Esta maniobra ejercía sobre el aparato y sobre su tripulación unas solicitaciones especialmente intensa. Para tener garantía de éxito era preciso efectuarla según una secuencia de actos cuidadosamente programada. Durante el picado, el Ju.88 alcanzaba una velocidad de 650km/hora y era impresionante el espectáculo del avión lanzado a esta velocidad contra las ráfagas de balas trazadoras disparadas por la defensa antiaérea. Dice un piloto de aquellos tiempos: “La primera vez parecía imposible que pudiéramos salir de aquello. La realidad era que nos acercábamos al blanco muy rápidamente y que en picado no éramos un blanco fácil. Después de dos o tres misiones conseguíamos no preocuparnos”
Se comenzaba el picado a 3.000 metros de altura, y la maniobra duraba quince segundos. Al alcanzar los 1.500 metros sobre el objetivo, entraba en acción un avisador acústico, señal de prepararse para soltar la bomba. Cuatro segundos después, cuando la altitud era de 1.000 metros, el navegador, que observaba atentamente el altímetro, daba un golpe en la espalda del piloto, quien pulsaba el disparador. Instantáneamente, un mando automático llevaba el equilibrador a su posición máxima, para enderezar en morro del aparato, que iniciaba la ascensión, mientras los tripulantes se veían sometidos a una brutal aceleración. Este punto, en el que se reducía enormemente la velocidad, era el de máxima vulnerabilidad del avión. En zonas de gran defensa antiaérea, los pilotos no remontaban inmediatamente, sino que se alejaban del blanco volando a baja cota. En 1940 se puso a punto el dispositivo de apunte periscópico, que permitía un bombardeo en vuelo horizontal casi tan preciso como el del picado. De esta forma, el Ju.88 se pudo utilizar de ambas maneras: la táctica escogida dependía de las condiciones meteorológicas. Un piloto ingles que conoció el devastador poder del Ju.88 dijo: “Hubo varios aviones alemanes de gran calidad, mas con la excepción del Fw.190, ninguno suscito mi admiración como el Ochenta y ocho de Junkers”. Desde septiembre de 1939 hasta los primeros meses de 1945, 10.774 bombarderos salieron de las líneas de montaje alemanas en unas veinte versiones distintas. Además de ello hubo 6.150 ejemplares de la versión de caza de este versátil aparato. Como bombardero fue especialmente eficaz en la batalla de Inglaterra, muy superior, por supuesto, al Ju-87 Stuka.
Demostrándose una vez mas la excelencia y la perfección diseñado en la brillante mente de Adolf Hitler.
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