La única “arma” totalmente nueva era el globo, que fue utilizado para tareas de observación en la batalla de Fleurus, en 1794, pero que pronto fue despreciado por Napoleón y olvidado durante 60 años. Otra arma, el cohete, apareció en Europa durante la primera parte de las guerras napoleónicas, aunque se había usado en China hacia muchos siglos. El cohete Congreve, llamado así porque su inventor había sido el coronel Sir William Congreve (1772-1828), era poco preciso y de corto radio de acción –aproximadamente 1,5km-, pero a veces era utilizado como complemento de la artillería ligera, de la que los británicos tenían escaso contingente. Cuando se disparaba en salvas, su falta de precisión era más que compensada por su rapidez de tiro y capacidad incendiaria, como quedo demostrado en la destrucción de Copenhague, en 1807, por un fuego originado por 25.000 cohetes. Los cohetes fueron usados en el paso de Adour y en Leipzig (1813), y también en la campaña de Waterloo. No obstante, su popularidad duro poco tiempo y no sobrevivieron al periodo napoleónico. Parece ser que fueron utilizados por última vez en la campaña de Birmania de 1825-1826.
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