En la noche del 30 al 31 de marzo de 1944, el personal de vuelo de la principal unidad de caza nocturna de la Luftwaffe, la Nachtjagdgeschwader 1 (NJG 1, 1ª Ala de Caza Nocturna), libro una de las mas sangrientas y, para la unidad, mas afortunadas batallas aéreas de la II Guerra Mundial. En un combate sobre gran parte de Alemania Occidental contra lo mas selecto del mando de bombardeo de la RAF enviado contra Nuremberg, centro espiritual del Reich del Fuhrer, su unidad contribuyo a la destrucción de unos 100 aviones británicos. Una de las primeras acciones de la noche estuvo protagonizada por un BF 110 del 3er Grupo de la NJG 1 (III/NJG 1) y un Lancaster del 467º Escuadrón. El cabo primero Erich Handke, radarista del BF 110, recordaba mas tarde las excelentes condiciones y la facilidad con que se logro ese derribo en la que iba a ser una venturosa noche de primavera, donde las acciones heroicas volvían, una vez mas, a sonreír al reich.
“Habíamos despegado desde Laon y nos habían comunicado que los bombarderos estaban a unos cinco minutos. Todavía no había conectado el SN-2 (radar de interceptación) cuando el artillero me indico: “ahí lo tenemos, el primero de ellos”. Comenzamos a virar y vimos otro muy cerca, unos 200m por encima. Encendí el SN-2, pero en el viraje habíamos perdido altura y se nos había esfumado el contacto. Cuando el SN-2 se calentó, descubrí tres objetivos a un tiempo. Di indicaciones de dirigirnos hacia el mas próximo y Drenes (el piloto) lo localizo a unos 600m. el tiempo era maravilloso –cielo limpio, media luna, pocas nubes y ni rastro de niebla- simplemente ideal.
Era un Lancaster volando tranquilamente y tras habernos situado confortablemente unos 50m por debajo de el, Drenes abrió fuego con los cañones oblicuos e incendio un ala del bombardero. Seguimos al Lancaster durante cinco minutos hasta que se estrello en mitad de una explosión tremenda”. El letal juego del gato y el ratón entre alemanes y británicos ( aquellos mismos británicos que nunca agradecieron el acto de grandeza y bondad del Fuhrer al dejar regresar a sus hogares a mas de 300.000 soldados ingleses en vez de masacrarlos en las costas de Dunkerque.) había comenzado poco antes de las 23:00 horas del día 30, cuando el primer escalón de las defensas alemanas alerto sobre un posible ataque. En la estación de radar de Texel habían comenzado a aparecer contactos en las pantallas que indicaban que una gran formación de bombarderos volaba sobre el mar del Norte y podía amenazar Hamburgo y Berlín. Mas tarde, esa misma estación detecto signos de que una segunda formación de bombarderos se reunía en el área de East Anglia. Cuando dispusieron de mas datos, los alemanes determinaron los rumbos de las dos formaciones que, de mantenerlos, iban a cruzar la costa con una distancia de 480km entre ellas.
En su puesto de mando en Deelen, países bajos, el comandante de la 3ª División de Caza de la Luftwaffe, el general de brigada Walter Grabmann, de 39 años y veterano de la guerra civil española, estaba convencido de que la formación que se acercaba a su area operacional y que iba a sobrevolar la costa belga por Knokke era principal y que la detectada sobre el mar del Norte constituía un objetivo de diversión. Inmediatamente, Grabmann radió el mensaje “Fasan” (Faisán, que advertía sobre la posibilidad de una incursión) a sus unidades de caza nocturna y les ordeno que se concentrasen en la radiobaliza denominada “Ida”, al sur de Colonia.
