Munición subsónica
Un supresor puede roscarse simplemente al extremo del cañón de un arma, y si se emplea con munición subsónica, se convierte en un silenciador. Pero cuando no se dispone de cartuchos de esta clase, entonces hay que empezar a pensar en el problema de reducir la velocidad de la bala, y esto no es algo que pueda conseguirse por el simple expediente de roscar un tubo lleno de pantallas.
La única forma de convertir una bala supersónica en subsónica es purgándole parte de los gases propelentes antes de que alcance la boca del arma, lo que significa hacer agujeros al cañón; estos deben ser los estrictamente necesarios y del tamaño correcto, pues de lo contrario solo conseguiremos disipar todos los gases y que la bala caiga mansamente al salir del tubo.
Esto supone una modificación importante del arma, y la forma usual de hacerlo es acortando el cañón, practicando unos agujeros en él y luego rodeándolo con una unidad silenciadora construida expresamente que atrape los gases aliviados y también apague el estampido de salida por la boca. Acortar el cañón también ayuda a reducir la velocidad, lo que supone que el producto final no es tan engorroso ni visible.
Sin embargo, hay que tener bien presente lo que sigue: los silenciadores no son adminículos pequeños que uno rosca en el extremo del arma y nadie se da cuenta. Si un aparato de estos ha de ser de utilidad, necesitara el suficiente espacio interior para que los gases se ralenticen y disipen, y eso significa tamaño. Para silenciar una pistola semiautomática de 9 mm Parabellum, por ejemplo, nos hará falta un tubo de unos 25 cm de longitud por 2,5 cm de diámetro: enrosca eso al cañón de una Lugar y tendrás un cachivache de gran tamaño.
Y una cosa mas: atenuar el estampido de salida de los gases y la bala es estupendo, pero cuando se usa un arma semiautomática o automática, habrá que disimular también el ruido que hacen los mecanismos al retroceder después del disparo, el de la expulsión del casquillo y el del cierre al bloquearse de nuevo. Por esta razón, quienes necesitan un arma silenciosa suelen recurrir a las armas de un solo disparo y dotadas con cierres de bloqueo positivo.
El numero de armas con silenciador disponibles crece cada día que pasa; esto se debe en parte a su utilidad en funciones antiguerrilla y antiterroristas, pero también (y por extraño que pueda parecer) a motivos de corte ambiental.
Veamos en primer lugar la ultima razón, y para hacerlo no hay nada mejor que traer aquí un párrafo del folleto con el que Heckler und Koch acompaña los silenciadores para sus fusiles: “El silenciador H&K ha sido desarrollado para usarlo en polígonos de tiro con el fin de reducir las molestias que provoca el ruido tanto en el tirador como en el vecindario local”.
El silenciador de H&K, de hecho, un supresor, toda vez que solo atenúa el estampido de la salida de los gases. Pero H&K aporta una serie de datos y cifras (que es mas de lo que hacen la mayoría de fabricantes) y sostiene que un fusil G3 de 7,62 mm en su versión normal produce 163 decibelios a dos metros de la bocacha y en ángulo recto respecto de la línea de tiro; el arma con silenciador solo produce 148 dB.
Es una caída de 15 dB, y para quienes no estén demasiado familiarizados con los decibelios diremos que un descenso de 10 dB significa reducir el volumen en la mitad, lo que es una sustancial disminución del ruido.
Pero el aspecto más “romántico” de las armas con silenciador se encuentra en el campo de las aplicaciones clandestinas y antiterroristas. La más famosa de ellas fue el subfusil Sten dotado de silencioso, desarrollado durante la Segunda Guerra Mundial para los Commandos y las fuerzas de la Resistencia.
Menos conocida que este fue la carabina De Lisle, que sin embargo era un arma aun más eficaz. La De Lisle consistía en un mecanismo Lee- Enfield modificado para poder utilizar el cartucho del 0,45 ACP (que es subsónico) y dotado de un voluminoso pero practico silenciador. Los modelos originales fueron producidos por la Stirling Armaments Company y, como tenían cañón largo, resultaron muy precisas además de absolutamente silenciosos.
Al ser un arma de cerrojo no había mecanismos móviles después del disparo, y si convenía ser totalmente silencioso el tirador no cargaba el siguiente cartucho hasta que se había alejado del lugar. Hoy día el De Lisle ha sido revivido por la Law Enforcement Internacional y esta consiguiendo compradores entre las fuerzas de seguridad de medio mundo.
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