De donde vinieron los hititas y cuales eran sus relaciones con los otros pueblos son cuestiones que todavía esperan una solución. Según los describen los egipcios, algunos de ellos parecen haber sido de tipo mongoloide. Todos tenían grandes narices aguileñas, frente inclinada y ojos oblicuos. La mayoría de los estudiosos modernos remontan su lugar de origen a Turkestán y los consideran relacionados con los griegos. Su idioma era indo-europeo. Su secreto fue descubierto durante la primera guerra mundial por un investigador checo, Bedrich Hrozny. Desde entonces, miles de tabletas de arcilla que contenían leyes y los registros oficiales de los emperadores han sido descifradas. Revelan una civilización mas parecida a la de la vieja Babilonia que ninguna otra.
Las pruebas que se han reunido son apenas suficientes para poder juzgar con exactitud a la civilización Hitita. Algunos historiadores modernos opinan que alcanzo el mismo nivel que la mesopotámica y hasta la egipcia. Quizá sea eso cierto desde el punto de vista material, pues los hititas poseían, sin duda, un amplio conocimiento de la agricultura y una vida económica muy desarrollada en general. Extraían de las minas grandes cantidades de plata, cobre y plomo, que vendían a las naciones vecinas. Descubrieron, según parece, el uso del hierro y pusieron ese mineral a disposición del mundo civilizado. El comercio era también una de sus actividades económicas principales. En efecto, para la expansión de su imperio apelaron a la penetración comercial casi tanto como a la guerra.
Por otro lado, nada hay todavía que indique una marcada superioridad en las empresas intelectuales, aunque, desde luego, nadie puede predecir lo que revelaran las investigaciones futuras. Los millares de tabletas encontradas hasta ahora parecen ser en su mayoría documentos comerciales, legales y religiosos. La literatura de los hititas era principalmente mitológica e incluía adaptaciones de las leyendas de los antiguos babilonios sobre la creación y el diluvio. Nada tenían que pueda ser considerado como filosofía, ni hay prueba alguna de su originalidad científica fuera de las artes metalúrgicas. Resulta evidente que poseían cierto talento para la escritura, pues además de haber modificado la cuneiforme tomada de la mesopotamia, crearon un sistema jeroglífico parcialmente fonético.
Una de las realizaciones más importantes de los hititas fue su derecho. Han sido traducidos aproximadamente doscientos parágrafos o decretos que abarcan temas muy variados. Revelan una sociedad relativamente urbana y artificiosa, pero sujeta a fiscalización oficial minuciosa. Todas las tierras pertenecían al rey o a los gobiernos de las ciudades.
Solo eran cedidas a ciudadanos particulares por servicios militares y con la condición estricta de que las cultivasen. Las leyes fijaban los precios de un número enorme de mercaderías y no solo de los artículos de lujo y los productos de la industria, sino también de los alimentos y ropas. Los salarios y gratificaciones estaban fijados con la misma minuciosidad, y los de las mujeres no alcanzaban a la mitad de los que percibían los hombres.
En conjunto, el derecho hitita era más benigno que el de los antiguos babilonios. La pena de muerte solo se imponía en ocho casos, por delitos como la hechicería y el robo de objetos pertenecientes a palacios. Hasta el asesinato premeditado solo era castigado con una multa. La mutilación no se castigaba con pena alguna, salvo cuando la cometía un esclavo con fines de incendio o robo. Es evidente el contraste con las crueldades del derecho asirio. En los decretos hititas no se encuentra un solo ejemplo de castigos crueles como la desolladura, la castración y el empalamiento, que los gobernantes de Nínive parecían considerar necesarios para mantener su autoridad.
El arte de los hititas no era de calidad excelente. Por lo que sabemos, solo comprendía la escultura y la arquitectura. La primera era en general tosca e ingenua, pero al mismo tiempo tenía una frescura y un vigor muy poco comunes en las obras de arte de los pueblos orientales. Fundamentalmente consistía en relieves que representaban escenas de guerra y mitológicas. La arquitectura era pesada y gigantesca. Los templos y palacios eran estructuras chatas, desprovistas de adornos, tenían pequeños vestíbulos con dos hileras de columnas y guardaban la entrada grandes leones de piedra.
