido identificadas; de ellas las más notables son las que se construyeron sobre gigantes terraplenes para elevarlas sobre el nivel de inundación. Las ciudades más grandes fueron Harappa y Mohenjo Daro, cada una con mas de 5 kilómetros de circunferencia, incluyendo una ciudadela fortificada y una ciudad baja. Unas calles muy rectas, en dirección norte-sur, se cruzaban con otras de sentido este-oeste. Las calles principales eran de hasta 10m de ancho, lo que sugiere un transito intenso y la celebración de desfiles. Pero las calles laterales eran mas estrechas, entre ellas serpenteaban callejones que pasaban por los conjuntos de viviendas. En las principales esquinas había chozas de una sola estancia: tal vez fueran puestos de guardia de un cuerpo policiaco. Nuestro conocimiento de esta civilización tiene fascinantes lagunas, pues aunque los pueblos del Indo tenían un sistema de escritura, solo sobrevivieron algunos fragmentos de texto, aun no descifrados. Su forma de gobierno sigue siendo un misterio. Quizás tuvieron reyes, pero no se han descubierto tumbas reales. Algunos historiadores sugieren que existía un poder sacerdotal, en tanto que otros hablan de una especie de junta militar. Ciertamente, en estas ciudades muchos indicios sugieren una disciplina y regimentación soldadescas. Aun los innumerables adobes tenían un tamaño estándar: los cimientos y edificios municipales se construían con ladrillos de barro horneados y las casas, con adobes secados al sol. Los pueblos del Indo disfrutaban de la vida. Gustaban de jugar a los dados y tocaban silbatos de barro en forma de pájaros. Había juguetes para niños, como monos de cerámica que bailaban sobre cuerdas, en tanto que los monos reales eran mascotas. Los pájaros enjaulados cantaban en muchos hogares, y los pueblos del Indo posiblemente guardaban grillos y otros insectos sonoros en vasijas. Perros y gatos también eran mascotas populares, según lo revela el hallazgo de un adobe puesto a secar al sol y que tiene la huella de un gato sobre la cual se encima ligeramente la del perro que lo perseguía a toda prisa. Los rios eran surcados por barcas bien proporcionadas, de proas y popas altas, con mastil central y largos remos. En tierra transitaban camellos y caballos, y las cargas mas pesadas eran transportadas en las carretas de bueyes con dos ruedas, como las que en la actualidad se ven en las aldeas de la India. Tenían las mismas redilas altas a los lados, e incluso la misma distancia de 1,06m entre las ruedas. Los excedentes de riqueza que producían estos campesinos revelan que los comerciantes hacían pingües negocios con Mesopotamia. También llevaban cobre de Baluchistán; plata y plomo de Rajastán; oro, latón y lapislázuli de Afganistán; plomo y conchas del sur de la India; turquesas de Irán y jade del Lejano Oriente. No se han hallado templos fastuosos, y se sabe muy poco de las creencias religiosas de los pueblos del Indo, quienes al parecer cayeron ante las invasiones arias en 1500 a.C. Se han hallado figuras de arcilla de una diosa de la fertilidad, así como de una figura masculina sentada con un tocado de cuerno, que tal vez sea una versión primitiva de Shiva, dios de la destrucción y renovación de la religión Hinduista.

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