Forjadas en Persia y en Siria, donde la técnica de damasquino era floreciente, espadas de gran valor fueron exportadas a todos los mercados, incluidos los europeos, donde llegaron a ser una competencia para las de Toledo o las de Nassau.
Las espadas en damasquino oriental presentan un diseño ondulado sobre fondo oscuro, debido a los sucesivos laminados y compactaciones del acero en fase de forjadura. La elaboración confiere elasticidad y dureza al arma que, una vez pulida, señala con un jaspeado característico (el damasquino, precisamente) los diversos planos de soldadura puestos al descubierto bajo el fondo de las laminas inferiores (esta técnica de forjadura se emplea también en la India, pero con resultados generalmente mediocres).
Las formas de las espadas orientales son bastante diversas e identifican casi siempre una nación y, tal vez directamente una etnia. Excluyendo intencionadamente las armas Japonesas, que merecen ser tratadas en un post ellas solas, simplemente voy a detallar algunas espadas orientales igualmente bellas pero menos legendarias como las armas japonesas.
El Kora
Esta espada típica de las tribus gurkha del Nepal, gentes guerreras a quienes se debe la invención del kukri, tiene una forma muy característica.
La hoja, gruesa y pesada, se presenta recta en los dos primeros tercios, luego se alarga bruscamente en una punta en pata de oca combada hacia el dorso.
El filo pasa por todo el lado derecho convexo de la espada y se prolonga sobre los dos arcos cóncavos que diseñan la punta. La longitud de la espada oscila alrededor de los 60cm; el arma puede ser decorada con motivos ornamentales en ambos lados del filo. La empuñadura, metálica, esta delimitada por un arrial discoidal, y esta tapada en la parte superior por otro elemento discoidal, rematado por una gran muñequilla hemisférica. El kora es extremadamente compacto, tiene el centro de gravedad muy escorado hacia la punta, y es muy apropiado para un empleo de corte.
El pata
Espada característica de las tribus maratas de la India sudoccidental, constituida por una doble hoja de doble filo y punta, resolvía de manera completa el problema de proteger la mano del guerrero. El puño estaba formado por un agarradero, contenido en el interior de una cubeta prolongándose en un brazal, siempre metálico, que llegaba hasta la mitad del antebrazo de quien lo empuñaba.
El borde superior del brazal llevaba una concha con función de dragona. La fantasía de los orfebres se manifestaba sobre la superficie, más bien grande, ofrecida por este extraño puño, creando motivos ornamentales finamente repujados y dorados. Es una particularidad muy curiosa de esta arma el que las hojas sean de fabricación europea.
El uso de estas espadas extremadamente difícil por el tipo de empuñadura, que causaba una prolongación rígida del antebrazo, era de tajo y estoque con tendencia mas pronunciada por esta ultima particularidad a causa de su escasa manejabilidad.
El Khanda
Esta espada fue adoptada en toda la India; por lo tanto, puede ser considerada la espada nacional y, por consiguiente, no característica de un grupo étnico.
Esta constituida por una larga hoja recta, de filos paralelos o ligeramente divergentes hacia la punta, que termina en forma de triangulo.
Existen también espadas de un filo y dorso.
El puño, revestido de paño para un asimiento cómodo, esta protegido por una larga guarnición de latón, que se une con el pomo de disco; de él surge un extremo, de unos 8cm, con funciones, ya de empuñadura suplementaria para la mano izquierda, ya de apéndice hiriente para ser usado en el cuerpo a cuerpo. Las características de esta arma la hacen idónea para ser usada para golpear, tanto de tajo como de estoque, con ligero predominio para los golpes de tajo
La cimitarra
Sable característico de las regiones de influencia persa, representa la manufactura de mayor precio exportada desde Oriente Medio, en el ámbito de las armas blancas largas.
La hoja gruesa y pesada, alcanza una longitud de más de 70cm y es, generalmente, de acero damasquino. Presenta una curvatura extremadamente armónica, con el filo en la parte convexa, que termina en una punta aguda. Las caras de la hoja muestran grabados de carácter religioso, y a veces también la firma del maestro espadero incrustada en oro.
El puño es el típico de las espadas otomanas: en cruz, con dos pequeños escudos en el centro, que se corresponden con la pletina de la hoja. Existen también cimitarras de hojas resplandecientes o con empuñadura de brazos replegados hacia la hoja, para contener mejor en las paradas las espadas enemigas.
La empuñadura, hecha de madera, asta o marfil, obviamente según la posición social del propietario, esta formada por dos plaquitas redondeadas, fijadas al mango por unos tornillos y terminando en la parte superior con un pomo replegado hacia delante y recubierto a veces por una capucha metálica.
Al empuñar una buena cimitarra se percibe que su centro de gravedad esta gradualmente adelantado. Es el peso el que la hace eficaz en el ejercicio de los golpes de tajo típico de los combates a caballo sin, a pesar de ello, prejuzgar la eficacia de las técnicas de estoque.
La Shashka o Shabshka
Un sable totalmente carente de puño fue adoptado por las tribus caucasianas y las tropas cosacas; la shashka o shabsska. La carencia de puño esta justificada por el hecho de que, tratándose de un arma particular de pueblos acostumbrados a combatir a caballo, las defensas de la mano eran menos necesarias que en el caso del combate cuerpo a cuerpo. La hoja, de una longitud aproximada a los 80cm, tiene una presentación casi recta, con un filo y un tercio que pertenece al yerman Terminal; se inserta en el talón en una empuñadura de madera frecuentemente recubierta de plata niquelada y unida en la parte superior de un pomo a dos crestas que forman una ligera boquilla torcida hacia el filo.
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