Unas de las técnicas de combate más convincentes consisten en sorprender al adversario, o confundirlo, poniéndole ante una situación inesperada e imprevisible. A tal fin fueron concebidos, tanto en Occidente como en Oriente, algunos sistemas de armas que unieron a las capacidades ofensivas del arma visible, las de otra segunda arma oculta, utilizada por sorpresa en el momento oportuno.
Este tipo de armamento, siempre individual y destinado a una clientela de civiles, fue muy utilizado por la plebe en todos los tiempos y países, que solía camuflar el arma con objeto de darle una apariencia inofensiva o incluso reconfortante (en todas las épocas ha habido puñales camuflados de crucifijos, por ejemplo) para no despertar sospechas en la victima con la exhibición de un arma principal.
Otro artificio destinado a sorprender a la victima consistía en el empleo de un arma impropia, de peligrosidad aparentemente escasa, pero que añadiéndole particulares métodos de construcción y refinadas técnicas de uso le proporcionaron posibilidades ofensivas de relieve. Este segundo método fue usado preferentemente en los países orientales, mientras que el primero es característico de Europa.
Este tipo de armamento, siempre individual y destinado a una clientela de civiles, fue muy utilizado por la plebe en todos los tiempos y países, que solía camuflar el arma con objeto de darle una apariencia inofensiva o incluso reconfortante (en todas las épocas ha habido puñales camuflados de crucifijos, por ejemplo) para no despertar sospechas en la victima con la exhibición de un arma principal.
Otro artificio destinado a sorprender a la victima consistía en el empleo de un arma impropia, de peligrosidad aparentemente escasa, pero que añadiéndole particulares métodos de construcción y refinadas técnicas de uso le proporcionaron posibilidades ofensivas de relieve. Este segundo método fue usado preferentemente en los países orientales, mientras que el primero es característico de Europa.

Entre las clasificables como de tajo y percusión conviene recordar la “azagaya”, el “bastón animado” y el “feruzuo”.

La azagaya es un solidó bastón que contiene una hoja de forma variada que, accionada por un brusco movimiento hacia delante, por inercia, se proyecta fuera de la extremidad del bastón.
El talón de hierro esta bloqueado por un diente con muelle que impide que la hoja vuelva a entrar: un bastón normal es así transformado, de improviso, en una especie de lanza corta. Además, la liberación de la hoja, prolongando el radio de acción del arma, disminuye sensiblemente la distancia de seguridad del adversario; por lo tanto, una oportuna liberación de la hoja puede traspasar al enemigo antes incluso de que se de cuenta de la naturaleza del arma. La azagaya apareció en los últimos años del siglo IV, si bien con toda probabilidad su uso ya era conocido por viajeros y peregrinos de épocas anteriores, a quienes se adaptaba bien, siendo fácilmente disimulable bajo el aspecto de un piadoso bastón de peregrino.
Un arma totalmente parecida se encuentra entre las empleadas en el Japón medieval: la azagaya oriental es un bastón hecho de bambú y reforzado por revestimientos de fibras en el punto de contención.

A principios del siglo XIX se fabricaban y se vendían todavía ejemplares de tales armas, adaptadas no solo a los bastones, sino también a las sombrillas.

Si el golpe tenia éxito, el atacado se encontraba con una lesión en la cabeza o en un hombro; si, en cambio, el adversario interceptaba el golpe, era el mismo, al asir el bastón, quien liberaba la hoja escondida, que pasaba de tal modo a ser usada.


El Japón, entre todos los países orientales, fue el que mayormente aplico tal tendencia, ya por necesidad socio-política, ya por el principio filosófico-religioso de la unidad y de la polivalencia integrada.
Para ejemplificar este tipo de armas bastara con citar el “tessen” (o tetsusen, palabra compuesta de tetsu,
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