En su concepción original, el puñal fue el corto bastón afilado que, con su puño estrecho, sirvió de garra o diente artificiales a nuestros progenitores en la caza y, eventualmente, en la guerra. Como objeto, sufrió las evoluciones propias de todas las armas de invención primitiva: primero de asta o de cuerno, trabajado en punta y terminado en un mango; después, en la época de la piedra tallada, las que lo formaron fueron las astillas de silex, de unos 30 cm de longitud, moldeadas en una única pieza con el mango. Los puñales del Neolítico tenían una hoja en forma de hoja alargada, de punta aguda y con ambos lados afilados. La empuñadura estaba formada por una especie de mango ancho, astillado, destinado a estar revestido por una pieza de cuero que facilitaba su agarre. Con el descubrimiento y la adopción de los metales, el puñal, como el cuchillo, sufrió la transformación más importante: ser construido con dos piezas, hoja y empuñadura, sin presentar por ello una debilidad peligrosa en el punto de unión de ambos. Las hojas de cobre estaban aseguradas al mango o con un puño largo y pesado, que estaba remachado al final de la empuñadura, o con un pequeño pomo aplastado, fijado al mango con remaches de cobre. En la Edad de Bronce, los puñales volvieron a ser fabricados de una sola pieza, fundiendo en una única colada hoja y mango. Esta técnica de fabricación coexistía con la anterior, por lo que actualmente podemos encontrar hojas de bronce fijadas a la empuñadura mediante remaches, junto a puñales fundidos en una pieza. El sistema de fijación con remaches, dispuestos en semicírculo sobre una superficie ancha y poco alargada (comprende cerca de un tercio de la longitud total de la empuñadura), era suficiente para garantizar solidez a un arma corta de punta y, por lo tanto, su uso se prolongaba hasta que la longitud de la hoja no supero los 35 o 40 cm; hojas mas largas, empleadas para el tajo, pusieron en evidencia la fragilidad del punto de unión, y hasta la llegada del hierro fue aconsejable usar hojas fundidas con el mango a la vez. El uso del hierro permitió forjar mangos más fuertes sobre los que aplicar empuñaduras de diversos materiales; a menudo, el mismo mango podía soportar los estímulos mecánicos resultantes de un empleo violento del arma durante los combates cuerpo a cuerpo. Ya en la Edad del Bronce, la ornamentación de los puñales ofrece valiosos trabajos de ataujía con metales preciosos sobre los platos de las hojas y empuñaduras cubiertas por láminas de oro repujado. A diferencia del cuchillo, el puñal fue inicialmente un arma y solo mas tarde cuando su importancia bélica fue suplantada por la espada, se transformo en arma-objeto. Por esto permaneció como símbolo de casta social, arma auxiliar reservada a los poderosos: los emperadores romanos y los altos grados de la clase militar llevaban un pequeño puñal sin vaina, llamado “pugio”, colgado en el pecho como símbolo del derecho de vida o muerte. El puñal es un arma de pequeñas dimensiones, de una clientela selecta y adinerada; generalmente estaba adornado y acabado de un modo más cuidado que los cuchillos usados por el pueblo: esto explica por que algunos ejemplares que han llegado hasta nosotros están mejor hechos que los cuchillos.
jueves, 13 de agosto de 2009
El puñal, concebido para matar (parte primera)
La diferencia fundamental entre el puñal y el cuchillo estriba en que mientras que este ultimo se creo y se desarrollo como herramienta y arma blanca, el puñal siempre fue un arma y básicamente un arma utilizada por su punta. Además, el puñal esta provisto de arrial con dos secciones, ulterior diferencia con el cuchillo que solo presenta raramente esta particularidad; la empuñadura es coaxial al eje central de la hoja y no desviada hacia el dorso, como sucede con el cuchillo.