No se sabe mucho respecto a la religión hitita, como no sea que tenia una mitología complicada, muchos dioses y formas de culto de origen mesopotámico. Adoraban los hititas a un dios del sol y otras muchas deidades, algunas de las cuales no parecen haber tenido una función particular. Al parecer, incluían en su panteón a todos los dioses de los pueblos que conquistaban y hasta de aquellos que compraban sus mercaderías.
Entre las prácticas religiosas figuraban la adivinación, los sacrificios, las ceremonias de purificación y las plegarias. No se ha encontrado ningún indicio de que la religión hitita tuviese algún contenido moral.
La principal importancia histórica de los hititas radica, probablemente, en el papel que desempeñaron como intermediarios entre el valle de la mesopotamia y las regiones mas occidentales del Cercano Oriente. Es indudable que ese fue el modo principal como ciertos elementos culturales de la mesopotamia fueron transmitidos a los cananeos y los hicsos y quizá a los habitantes del archipiélago egeo.

Ganarse la vida era cosa simple para don Hilario. Su panadería no solo daba el pan para él y para su familia, sino para numerosos amigos y compañeros de destierro. Su mesa en Montevideo, siempre estuvo tendida para muchos, y, sin duda, alegrada con vinos y bien provista de sabrosos asados y golosinas. La panadería de Ascasubi daba para todo.
En Santiago construye otro horno. Amasa pan de leche con grasa, sin grasa y pan dulce. Pone un aviso en los diarios para anunciar sus productos. Las señoras y los caballeros elegantes de Santiago detienen sus coches delante de la panadería del coronel. El buen pan de Lamadrid se pone de moda. La gente llega a creer que el coronel panadero se esta llenando de plata. Pero el pan de Lamadrid es tan bueno, que casi vale lo que cuesta. No deja ganancias. Es claro que los otros comerciantes se ponen alerta para evitar la competencia. Había otro panadero al por mayor –cuenta Lamadrid- que vendía muchas masas, “aunque no tan buenas como las que yo hacia; pues las mías, a mas de ser hechas con leche, eran trabajadas con bastante huevo, con el azúcar y grasa mas finos, y con mas aseo; cuando las otras eran trabajadas con agua, y con azúcar de la mas rubia y pasada, y no tenían tanto huevo como las mías; por consiguiente, no podían compararse por su vista ni en sabor”.
Aruj se hizo conocido por transportar musulmanes desde España hasta África. Muchos dicen que su sobrenombre “Barbarroja” es una derivación de Baba Aruj (que significa padre Aruj), apodo que se había ganado por estos clementes cuidados paternales a los musulmanes. Otros autores consideran que lo apodaron “Barbarroja” por su larga barba pelirroja.
Dos años más tarde, tomo la ciudad de Túnez. Luego venció la flota española en la batalla de Preveza y aseguro el dominio otomano del mar Mediterráneo por más de treinta años. También combatió en el mar para ayudar al gobierno francés contra los españoles y salio nuevamente victorioso.
Este reanudo los intentos por capturar al pirata. Paulatinamente Angria comenzó a ser conocido por vencer a los ingleses con unas naves dotadas de artillería que el mismo había diseñado. Su flota de barcos de guerra era enorme y venían hombres de toda Europa a formar parte de sus expediciones. Kanhoji Angria fue nombrado almirante de la flota naval India y lucho por la libertad de su nación sin ser derrotado jamás.
En 1549, San Francisco Javier nombro a Yajiro jefe de una iglesia que montaron en Japón, mientras el santo continuaba su labor jesuítica por otras ciudades. Sin embargo, Yajiro no duro mucho en ese cargo, puesto que los portugueses católicos que allí moraban no veían con agrado el hecho de que un oriental se encargara de celebrar las ceremonias cristianas. Decepcionado, Yajiro volvió a la piratería hasta encontrar la muerte en un combate en altamar.
Koxinga también le declaro la guerra a los Holandeses que se hallaban instalados en la isla de Formosa (Taiwán) con una enorme flota que ascendía a los seiscientos buques, después de una terrible lucha que se prolongo durante nueve meses, los holandeses tuvieron que abandonar la isla y Koxinga tomo posesión del territorio hasta su muerte, ocurrida un año mas tarde.