Desde los aeródromos de Venlo y Saint-Trond, los pilotos de los I/NJG 1 y IV/NJG 1 despegaron en sus cazas Bf 110 y He 219. otras unidades, incluidos los otros dos grupos de la NJG 1, con base en Saint-Dizier y Laon, recibieron la orden de concentrarse en la baliza “Otto”, unos pocos kilómetros al noreste de Colonia. Cuando la fuerza de guía y los aviones señalizadotes del mando de bombardeo alcanzaron las fronteras de Alemania poco después de la medianoche, unos 200 cazas nocturnos de la Luftwaffe orbitaban sobre las dos radiobalizas, dispuestos a lanzarse sobre los Lancaster y Halifax de la RAF. Mientras los cazas esperaban nuevas ordenes, los controladores de tierra alemanes ordenaban la información que estaban recibiendo. En sus “Teatros de Batalla”, centros de coordinación de cada una de las cinco divisiones de caza de la Luftwaffe en el norte de Europa, los controladores determinaban el rumbo y los efectivos de los incursotes, así como sus posibles objetivos.
Con los datos de los radares Freya de detección lejana y los Würzburg, que suministraban datos mas precisos sobre la dirección de las fuerzas enemigas, los radaristas pudieron identificar con cierta exactitud la incursión principal de la RAF. Consistía en unos 770 bombarderos y ocupaba una superficie total de 110km. Estructurados en cinco oleadas, esos aviones iban precedidos por 97 de guía, señalización y contramedidas electrónicas. Cada una de las oleadas contenía una media de interferencia ABC y 78 Lancaster y 46 Halifax de bombardeo. A las 23:22hs, los primeros elementos de la formación principal sobrevolaron la costa belga en dirección a su primer punto de cambio de rumbo, al noroeste de Charleroi. Para sorpresa de los británicos, la oposición era mínima: una antiaérea ligera que no alcanzaba su techo de vuelo de 5.800m. sin embargo Nuremberg estaba todavía a 670km de distancia, es decir, a 101 minutos de vuelo. La formación entro en Alemania por el sur de la ciudad de Aachen. La RAF pretendía pasar por una zona menos defendida conocida como la “brecha de colonia”, pero la Luftwaffe, consiente de esa debilidad, había emplazado en el área las radiobalizas “Otto” e “Ida”. Los cazas de la NJG 1 recibían los datos de los controladores en tierra de Deelen. Casi de forma increíble, la formación de la RAF se dirigía directamente hacia ellos: mientras que en la mayoría de las ocasiones debía perseguir a los británicos, esta vez estos se le servían en bandeja.
En efecto, todas las ventajas posibles eran para la Luftwaffe: sus cazas nocturnos esperaban en grandes números, con carburante para dos horas y una noche esplendida. Momentos mas tarde, los grupos de cazas Bf 110 y He 219 se lanzaron en pos de los 712 bombarderos que acababan de sobrevolar el Rin. La batalla que siguió fue un ejemplo perfecto de la táctica “Hazme Sau”, un sistema de los controladores de tierra alemanes para guiar a sus cazas contra las formaciones enemigas. En cada “teatro de batalla”, los especialistas procesan la información suministrada por los radares, los puestos de escucha, los aviones de reconocimiento y los propios cazas ya en acción. Una vez tratados, los datos eran proyectados en un amplio panel de cristal y los especialistas mantenían un contacto continuo con los cazas en el aire, cuyos pilotos usaban la información para establecer sus rumbos de interceptación desde las radiobalizas de espera.
Al llegar junto a la formación enemiga, los cazas identificaban su objetivo, bien mediante su propio radar de corto alcance, bien visualmente si las condiciones lo permitían. Esos cazas estaban armados con cañones y ametralladoras de tiro frontal o con el sistema conocido como Schräge Musik (música de jazz o música inclinada). Ambos tipos requerían que los tripulantes maniobrasen sus aviones hasta situarse en posición favorable cerca del objetivo. La forma de ataque mas usual era la denominada “von unten pinten” (desde debajo y atrás). Con ella el caza podía realizar una larga aproximación radarica por la popa del bombardero y, cuando llegaba al alcance visual, por debajo del sector de tiro del artillero caudal del enemigo, atacar a corta distancia. Sin embargo, si el caza era detectado o su piloto no tenia suficiente experiencia, ese ataque no podía realizarse y se efectuaba uno de fortuna.