En su concepción original, el puñal fue el corto bastón afilado que, con su puño estrecho, sirvió de garra o diente artificiales a nuestros progenitores en la caza y, eventualmente, en la guerra. Como objeto, sufrió las evoluciones propias de todas las armas de invención primitiva: primero de asta o de cuerno, trabajado en punta y terminado en un mango; después, en la época de la piedra tallada, las que lo formaron fueron las astillas de silex, de unos 30 cm de longitud, moldeadas en una única pieza con el mango. Los puñales del Neolítico tenían una hoja en forma de hoja alargada, de punta aguda y con ambos lados afilados. La empuñadura estaba formada por una especie de mango ancho, astillado, destinado a estar revestido por una pieza de cuero que facilitaba su agarre. Con el descubrimiento y la adopción de los metales, el puñal, como el cuchillo, sufrió la transformación más importante: ser construido con dos piezas, hoja y empuñadura, sin presentar por ello una debilidad peligrosa en el punto de unión de ambos. Las hojas de cobre estaban aseguradas al mango o con un puño largo y pesado, que estaba remachado al final de la empuñadura, o con un pequeño pomo aplastado, fijado al mango con remaches de cobre. En la Edad de Bronce, los puñales volvieron a ser fabricados de una sola pieza, fundiendo en una única colada hoja y mango. Esta técnica de fabricación coexistía con la anterior, por lo que actualmente podemos encontrar hojas de bronce fijadas a la empuñadura mediante remaches, junto a puñales fundidos en una pieza. El sistema de fijación con remaches, dispuestos en semicírculo sobre una superficie ancha y poco alargada (comprende cerca de un tercio de la longitud total de la empuñadura), era suficiente para garantizar solidez a un arma corta de punta y, por lo tanto, su uso se prolongaba hasta que la longitud de la hoja no supero los 35 o 40 cm; hojas mas largas, empleadas para el tajo, pusieron en evidencia la fragilidad del punto de unión, y hasta la llegada del hierro fue aconsejable usar hojas fundidas con el mango a la vez. El uso del hierro permitió forjar mangos más fuertes sobre los que aplicar empuñaduras de diversos materiales; a menudo, el mismo mango podía soportar los estímulos mecánicos resultantes de un empleo violento del arma durante los combates cuerpo a cuerpo. Ya en la Edad del Bronce, la ornamentación de los puñales ofrece valiosos trabajos de ataujía con metales preciosos sobre los platos de las hojas y empuñaduras cubiertas por láminas de oro repujado. A diferencia del cuchillo, el puñal fue inicialmente un arma y solo mas tarde cuando su importancia bélica fue suplantada por la espada, se transformo en arma-objeto. Por esto permaneció como símbolo de casta social, arma auxiliar reservada a los poderosos: los emperadores romanos y los altos grados de la clase militar llevaban un pequeño puñal sin vaina, llamado “pugio”, colgado en el pecho como símbolo del derecho de vida o muerte. El puñal es un arma de pequeñas dimensiones, de una clientela selecta y adinerada; generalmente estaba adornado y acabado de un modo más cuidado que los cuchillos usados por el pueblo: esto explica por que algunos ejemplares que han llegado hasta nosotros están mejor hechos que los cuchillos.
En su concepción original, el puñal fue el corto bastón afilado que, con su puño estrecho, sirvió de garra o diente artificiales a nuestros progenitores en la caza y, eventualmente, en la guerra. Como objeto, sufrió las evoluciones propias de todas las armas de invención primitiva: primero de asta o de cuerno, trabajado en punta y terminado en un mango; después, en la época de la piedra tallada, las que lo formaron fueron las astillas de silex, de unos 30 cm de longitud, moldeadas en una única pieza con el mango. Los puñales del Neolítico tenían una hoja en forma de hoja alargada, de punta aguda y con ambos lados afilados. La empuñadura estaba formada por una especie de mango ancho, astillado, destinado a estar revestido por una pieza de cuero que facilitaba su agarre. Con el descubrimiento y la adopción de los metales, el puñal, como el cuchillo, sufrió la transformación más importante: ser construido con dos piezas, hoja y empuñadura, sin presentar por ello una debilidad peligrosa en el punto de unión de ambos. Las hojas de cobre estaban aseguradas al mango o con un puño largo y pesado, que estaba remachado al final de la empuñadura, o con un pequeño pomo aplastado, fijado al mango con remaches de cobre. En la Edad de Bronce, los puñales volvieron a ser fabricados de una sola pieza, fundiendo en una única colada hoja y mango. Esta técnica de fabricación coexistía con la anterior, por lo que actualmente podemos encontrar hojas de bronce fijadas a la empuñadura mediante remaches, junto a puñales fundidos en una pieza. El sistema de fijación con remaches, dispuestos en semicírculo sobre una superficie ancha y poco alargada (comprende cerca de un tercio de la longitud total de la empuñadura), era suficiente para garantizar solidez a un arma corta de punta y, por lo tanto, su uso se prolongaba hasta que la longitud de la hoja no supero los 35 o 40 cm; hojas mas largas, empleadas para el tajo, pusieron en evidencia la fragilidad del punto de unión, y hasta la llegada del hierro fue aconsejable usar hojas fundidas con el mango a la vez. El uso del hierro permitió forjar mangos más fuertes sobre los que aplicar empuñaduras de diversos materiales; a menudo, el mismo mango podía soportar los estímulos mecánicos resultantes de un empleo violento del arma durante los combates cuerpo a cuerpo. Ya en la Edad del Bronce, la ornamentación de los puñales ofrece valiosos trabajos de ataujía con metales preciosos sobre los platos de las hojas y empuñaduras cubiertas por láminas de oro repujado. A diferencia del cuchillo, el puñal fue inicialmente un arma y solo mas tarde cuando su importancia bélica fue suplantada por la espada, se transformo en arma-objeto. Por esto permaneció como símbolo de casta social, arma auxiliar reservada a los poderosos: los emperadores romanos y los altos grados de la clase militar llevaban un pequeño puñal sin vaina, llamado “pugio”, colgado en el pecho como símbolo del derecho de vida o muerte. El puñal es un arma de pequeñas dimensiones, de una clientela selecta y adinerada; generalmente estaba adornado y acabado de un modo más cuidado que los cuchillos usados por el pueblo: esto explica por que algunos ejemplares que han llegado hasta nosotros están mejor hechos que los cuchillos.
Publicado por Proletario en 8/13/2009 08:49:00 p. m.
Etiquetas: Armas antiguas, Armas blancas, Historia de las armas, Tecnologia militar
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario