Uno de los aspectos más importantes en esta clase de operaciones es que existan unas buenas transmisiones por radio entre el jefe de la guarnición y el comandante responsable que ha autorizado la demolición. Este último es el “comandante autorizado”, y sólo él puede dar permiso para proceder a la voladura.

Las transmisiones deben estar duplicadas a través de las redes de radio de los ingenieros, la artillería y otras, incluso por la red telefónica civil. En la práctica, a medida que la batalla se encona, el comandante autorizado sabe que después tendrá que responder de su decisión. El secreto está en mantenerse en contacto permanente con el comandante autorizado, pues ello ayuda a controlar mejor toda la situación.

El mantenimiento y voladura de una demolición reservada exige un alto grado de sensatez. Puede convertirse en un asunto muy delicado que obligue a tomar decisiones bastante duras.

Todos los hombres que formen la guarnición deben estar dispuestos a defender el lugar contra ataques por tierra y aire, sabotajes y asaltos paracaidistas y heliportados. Esta defensa requiere largos preparativos y trabajo duro. Incluso habrá que pensar en tender cables de acero entre los árboles como trampas contra los helicópteros.

Cualquier cosa que pueda hacerse para impedir que el enemigo capture intacta una demolición reservada puede convertirse en un factor crucial para el plan de batalla de toda una división acorazada.
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