A menudo se ha criticado con dureza a Weyrother por su conducta temeraria. No obstante, se debería señalar que sus observaciones eran correctas y que, en aquellas circunstancias, el plan era apropiado. Lo que Weyrother y los rusos no sabían era que Napoleón había ordenado al mariscal Davout que realizara una marcha forzada desde Viena con todo o parte de su cuerpo para llegar al campo de batalla el día 2 de diciembre. El 1 de diciembre por la tarde Davout se encontraba a 8km de Telnitz, después de haber cubierto 65km con 10.000 hombres en un solo día. Realmente era un logro extraordinario. Sin embargo, por todo lo que se ha escrito sobre la batalla de Austerlitz, las probabilidades, la posición y el plan estaban a favor de los aliados.
La niebla precedió al “sol de Austerlitz”, cubriendo el terreno bajo durante varias horas. Desde los Pratzen, el zar Alejandro I y su Estado Mayor apenas podían ver al Goldbach abajo. El tiempo atmosférico favoreció a los franceses. Davout despertó a sus hombres temprano con la esperanza de llegar a Telnitz antes del ataque ruso. Aunque la niebla no desbarató las columnas aliadas en los montes, la naturaleza misma de esas columnas y las maniobras en oblicuo que era necesario para trasladar 40.000 hombres hacia el sudoeste llevaron a la confusión cuando regimientos y mandos se entrelazaban.
Quizás el mayor defecto de los ejércitos aliados en ese fatídico día fue la falta de un liderazgo centralizado. Cada columna tenía un comandante y órdenes específicas, pero ningún general dirigía la batalla después de haber distribuido las órdenes.
El general Weyrother, que propuso el plan, era un oficial del Estado Mayor, y el zar Alejandro había dejado al margen al general Kutusov, el general ruso de mayor antigüedad el día de la batalla. El emperador Francisco I de Austria era un mero observador, y en cualquier caso no era soldado. Si los planes hubieran ido como correspondía, esto no hubiera sido un problema, pero los cambios en la batalla requerían una estructura de mando adecuada. La confusión entre los montes Pratzen se solucionó finalmente después de una demora de dos horas.
Cuando las columnas descendían hacia el Goldbach, el ataque se produjo a oleadas, permitiendo a los franceses dirigirse al punto crítico según iban apareciendo, en vez de realizar un único ataque violento y aplastante. Aunque el número de rusos pesaba demasiado cuando tres de las cinco columnas entraron en las posiciones francesas de Telnitz y Sokolnitz, a las 09:30 horas la llegada a tiempo de los refuerzos de Davout fue suficiente para evitar que se rompiera la línea. Se quedaron dos columnas aliadas, pero, dadas las circunstancias, a ninguna se le destinó a romper el Goldbach. El general Buxhowden controlaba el asalto sobre el flanco derecho francés, y mientras la mayor parte de su mando estaba involucrado en un acalorado combate entre Telnitz y Sokolnitz, mantenía en reserva a la cuarta columna del general Dmitry Dokhturov (1756-1816).
Una vez que la división de Davout había apuntalado las defensas francesas, Buxhowden no consiguió entregar esas fuerzas. La lucha era desesperada y el peso de otra columna podría haber hecho girar al flanco francés claramente, pero no se envió y el Estado Mayor del zar no podía ver el combate del Goldbach desde su posición en los montes. En cualquier caso, era imposible cambiar la situación, ya que Napoleón, observando que las columnas aliadas dejaban los Pratzen ordenó a dos cuerpos de infantería, a su Reserva de Caballería y a la división de granaderos que atacaran en los montes.
El avance del cuerpo francés sorprendió a los aliados. A las 10:00 horas, sólo la Guardia Imperial rusa y dos divisiones austrorusas permanecían en los montes. Las dos divisiones del mariscal Soult avanzaron hacia la cumbre, donde se enfrentaron a los regimientos austriacos y rusos. Estos lucharon con fuerza pero no consiguieron detener el ataque francés. El I Cuerpo del mariscal Bernadotte se trasladó directamente al Steré Vinohrady (viñedos antiguos), el cuartel general de los aliados.
El zar Alejandro y el emperador Francisco I tuvieron que huir de su posición de ventaja cuando el gran Duque Constantino (1779-1831) dirigía a la Guardia Imperial rusa al contraataque. La lucha por el control de lo Pratzen fue violenta. Aunque finalmente las divisiones de Soult echaron de los montes a los austriacos y a los rusos, y Bernadotte paralizo a la Guardia rusa, Napoleón desplegó sus reservas, entre ellas a su propia Guardia Imperial, para asegurar la zona. Poco después de las 13:00 horas el ejercito aliado estaba partido en dos, las columnas del Goldbach se habían separado de los rusos al mando del general Bagration, que estaba situado al norte de los Pratzen. El centro ruso se reagrupo desesperado y organizo una retirada.
El tenaz Bagration retuvo al V Cuerpo del mariscal Lannes en la carretera de Olmütz durante gran parte de la mañana. Sin embargo, la victoria de Napoleón en los montes permitió la entrada del cuerpo de caballería del mariscal Murat a primera hora de la tarde. El ataque desvío en seguida al flanco ruso. A lo largo del Goldbach, los franceses expulsaron con éxito a los rusos de Telnitz y Sokolnitz, pero estaban agotados.
Buxhowden todavía tenia a sus reservas, pero al mediodía la situación en los Pratzen estaba clara y el general ruso se preparo para enfrentarse a un ataque del cuerpo de Soult por el norte. Atrapados entre dos cuerpos franceses y con los estanques helados en su retaguardia, Buxhowden logro sacar a sus columnas mientras Soult descendía de los montes.
La victoria de Napoleón fue decisiva y completa. El ejército aliado, dividido ahora en tres (Bagration, el zar y Buxhowden) intento con desesperación retirarse en cierto orden y reunirse con sus camaradas en algún lugar hacia el este, hacia Austerlitz.
Los franceses perseguían y hostigaban, aunque con cautela, a la columna en retirada ya que la caballería rusa y austriaca conducía hábilmente la retaguardia manteniendo la distancia. Cuatro días después, el príncipe John Liechtenstein (1760-1836), emisario de Francisco I, firmo un armisticio que ponía fin a la guerra de la Tercera Coalición.
Glorioso, el sol de Austerlitz saludaba con orgullo al Emperador Napoleón el grande.
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