
Prácticamente hasta 1761, año en el que se fundo la fabrica de las espadas, todas las espadas tenían las hojas fabricadas totalmente en acero, pero a partir de esa fecha se construyeron con una parte central de hierra dulce, llamada “alma”, que se recubría por dos laminas de acero, llamadas “tejas”.




“El maestro o artífice, que quiere hacer una hoja u hojas de espadas buenas y a toda prueba, ha de tener un gran conocimiento en escoger el acero, que quizá entre cuatro arrobas, no hallara dos de mediano, y de bueno pocas libras. Quando forja la hoja, ha de tener mucho cuidado, y prácticamente en la cantidad de acero, que pone a proporción de la disminución, que hay al caldearlo; observando metódicamente los defectos, que descubre, para quitarlos con el arte. En la preparación para el temple, se requiere mucha atención; pues consiste en el mas ó menos tiempo de fuego y agua; la que se aplica de diferentes maneras, y sirve para templar el acero, consolidar sus poros, y darle la elasticidad, mediante los accidentes de su liquidez; pues aun con agua de la mar se templa.

Pende asimismo la perfección de las hojas, en la habilidad y prolixo trabajo de enderezarlas en los molinos, o muelas; en ellas se les da la formación, proporcionando gruesos, y filos, siendo un mecanismo laborioso y de habilidad, que da lugar a multiplicar el trabajo, y aumentar considerablemente su valor.”

Las partes del hierro o acero de un arma blanca pueden estar adornadas mediante grabados, labores de damasquinado o de nielado, que vamos a comentar brevemente. Las armas modernas corrientes suelen tener la ornamentación a base de dibujos troquelados.
Grabado.- Esta técnica, normalmente, se puede llevar a cabo mediante la acción del buril o “al acido”. Este ultimo procedimiento básicamente consiste en dibujar sobre la pieza los adornos elegidos; si se desea que estos queden en relieve, se protegen mediante una capa de cera o barniz especial, dejando sin recubrir el fondo, que será atacado por una disolución de acido nítrico. Si se desea que los adornos queden deprimidos, dejamos a estos sin protección.
Damasquinado.- Previamente se procede al vaciado del dibujo por cualquier método. Luego, las zonas a decorar se recubren con un mordiente, que sirve como fijador, embutiéndose en él hilo de oro o plata para perfilar los dibujos. Las masas de los adornos perfilados se rellenan también con dicho hilo, o alambre, o con láminas de metal noble. Terminada esta operación, se procede a la oxidación o pavonado en oscuro de los fondos del trabajo, previa acción de la lima de hierro dulce y pulimentación con esmeril.
Esta artesanía, cuyo nombre deriva de la capital de Siria, fue muy cultivada en el Oriente medio, sobresaliendo las labores de Mosul, en el siglo XII, de donde se extendió a otros lugares. En el siglo XVI, el damasquinado era muy común en el territorio de Venecia y en Francia, donde Cursinet, armero de Enrique IV, lo utilizo como ornamentación de diferentes obras. En España el damasquinado era conocido con anterioridad, ya que fue una labor cultivada con gran esmero por los artífices musulmanes del Reino de Granada y que se siguió conservando, por la armería española, para engalanar tanto armas blancas como de fuego hasta nuestros días.

Mediante fusión con bórax se obtiene un polvo que se disuelve en agua engomada y se aplica en los dibujos.
Aunque en la Península Ibérica se han encontrado falcatas de la Edad de Hierro ornadas con niel, esta técnica arraigó en Europa en el siglo XVII, si bien la ciudad de Florencia destacaba en esta labor desde el siglo XV.