En Estados Unidos de América, una vez acabada la guerra civil, la lógica e incesante demanda de armamento se paró, por lo que el doctor Gatling buscó nuevo mercado en el viejo continente, en donde cada país, si no estaba en guerra con su vecino, se preparaba para ella.
Otra ametralladora de accionamiento manual fue la Gardner, cuyo inventor, el capitán del ejército estadounidense William Gardner, diseñó y construyó en 1874 un arma de repetición consistente básicamente en cañones colocados en forma paralela y cercana, los cuales estaban acoplados a un bloque que contiene en su interior dos cierres de recámara (uno para cada cañón) con sus mecanismos de disparo y extracción. Estos cierres eran accionados en movimiento de vaiven alternante, de tal forma que cuando uno estaba en su posición de cierre de recámara, el otro permanecía enteramente abierto para permitir alimentar el cartucho procedente de un sector de alimentación de recámara, al cual le llegaban los cartuchos desde un único cargador vertical, en donde eran sujetados por el reborde del culote y deslizados hacia el arma por su propio peso. Los mencionados émbolos de bloqueo y disparo, así como el selector de alimentación de cartuchos eran accionados por el movimiento de una manivela manejada por el operador del arma; un segundo operador proveía de nuevos cargadores o alimentaba con cartuchos el cargador instalado, permitiendo así una cadencia sostenida de fuego de trescientos disparos por minuto. En una prueba realizada en 1879 se dispararon diez mil cartuchos en 27 minutos y 37 segundos. Este arma extremadamente fiable y segura, no fue aceptada en los Estados Unidos (quizá por estar satisfechos con la Gatling). Fue ofrecida por su inventor a Inglaterra, nación que rápidamente la adoptó en 1882 para su ejército y su marina en versiones de dos y cinco cañones, siendo reemplazada en 1890 por una nueva ametralladora (la Maxim), permaneciendo, no obstante en inventario del ejército hasta 1926. Ya dijimos al principio, refiriéndonos al automatismo de las de las ametralladoras que éste se debía al aprovechamiento de la fuerza de retroceso del conjunto o al de la presión ejercida por la expansión de los gases de la pólvora en el momento del disparo. Ampliando un poco más estos dos grandes grupos, diremos que en ellos están basados el funcionamiento de todas las armas, automáticas existentes, ya sea pistola, fusil o ametralladora.
Tenemos comprendida en el grupo primero todas las que hacen retroceder, mucho o poco, el cañón con su sistema de cierre durante un corto período de tiempo para que, en un momento dado, al pararse el cañón, se desbloquee el cierre y siega este último alejándose hasta finalizar su ciclo de recorrido. (La ametralladora Maxim está comprendida en este sistema, así como gran número de pistolas automáticas.) Del segundo grupo, que comprende todos los sistemas que aprovechan la presión de los gases, tenemos dos subdivisiones (ambas con cañón fijo y que sólo retrocede el aparato de cierre).
a) Cuando el mecanismo de cierre (cerrojo, émbolo, corredera, etc.) retrocede directamente impulsado por la vaina del cartucho (ametralladora Swarzlose, subfusiles, metralletas y variedad de rifles y pistolas que disparan cartuchos de escasa potencia). b) Cuando el cierre retrocede directamente impulsado por un pistón accionado por el chorro de gases de la pólvora salidos por un orificio del ánima situado cerca de la boca del cañón del arma (ametralladora Browning, Hotchkiss, así como la mayoría de los fusiles de asalto actuales). Cualquiera de estos tres sistemas cumplen el ciclo repetitivo de introducir en la recámara un cartucho, dispararle (manteniendo la recámara cerrada hasta que la presión de los gases haya bajado a límites no peligrosos) y extraer la vaina recién disparada para volver a alimentar y repetir el ciclo, mientras exista munición o se mantenga la presión sobre el gatillo de disparo. Es obvio que la introducción del primer cartucho en recámara necesita siempre la intervención manual.
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