El esfuerzo había sido muy grande y tanto el Brasil como la Argentina estaban agotando sus recursos (situación que favorecía a la corona inglesa, siempre en tratativas de desunir potenciales potencias para dominarlas mejor). La intervención de Inglaterra condujo a la firma de un tratado de paz (27 de agosto de 1828), mediante el cual ambas naciones reconocían la independencia uruguaya. (Esto permitía a la corona inglesa hacerse con la libre navegación de los ríos y plantar una cuña de “libre comercio” en el sur del continente, como siempre manipulando las situaciones para su viciosa conveniencia).
Las Invasiones Inglesas fueron una serie de expediciones británicas que atacaron a las colonias españolas del Río de la Plata a principios del Siglo XIX. Los invasores ocuparon la ciudad de Buenos Aires en 1806 y fueron vencidos 46 días después por un ejército proveniente de Montevideo comandado por Santiago de Liniers.
La Revolución de Mayo de 1810, eclipsaría la importancia de las invasiones inglesas. La cultura popular argentina sólo rescata el agua y el aceite hirviendo sobre las tropas invasoras. Sin embargo, fue en el cabildo abierto del 10 de febrero de 1807 cuando por primera vez prevaleció la voluntad del pueblo americano por sobre los intereses de España, ocasión en que se resolvió la destitución del representante del rey.
En la década de 1840, participó exitosamente en el rechazo de las sucesivas incursiones anglo-francesas a las costas argentinas, alcanzando su mayor brillo en el Combate de la Vuelta de Obligado donde el valor de los Patricios, junto con los lugareños, volvió a trascender las fronteras del país, siendo motivo de admiración de los comandantes y tropas extranjeras.
Hoy, próximo a cumplir el Bicentenario de creación y de su Bautismo de Fuego en el año 1807, es el Regimiento Escolta del Jefe del Estado Mayor General del Ejército y del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, marcando su permanente presencia en el Cabildo de la Ciudad, La Plaza de la República y el Palacio de Gobierno, el monumento a la Bandera en Rosario, y otros lugares que a lo largo del País simbolizan nuestras Tradiciones.
Al divisar a las fuerzas patriotas, y ver la disposición de la artillería, el general Blanco cae en la trampa que tendiera magistralmente el comandante Arenales; supone que en torno y detrás de esta se encuentran los efectivos patriotas. Despliega sus unidades de infantería en guerrilla por ambos flancos, con la idea de atacar a la concentración (que supone se encuentran detrás de las baterías), y avanza con el resto de los efectivos vadeando el río en forma frontal sin otra precaución.
En la frenética carga, guiada por el mismo Arenales, y ante su irrefrenable deseo de aniquilar al enemigo, el comandante se adelanta demasiado al resto de la caballería de Santa Cruz, solo seguido de cerca por su ayudante y sobrino teniente Apolinario Echevarria. Recorre así unos 10km sin advertir que los santacruceños se quedan atrás ocupados en la recolección del botín de guerra. Así, penetra en una región del monte donde habían tomado por refugio unos 11 soldados enemigos que huían del campo de batalla, cuando advierten que son solo dos oficiales quienes los siguen, hacen alto y disparan contra Arenales y el Tte. Echevarria mientras los van rodeando. Cercados por completo, estos se defienden desde sus cabalgaduras hasta que estas caen malheridas. En tierra, Arenales, sin abandonar su espada, usa con destreza sus pistolas. En ese momento un realista le apunta con su trabuco, Echevarria, quien advierte esto, se lanza en la línea de fuego, recibiendo él el mortal impacto, cayendo muerto a los pies de Arenales, junto a los cadáveres de cuatro de sus enemigos. Arenales busca un árbol en la que apoyar su espalda para continuar hasta el final con esa lucha desigual y obstinada. Arenales ya no es un hombre, es una bestia salvaje luchando por su vida, con toda la ferocidad que acompaña al guerrero en esos decisivos momentos. Un certero sablazo le abre el cráneo en uno de sus parietales. Su cara esta bañada en sangre, la furia lo envuelve como un huracán.
Otro tajo horrible lo abre desde arriba de la ceja hasta casi el extremo de la nariz, dividiéndola en dos; otro le parte la mejilla derecha por debajo del pómulo, desde el arranque de la sien hasta la boca. Trece heridas profundas ofenden su cabeza, su cara y su cuerpo, aquí empieza a nacer la leyenda del General hachado, el inmortal de la revolución, con todas sus heridas escupiendo litros de sangre, completamente bañado de rojo, mas parecido a un demonio salido del infierno que un hombre, el general Arenales sigue combatiendo con la rabia y la locura que se desprenden en cada asesino golpe de su sable mellado por los huesos de los enemigos muertos.
