Después de una serie de experimentos sobre cadáveres tomados de un hospital publico, la primera de estas maquinas se coloco en la Place de Greve de Paris el 4 de abril de 1792 y la primera ejecución tuvo lugar el 25 del mismo mes, el agraciado primerizo fue un vulgar asaltante de diligencias. Recientes investigaciones neurofisiológicas revelaron que una cabeza recién cortada, ya sea por hacha, espada, guillotina o cualquier otro método, tiene conciencia que es una cabeza decapitada mientras rueda por el suelo, la conciencia sobrevive el tiempo suficiente para tal percepción.
Después de la ejecución de Luís XVI y Maria Antonieta el 21 de enero de 1793, la “maquina” llamada solo así hasta esos acontecimientos, paso a llamarse “la Louisiette” o “ le Louison”; solo después de 1800 se extendió el termino Guillotina, en honor a su perfeccionador.
La guillotina permaneció en uso en numerosos países incluidos los Estados Pontificios y los Reinos de Piamonte y Nápoles Borbónico hasta 1860.
En Francia fue muy popular hasta la abolición de la pena de muerte bajo el gobierno de Mitterrand en 1981. Joseph Ignace Guillotine murió pacíficamente en 1821, a la edad de ochenta y tres años, luego de haber visto triunfar su invento por toda Europa.
La rueda para despedazar era el instrumento de ejecución mas común en la Europa germánica, después de la horca, desde la baja Edad Media hasta principios del siglo XVIII; en la Europa latina y gala, el despedazamiento se llevaba a cabo con barras macizas de hiero y mazas herradas en lugar de ruedas de carreta. La victima desnuda, era estirada boca arriba en el suelo o en el patíbulo, con las extremidades extendidas al máximo y atados a estacas o anillas de hierro. Bajo las muñecas, codos, rodillas y caderas se colocaban, atravesados, tablas de madera a modo de cuña. El verdugo, asestando violentos golpes con la rueda, machacaba hueso tras hueso y articulación tras articulación, incluidos los hombros y caderas, con la rueda de borde herrado, pero procurando no asestar golpes fatales. Las victimas se transformaban, según las observaciones de un cronista alemán anónimo del siglo XVII, “en una especie de gran títere aullante retorciéndose, como un pulpo gigante de cuatro tentáculos, entre arroyuelos de sangre, carne cruda, viscosa y amorfa mezclada con astillas de huesos rotos” (esto figura en el cuaderno noticiario en octavilla, Hamburgo, 12 de junio de 1607).
Después de este tratamiento, se le desataba e introducía entre los radios de la gran rueda horizontal al extremo de un poste que posteriormente se alzaba. Luego los cuervos arrancarían tiras de carne y vaciarían los ojos hasta que llegaba la muerte, con la que probablemente era la mas larga y atroz agonía que el poder era capaz de infligir. Junto a la hoguera y el descuartizamiento, este era uno de los espectáculos mas populares entre los muchos parecidos que tenían lugar en las plazas de Europa, mas o menos todos los días. Centenares de ilustraciones durante el periodo 1450-1750 muestran muchedumbres de plebeyos y de nobles, deleitándose con el espectáculo de un buen despedazamiento, preferiblemente o, mejor aun, si era una larga fila de brujas.
0 comentarios:
Publicar un comentario