Ametralladora Maxim
Esta ametralladora, inventada en 1884 por el célebre electricista y fecundo ingeniero americano Hiram Stevens Maxim, fue la primera, y por tanto la más antigua, de todas las ametralladoras automáticas, en su época, por sus excelentes condiciones y funcionamiento, fue la más generalizada.
Se fabricaron varios modelos que difieren únicamente por ligeros pormenores.
Adoptada a principios de siglo por Inglaterra, Alemania, Suiza, Rusia, Japón y la mayoría de las marinas de otros países,
fue utilizada ampliamente por todos los países beligerantes durante la Primera Guerra Mundial y parcialmente por algunos en la Segunda;
ha permanecido en el ejército soviético hasta 1945, y en el de China continental hasta 1952. Ha sido utilizada sobre montaje de ruedas de trineo, de parapeto, de trípode, etc. según el servicio al cual iban destinadas.
De ella, cuando expiró su patente, se derivaron, la también famosa Vikers inglesa, consistente en una versión más simplificada y reducida de peso (18kg) que ha permanecido en el ejército británico como ametralladora estándar del tipo medio desde 1912 hasta 1967.
Y la alemana Parabellum M.G. (11kg), versión altamente refinada de la Maxim, refrigerada por aire debido a que se diseñó como arma principal a ser montada en aviones o zeppelines, usándose posteriormente por la infantería en la Primera y Segunda Guerra Mundial.
Es una máquina típica de las que para su automatismo, aprovechan la fuerza de retroceso, por tanto en cuadrada en el primer grupo de los mencionados y es,
como ya dijimos, la primera de funcionamiento totalmente automático y también la primera que funciona por el retroceso del cañón junto con su sistema de cierre en el momento del disparo.
Se la distingue fácilmente porque su cañón va dentro de un cilindro de bronce que se llena de cuatro litros de agua para retardar su calentamiento.
Funcionamiento El mecanismo de cierre es de los llamados de “articulación de rodilla” por su semejanza de funcionamiento con esta parte del cuerpo.
La cara anterior del bloque de cierre tiene una guía vertical móvil que se engarza a tres cartuchos (del mismo modo que un cargador de fusil lo hace):
el superior, que se encuentra en la canana; el del centro, que están en la recámara, y debajo la vaina disparada.
En el momento del disparo retrocede el cierre, la guía saca de la canana el cartucho que tiene previamente sujeto, y de la recámara, la vaina del recién disparado.
Por la acción del mecanismo, baja la guía y con ella el cartucho superior hasta que queda frente a la recámara.
En este momento avanza el cierre, con lo que queda cargado el cañón y la vaina vacía en el tubo de expulsión que hay debajo.
Sube la guía, resbalando en ella el cartucho que hay dentro de la recámara y también la vaina vacía que, al llegar al extremo inferior de la guía,
se desprende de ésta y queda en dicho tubo, engarzando la parte superior el cartucho siguiente que le presente la canana en su avance intermitente.
La cinta-canana entra por el costado derecho y sale vacía por el izquierdo. Consta de dos cintas de lona, entre las que se colocan 250 cartuchos, los cuales quedan sujetos y separados entre sí por medio de unas chapitas de metal.
Este arma pesa unos 25kg y su trípode otro tanto.
Tiene una cara posterior del cajón de mecanismos dos empuñaduras cilíndricas de bronce, y entre ellas dos botones donde se apoyan los pulgares, que hacen funcionar el disparador.
Al mantener la presión sobre éstos se suceden los disparos automáticamente a razón de 600 por minuto.
En algunos modelos, además del tipo de empuñadura mencionada, existe una pistola entre ambas con el correspondiente arco de guardamonte, dentro del cual se encuentra el disparador.
De la bondad de este sistema da claro testimonio el hecho acontecido en la Primera Guerra Mundial, en la batalla del Somme,
el 22 de agosto de 1916, en donde faltaron 250 cartuchos para llegar a un millón el número de los disparos durante doce horas, por diez ametralladoras Vickers,
sin más paradas que las necesarias para aceitar, recargar, cambiar cañones desgastados y suministrar agua al sistema refrigerante (aproximadamente cien cañones desgastados y más de 50 litros de agua evaporados, reemplazándola con orina cuando se agotó ésta).
Al final, las ametralladoras estaban tan en perfecto orden de funcionamiento como al principio de esta acción bélica.
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