Juan Antonio Lavalleja, con la ayuda del gobierno de Buenos Aires, logro reunir 33 hombres con los cuales desembarcó en la playa de la Agraciada el 19 de abril de 1825, insurreccionando a toda la campaña uruguaya. Convoco un congreso en la Florida que declaro la anexión del territorio oriental a las Provincias Unidas del Río de la Plata (25 de agosto de 1825). Ante esta situación, el Brasil reacciono declarando la guerra a la Argentina. El General oriental Fructuoso Rivera venció en la batalla del Rincón y días después Lavalleja triunfo en Sarandi (12 de octubre de 1825).
La guerra Argentino-Brasilera fue evolucionando favorablemente para las Provincias Unidas. El ejército republicano, comandado por Alvear, venció a las tropas imperiales en Ituzaingó (20 de febrero de 1827). Simultáneamente Rivera penetraba en Río Grande Do Sul y el Almirante Brown obtenía una nueva victoria naval en Juncal.
El esfuerzo había sido muy grande y tanto el Brasil como la Argentina estaban agotando sus recursos (situación que favorecía a la corona inglesa, siempre en tratativas de desunir potenciales potencias para dominarlas mejor). La intervención de Inglaterra condujo a la firma de un tratado de paz (27 de agosto de 1828), mediante el cual ambas naciones reconocían la independencia uruguaya. (Esto permitía a la corona inglesa hacerse con la libre navegación de los ríos y plantar una cuña de “libre comercio” en el sur del continente, como siempre manipulando las situaciones para su viciosa conveniencia).
El general Rondeau fue nombrado gobernador provisional de la nueva republica hasta que el 18 de julio de 1830 se juro en Montevideo una constitución. Tres meses más tarde, Fructuoso Rivera fue elegido presidente.
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