“La movilidad y la sorpresa caracterizaban a las expediciones militares dirigidas por Genghis Khan y sus comandantes, y el caballo era crucial para estas tácticas y estrategia. Los caballos podían ser considerados, sin exageración alguna, como los misiles balisticos intercontinentales del siglo XIII. La batalla del río Kalka, al sur de Rusia, es un buen ejemplo del tipo de campaña que sostenía Genghis Khan para conquistar territorios y del papel esencial del caballo. Después de su relativamente fácil conquista de Asia Central entre 1219 y 1220, Genghis Khan envió alrededor de 30.000 soldados dirigidos por Jebe (Jebei) y Subedei (Subutai), dos de sus mejores comandantes, para llevar a cabo una incursión de exploración en el oeste. Los mongoles, en su primer encuentro, aparentaron retirarse y atrajeron en su persecución a un destacamento muy superior de caballería georgiana. Cuando los mongoles pensaron que los caballos georgianos estaban agotados, se encaminaron hacia donde tenían caballos de repuesto, los cambiaron y entonces cargaron contra los desperdigados georgianos. Los arqueros, que estaban escondidos con los caballos de reserva, apoyaron a la caballería con una lluvia de flechas según derrotaban de forma aplastante a los georgianos”.
En las campañas largas los guerreros mongoles preferían cabalgar en yeguas, atando normalmente tres y hasta cuatro animales para cambiar de montura cuando la que montaban estaba fatigada. Los caballos pastaban en los prados de las estepas, por lo que no era necesario transportar forraje. Los mongoles, a su vez, podían subsistir al menos parcialmente con la leche de las yeguas y cuando hacia falta incluso con su sangre, (realizando pequeños cortes en el cuello del animal, bebían la suficiente sangre como para alimentarse sin dañar en absoluto al animal, ya acostumbrado a esta especie de simbiosis) Las historias mongolas relatan que un caballo que se había distinguido por su bravura en la batalla jamás era sacrificado para comida. Al final de su vida útil el caballo era retirado a los pastos, y cuando un guerrero moría, se mataba a su caballo y ambos eran enterrados juntos para que cabalgaran por la eternidad como espíritus.
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