Dentro del campo marítimo, un explorador de reducidas dimensiones, pero muy útil, fue el Mitsubishi F1M, que había nacido a mediados de la década de los treinta con la idea de ser catapultado desde las grandes unidades de la flota japonesa. Era un hidroavión biplano que llegó a ser utilizado en numerosas misiones que ni siquiera se habían pensado a la hora de diseñar el proyecto original. Así, el F1M participó en operaciones de bombardeo en picado, apoyo táctico y caza. La versión F1M2 fue la más importante y la que alcanzó mayor número de ejemplares producidos. Fue puesta en servicio en 1941 y sus 1118 ejemplares se destinaron en gran parte a los grupos que se hallaban repartidos por las pequeñas islas del Pacífico. El aparato tuvo muy buenas ocasiones para demostrar no sólo su versatilidad, sino también la sencillez de su mantenimiento y su gran robustez. En el código aliado fue conocido como PETE.
Del mismo tipo del F1M, pero más moderno, fue el Aichi EI3A, aparato proyectado en 1938 y que empezó a combatir a fines de ese mismo año. El Aichi permaneció en primera línea desde el primer día de guerra hasta el último y alcanzó una producción de 1418 ejemplares. Al contrario de lo que había ocurrido en tantas otras ocasiones, solamente existió una versión base que ni siquiera sufrió modificaciones notables a lo largo del tiempo. En 1944 hicieron su aparición dos subseries, las F13A1a y E13A1b, que incorporaban ciertas modificaciones en la instalación de radio y estaban equipadas con aparatos de radar de búsqueda. El Aichi recibió en el código aliado el nombre de JAKE.
Gesta espectacular
En 1942, un aparato japonés llevó a cabo una acción realmente espectacular que fue explotada hábilmente por las autoridades niponas. Se trataba del Yokosuka E14Y1, que fue lanzado desde el submarino I-25 que navegaba a lo largo de las costas americanas. El avión llevaba, en el lugar del observador, cuatro bombas de fósforo de 76 kilogramos, que fueron arrojadas en las costas de Oregón, en una zona poblada de denso arbolado. La intención era provocar un terrible incendio. El fuego no fue, ni muchísimo menos, tan devastador como los japoneses habían deseado, pero la acción se había podido llevar a cabo y, por única vez en la historia de la guerra, un avión japonés consiguió bombardear el territorio de los Estados Unidos.
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