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sábado, 26 de septiembre de 2009

La batalla de Eylau. La caballeria de Murat aplasta al ejercito ruso (segunda parte)

En consecuencia, todo el cuerpo de Augereau empezó a marchar lentamente y sin rumbo por el valle, pero se dirigían hacia las líneas contrarias, y pasaban entre ellas, en vez de ir hacia delante. De repente la nieve dejó de caer y cesó el viento, y al aclararse el aire se descubrió que el cuerpo de Augereau se había desviado mucho de su camino y había dejado expuesto su flanco derecho a la principal batería rusa de 72 cañones, que estaba situada en el centro de su posición. Los asustados artilleros rusos no daban crédito a lo que veían sus ojos: un cuerpo francés entero con el flanco expuesto a su línea de fuego. Los cañones rusos bramaron ante el inmenso objetivo que se les presentaba, rompiendo las densas columnas con sus des cargas. Oficiales y hombres caían a montones y pronto se perdió todo sentido de cohesión bajo el fuego asesino de la artillería rusa. En menos de una hora más de 5000 soldados franceses cayeron muertos o heridos, entre ellos Augereau y dos de sus comandantes de división, y el VII Cuerpo, destrozado, salió del campo dejando abierto un gran espacio en la línea francesa. En un momento de la batalla pareció vislumbrarse una cierta victoria francesa, pero se transformó rápidamente en una crisis que podía significar la derrota para Napoleón. Viéndolo él mismo, el general Bennigsen envió a sus reservas de infantería y de caballería contra el espacio abierto en las posiciones francesas. Sin embargo, se precipitó para beneficiarse de la situación y el ataque estuvo mal coordinado. Aún así los rusos penetraron profundamente en las posiciones francesas, invadiendo algunos cuarteles generales y zonas de abastecimiento, y en cierto momento amenazaron con apoderarse de un hospital improvisado, donde los heridos franceses habrían quedado a merced de la infantería rusa. Un batallón ruso, separado del ataque principal, se dirigió al cuartel general de Napoleón directamente. El emperador lo observó con gran aplomo mientras detrás de él oficiales inquietos ordenaban a granaderos de la Vieja Guardia adelantarse con bayonetas fijas. Cuando a todos les parecía que los rusos se echarían sobre el emperador antes de que pudieran actuar los granaderos, el escuadrón de escolta personal de Napoleón sacó sus sables y cargó contra la cabeza de la columna rusa. Los 120 jinetes eran muy pocos para ocuparse de la columna masiva, pero se lanzaron sobre los rusos con una valentía casi suicida. Sufrieron mucho en el ataque, pero lograron que fuera más lento el avance del batallón ruso, lo cual permitió que más caballería francesa, abatiera por detrás mientras la infantería de la Guardia, que llegó entonces, los cerraba de golpe desde el frente. Los rusos fueron aniquilados. La carga de Murat

Nada podía haber confirmado mejor el peligro que suponía el espacio abierto en el centro francés que este incidente. Al observar el avance ruso por el catalejo, el emperador espió a más tropas enemigas que se apresuraban a ayudar en el ataque. En un instante supo que tenía que utilizar su poderoso Cuerpo de Reserva de Caballería para contraatacar el avance ruso. Napoleón reclamó a su lado al jefe de caballería más famoso de la época, el mariscal Joachim Murat (1767-1815). Murat era un gascón alto y apuesto. Su atuendo era extravagante e incluía una manta de piel de tigre para la silla de montar. En cierta ocasión Napoleón le había comparado con sorna con un caballista de circo, pero también había dicho de él que era el mayor jinete y el mejor jefe de caballería de toda Europa. Hijo de un posadero, Murat se había alistado de soldado raso en la caballería cuando tenía 20 años. Cuando estallo la Revolución, su consumada destreza como jinete y temeraria valentía en combate le hicieron conseguir una comisión de oficial y una promoción rápida. Murat conoció a Napoleón en 1795, cuando le llevaba al entonces general de brigada Bonaparte, apenas conocido, los cañones que disparaban el famoso “olorcillo a metralla” que conservaba el Directorio y con el que Napoleón gano su primer mando importante. Desde ese momento nunca se alejo de Napoleón, guiando a la caballería en la primera campaña italiana y en Egipto, donde su violenta carga llevo a los turcos al mar en la batalla de la bahía de Aboukir (1799). Participo en el coup d’état del 18 de Brumario, se caso con una hermana de Napoleón, Carolina (1782-1839) en 1800 y fue nombrado mariscal de Francia en 1804. a pesar de su cargo, Murat se encontraba como en casa cuando iba montado en la silla dirigiendo una carga desesperada. Durante el combate siempre se le podía encontrar en el grueso de la batalla, cargando contra el enemigo precipitadamente aunque de un modo excéntrico, solo iba armado con un látigo.
Napoleón evalúo su situación y rápidamente se dio cuenta de que el espacio abierto por el destrozado cuerpo de Augereau tenía que ser cauterizado antes de que los rusos aprovecharan la oportunidad. Se volvió hacia Murat y señalo hacia la poderosa fuerza rusa que se acercaba al centro francés diciéndole: “¿Va a permitir que esos tipos nos devoren?”. Murat comprendió inmediatamente y galopo a reunirse con el Cuerpo de Reserva de la Caballería para realizar un esfuerzo supremo contra el avance ruso. Los jinetes de Murat se habían pasado casi toda la batalla tiritando sobre sus sillas mientras esperaban con impaciencia su oportunidad de entrar en acción. Ese momento había llegado al fin, cuando Murat avanzo a la 2.ª División de coraceros de D’Hautpoul, junto con la 1.ª, 2.ª y 3.ª División de dragones, con la petición de que la Caballería de Guardia del mariscal Jean-Baptiste Bessiéres (1768-1813) estuviera preparada para apoyar el ataque. Cuando todo estuvo dicho, Murat tenía a mano a unos 80 escuadrones, que sumaban 11.000jinetes aproximadamente. Era la mejor caballería del mundo con el mejor comandante de caballería de la época a la cabeza. Los escuadrones formaron en líneas solapadas, escalonadas hacia el fondo. Los soldados se apretaban codo con codo, los sables desenfundados mientras sus caballos pateaban la nieve impacientemente, esperando la orden que anticipara el ataque.

2 comentarios:

julio dijo...

Gran personaje Murat,nunca había oido de el porque en la historia siempre queda Napoleon

Proletario dijo...

Bueno Julio, Napoleón opaca a cualquier otro personaje, de eso no hay duda.

Saludos y gracias por el comentario.