Mauricio subrayo la importancia de la disciplina entre las filas y decidió adiestrar un cuerpo de oficiales profesionales, basándose en las enseñanzas de Lipsio y en las lecciones de Vegecio. Las filas de mayor rango se nutrían de los nobles neerlandeses o eran nombradas por el estatúder, pero los oficiales jóvenes se abastecían con miembros de la clase media cuya riqueza personal les permitía sufragar el coste de mantener una compañía. Todos estaban sujetos a la disciplina y la instrucción militar y se les exigía que inculcaran esos mismos principios en sus tropas. Cada compañía al servicio holandés contaba con un capitán, un teniente y una enseña, junto con cinco suboficiales. La proporción entre oficiales y hombres de a pie era mas alta en esas formaciones, lo que permitía una mejor disciplina y control en el combate. Mauricio no se conformo con aplicar este sistema a los regimientos holandeses, sino que exigió que se extendiera a todos sus aliados. Las compañías extranjeras y sus capitanes se adiestraban junto a las líneas holandesas; de esta manera pudieron llevar a sus tierras de origen esta experiencia después de su servicio militar.
El sistema militar holandés fue incorporado a los ejércitos suecos e ingles a principios del siglo XVII. Gustavo Adolfo II, rey de Suecia, empleo oficiales procedentes del servicio holandés para adiestrar y dirigir sus regimientos y utilizo las ideas neerlandesas para desarrollar su propio sistema, inspirado en formaciones menos profundas y con mayor énfasis en la potencia de fuego. Las compañías de Gustavo Adolfo estaban formadas por un número similar de oficiales, pero algo superior de suboficiales; y el manejo de la caballería era un tanto diferente. El sistema sueco logro grandes éxitos, sobre todo en Breitenfeld, cuando los suecos vencieron abrumadoramente al despliegue, ya anticuado, del ejército imperial. El sistema militar holandés influyo asimismo en el ejército nuevo de Oliver Cromwell. Dado que un porcentaje elevado de las tropas de Mauricio de Nassau eran inglesas, su experiencia sirvió de poderoso influjo en la evolución del ejecito ingles, y los capitanes puritanos se equipararon rápidamente a los calvinistas neerlandeses en su desprecio por los católicos.
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