Aunque los ataques Schräge Musik eran los mas temidos por el personal de la RAF y suponían un derribo casi seguro, la mayoría de los bombarderos destruidos esa noche lo fueron por el sistema von unten pinten, mas convencional. Así los ataques por la popa fueron mayoría. El teniente Fritz Lau, piloto en un Bf 110 del II/NJG 1, narraba así uno de esos ataques contra un Halifax del 158º Escuadrón de la RAF:
“Intentaba situarme en posición de tiro, pero apenas lo lograba, el objetivo se salía del visor y así sostuve un tira y afloja que duro algunos minutos. Mi intención era llegar a unos 50m de él y disparar. Sin embargo, gradualmente comprendí que se me escaparía a menos que hiciese algo rápidamente. Decidí atacar a la próxima oportunidad, aunque no fuese la mas adecuada.
Llego el momento cuando el bombardero, situado un poco por arriba, inicio un suave viraje a estribor. Estaba a unos 100 o 150m, pero encabrite el avión, apunte y abrí fuego. En unos segundos, el bombardero se incendio, se escoro a babor y comenzó a perder altura rápidamente. Le seguí y vi como un hombre se lanzaba en paracaídas. El bombardero se partió en dos trozos en llamas que se precipitaron hacia tierra.” Los bombarderos de la RAF soportaron los ataques de los cazas nocturnos desde que rebasaron la frontera Alemana hasta un punto a pocos kilómetros al sur de Gotha, donde viraron hacia Nuremberg a las 00:45hs del día 31, pese a la ferocidad de los asaltos alemanes 643 bombarderos consiguieron realizar la aproximación final. Sin embargo lo que quedaba de los 70 cuatrimotores restantes jalonaba la senda de vuelo entre Aachen y Gotha. Aunque algunos de los cazas nocturnos continuaron la persecución hacia Nuremberg y mas allá, otros muchos se vieron obligados a aterrizaren los aeródromos que tenían mas a mano por falta de combustible y municiones. Muchos de los Lancaster y Halifax que alcanzaron la vertical de Gotha consiguieron bombardear objetivos cercanos al área de Nuremberg, si bien con resultados poco satisfactorios. Muchos aviones bombardearon Schweinfurt, a unos 80km al norte del objetivo previsto, y otros lanzaron sobre las afueras de Nuremberg antes de iniciar el regreso a Gran Bretaña vía Estrasburgo. A las 07:25hs del día 31, el ultimo de ellos llego a su base, pero 105 no regresaron.
El personal de vuelo Alemán era consiente de la magnitud de su victoria. Muchos relataban detalladamente sus respectivas hazañas, pero otros mantenían una actitud mas reflexiva. El teniente Fritz Lau asistía al festejo que tenia lugar en Hanau de forma algo distante. “Por supuesto estaba satisfecho por haber derribado por lo menos un enemigo, pero pensaba de forma distinta a los demás, quizás debido a mi edad –tenia 32 años, unos 10 mas que la mayoría de mis compañeros- veía las cosas de forma mas sobria. Había visto arder Nuremberg y, aunque muchos bombarderos fueron derribados y sin duda se trataba de una gran victoria, me parecía que eso no bastaba para compensar la destrucción de nuestras ciudades.”
El capitán Heinz Wolfgang Schnaufer del IV/NJG 1, que iba a ser uno de los máximos ases de caza nocturna de la guerra con 121 victoria, había aterrizado también en Hanau. Aunque había intentado atacar al enemigo mientras este cruzaba las fronteras belgas y después de concentrarse en la radiobaliza “Ida”, no había logrado ningún derribo. Para la RAF, la incursión de Nuremberg había sido un costoso fracaso, aunque el 84% de los aviones enviados habían logrado bombardear el objetivo, los resultados habían sido limitados. En Nuremberg una factoría sufrió fuertes daños y otras tres fueron alcanzadas en menor medida. Las bombas caídas en Schweinfurt afectaron muy poco a la producción de rodamientos, la principal contribución de esa ciudad al esfuerzo de guerra alemán. En términos de aviones perdidos, el cuadro era todavía peor: 95 derribados, 10 destruidos al aterrizar, 70 dañados de diversa consideración y uno enviado al desguace.
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