El repliegue, que no la retirada, es a veces necesario para que una fuerza pueda reorganizarse en un terreno más favorable antes de volver a la ofensiva. En particular, una fuerza de cobertura que opere por delante de una posición defensiva principal amiga, proporcionando un elemento de alerta avanzada e identificando los ejes de avance del enemigo, necesitará replegarse rápidamente detrás de dicha posición una vez haya concluido su trabajo. En estas situaciones, algunas características del terreno pueden ser críticas. Éstas son los puentes, pasillos por los campos de minas o cualquier otro cuello de botella que el comandante decida negar al enemigo hasta que no sea de utilidad para sus fines.
Es el general quien se reserva a sí mismo la demolición de estos puntos y asegurará que estén bien guardados y defendidos hasta que llegue el momento de volarlos. El ejemplo más evidente es el de un puente vital sobre un gran río que puede constituir un obstáculo de envergadura para las formaciones acorazadas. Por supuesto, si el enemigo consigue tomarlo, habrá echado a perder tu repliegue y acelerado su avance.
El enemigo habrá realizado una cuidadosa valoración del terreno y elegido (y quizá reconocido) sus ejes maestros de avance. También es posible que haya llevado a cabo una estimación acertada de cuáles puedan ser nuestras rutas de repliegue y de los puntos por las que éstas cruzan por obstáculos.
Fuerzas de exploración enemigas montadas en vehículos acorazados portapersonal (VAP) y carros pueden dirigirse directamente a ellos, seguidos de cerca por el escalón de vanguardia de la fuerza principal. Y no olvides que puede montar asaltos aeroportados o helitransportados para capturar un punto de cruce vital con la intención de retenerlo hasta que lleguen sus fuerzas.
La última vez que el Ejército Británico intentó hacer esto a gran escala fue en 1944 durante la operación de Arnhem, en la Segunda Guerra Mundial, en que lanzó paracaidistas para capturar unos vitales puentes sobre el Rin por delante de sus fuerzas acorazadas. Desgraciadamente, todo salió mal: las fuerzas de tierra no consiguieron enlazar a tiempo y las defensas enemigas resultaron más potentes de lo esperado.
Guardia de demolición





Nuestra misión es asegurar que el enemigo no capture el objetivo a demoler antes de que haya sido volado. La guardia de demolición consistirá en al menos un grupo de compañías de infantería en el que habrá carros, misiles filoguiados contracarro y observadores de la artillería y los morteros, así como un vehículo de recuperación. También puede incluir sus propias armas de defensa aérea (misiles superficie-aire) incluso cuando hay cobertura de armas divisionales de mayor alcance.





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