El cuerpo del Coronel Arenales permanece horas tirado entre los arbustos, rodeado por los cadáveres de sus enemigos, hasta que un grupo de merodeadores, esos que siempre siguen a los ejércitos en campaña para rapiñar de las sobras y despojos de las batallas, son atraídos por los brillos del uniforme de Arenales. Cuando estos rastreros se disponían a saquear el cuerpo del coronel, este, inmóvil pero conciente, les grita con recia voz, tan poderosa sonó que pareció el grito de Poseidón ordenando las olas en lo profundo de los mares, helándoles la sangre y haciendo que huyan despavoridos del lugar.
Peso: 47kg, lanzador doble
Peso: 87kg.
Peso: 91kg.
Peso: 220kg.
Peso: 43kg.
Peso: 22kg.
Peso: 40kg.
Peso: 380kg.
Peso: 9kg.
A los pocos días de llegar, el gobierno porteño decide aceptar los servicios de San Martín y le encomienda la creación de un escuadran de granaderos a caballo. Su primera medida es proponer una organización novedosa para esa unidad, divididas en dos compañías y con una nutrida cantidad de oficiales, a la usanza francesa.
Esta tarea le demandara un año y nueve meses de actividad. En ella el modesto escuadrón, planeado originalmente para un centenar de hombres, se convierte en un regimiento que cuadruplica los efectivos. En ese regimiento de granaderos a caballo, donde San Martín despliega toda su capacidad de organización, sus conocimientos profesionales y su sentido de la disciplina, se integraran jóvenes de casi toda la provincia del Río de la Plata. Porteños como los hermanos Escalada, que serán sus cuñados en poco tiempo; Juan Galo Lavalle, Estanislao Soler, Tomas Guido, entre otros. Pero también se reclutan jinetes de La Rioja, Córdoba, San Luís, Mendoza, San Juan, Corrientes y mas tarde se incorporara un contingente de guaraníes, oriundos de las antiguas misiones que lo vieron nacer.
El reclutamiento era minucioso, a diferencia de los que era la costumbre de entonces, basados en levas y otras practicas coercitivas. A todos los miembros se les exige una elevada talla, (no se aceptaban reclutas que midieran menos de 1,80mts), y mucha maestría como jinetes, y se los somete a un riguroso entrenamiento. Para ello, San Martín redacta un manual o reglamento de instrucción, tomando sus conceptos de las ordenanzas militares europeas y sus propias experiencias en los frentes de batalla. (En los 20 años de servicio a la corona española, San Martín combate en infinidad de batallas contra los franceses, ingleses, moros, etc.).
Se estableció un estricto código de honor para los oficiales, cuya primera condena era contra toda muestra de cobardía, que incluía “aun el agachar la cabeza” en un combate. Al insistir en el honor, decoro y moralidad que debían mostrar en todo momento sus hombres, San Martín buscaba reforzar en ellos la disciplina y el valor. Debían mantener una estricta vigilancia entre ellos mismos, y creó un tribunal integrado por los propios oficiales, que podía pronunciar sentencias y establecer castigos, incluida la ejecución de los infractores.
El regimiento será la primera unidad de caballería patriota formada sobre la base de un reglamento y con tácticas modernas. Será parte fundamental en todas las campañas que emprenda el libertador, y por la que se sentirá un eterno orgullo. Tras centenares de combates desde las orillas del Paraná hasta las cumbres del Chimborazo, se destacara por su denuedo y bravura. El propio San Martín llegara a decir que “la experiencia nos había enseñado que un solo escuadrón de granaderos a caballo bastaba para arrollar al enemigo y hacerlos pedazos.”
Código de honor del Regimiento de Granaderos a Caballo
Yo estoy seguro que los oficiales de honor tendrán el placer de ver establecido en sus cuerpos unas instituciones que los garantiza de confundirse con los malvados y perversos, y me prometo (porque la experiencia me ha demostrado) que esta medida les hara ver los mas felices resultados, con la segura prosperidad de las armas de la patria.
Nota: el cuerpo de oficiales tiene el derecho de reprender (por la voz de su jefe) a todo oficial que no se presente con aquel aseo propio del honor del cuerpo y en caso de reincidencia sobre este defecto, quedara comprendido en los artículos de separación de él.




















