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martes, 28 de abril de 2009

Datos tecnicos sobre la toma de Eben Emael

Para ampliar la nota anterior, se presenta en esta actualización, datos técnicos y datos curiosos sobre los soldados, el equipo, y el entrenamiento de los héroes que tomaron la fortificación de Eben Emael

Paracaidistas alemanes

A mediados de los años treinta, tanto el Ejército como la Fuerza Aérea alemanas comenzaron a formar una fuerza de asalto paracaidista. El 1 de octubre de 1935, la guardia de corps de Herman Göring. Se enviaron voluntarios de esta unidad al centro de instrucción de Altengrabow, donde se constituyó el primer regimiento paracaidista de la Luftwaffe. En la primavera de 1936, el Ejército trabajaba ya en una nueva unidad paracaidista y dos años más tarde esta fuerza tomó parte en la ocupación de los Sudestes, donde su actuación estuvo dirigida por la Luftwaffe. El 1 de enero de 1939, la unidad paracaidista del Ejército fue transferida a la Luftwaffe, que se convirtió en la única responsable del reclutamiento y la instrucción de paracaidistas. En julio de 1938, el general de división Kart Student había sido nombrado comandante de la 7ª División Aerotransportada, pero pese a sus esfuerzos no consiguió que ésta participase en las primeras fases de la guerra. En abril de 1940, empero, sus paracaidistas entraron en acción en Noruega donde se distinguieron en la batalla de Narvik. Sin embargo, la captura de la fortaleza de Eben Emael y de los puentes del canal Alberto en mayo fue uno de sus principales éxitos y sentó las bases para futuras victorias en Europa, el Mediterráneo y el norte de África.

Planeador DFS 230

El ataque alemán contra Eben Emael fue una de las operaciones aéreas mas audaces de la guerra y su éxito dependió de que los paracaidistas alcanzasen su objetivo en total secreto y aterrizasen con gran precisión. Para conseguir tales fines hubo de confiarse en un medio no probado hasta entonces: el planeador de asalto. El DFS 230 fue diseñado por Hans Jacobs y realizo sus primeros vuelos de evaluacion a finales de 1937.
Algunos altos oficiales alemanes quedaron muy impresionados, y uno de ellos, Ernst Udet, informo a sus superiores sobre las capacidades del planeador y añadió que, con algunas modificaciones, serviría para depositar fuerzas tras las líneas enemigas. Al cabo de unas semanas se curso un pedido para la construcción de una versión militar capaz de llevar un piloto y 10 paracaidistas pertrechados. Aunque el DFS 230 era poco más que una versión agrandada de un velero convencional, demostró excelentes prestaciones al ser usado para depositar pequeñas unidades de asalto. Podía llevar 270kg de carga además de los hombres y planear más de 20km tras ser liberado a 2000m. La experiencia, sin embargo, demostró que el DFS 230 era muy vulnerable al fuego antiaéreo durante su lenta aproximación al objetivo. Variantes posteriores incorporaron medios para solventar tal inconveniente: los DFS 230B llevaban un paracaídas externo para reducir su distancia de aterrizaje y una ametralladora MG-15 de 7,92mm detrás de la cabina para la supresión de defensas. Algunos ejemplares llevaban incluso dos MG-34 fijas en la proa. El DFS 230 presentaba un problema aun peor: una escasa capacidad de carga que impedía su empleo en operaciones a gran escala. No obstante, su producción prosiguió hasta abril de 1942, momento en el que se habían construido 1022 ejemplares.

Entrenamiento intensivo.

La captura de Eben Emael fue crucial para el éxito de la ofensiva alemana contra los Países Bajos en mayo de 1940. Seis meses antes, los hombres del Sturmabteilung Koch fueron sometidos a un programa de entrenamiento riguroso y altamente secreto. El Oberleutnant (Teniente) Rudolf Witzig, quien mando la sección de Asalto Granite, tomo parte en ese programa que sirvió para que sus hombres se preparasen para el revolucionario asalto aerotransportado de la fortaleza. “La seguridad era vital, pues nuestro éxito –y también nuestra supervivencia- dependía de que el enemigo fuese tomado por sorpresa.
Todos éramos concientes de ello y a veces hubieron de tomarse medidas drásticas.
Nuestro entrenamiento y detalles sobre equipo, tácticas y objetivos se mantuvieron en completo secreto, y la mayoría de nosotros no supimos el nombre de la fortaleza hasta después de capturarla. No se concedieron permisos y no se nos permitía mezclarnos con hombres de otras unidades. Incluso las practicas con los planeadores, en el área de Hildesheim, se realizaron a la menor escala posible. Después, los planeadores eran desmontados, trasladados a colonia en camiones de mudanzas y montados de nuevo en unos hangares rodeados de alambradas y guardados por nuestros propios hombres. Tras las practicas en Hildesheim, el destacamento practico el ataque a fortificaciones muy bien defendidas en la región de los Sujetes y efectuó pruebas de demolición en instalaciones polacas próximas a Gleiwitz. Unas clases en la escuela de zapadores de Karlshorst nos introdujeron en los principios de la construcción de fortalezas.
Finalmente, el interrogatorio de desertores de fortificaciones belgas nos permitió comparar sus declaraciones con lo que habíamos aprendido. Así se completo la escena y los zapadores adquirieron confianza en sus armas; no nos hubiésemos cambiado por nadie, y mucho menos por aquellos que guardaban los fuertes acorazados”.

domingo, 26 de abril de 2009

Fin del combate, los paracaidistas alemanes abren las puertas de occidente (parte final)

A las 08,30 horas, un solitario planeador alemán surcó entre el violento fuego antiaéreo belga y aterrizó en el fuerte. El teniente Witzig se unía así a sus hombres. Después de que su planeador hubo de posarse en territorio alemán, consiguió preparar otro remolcador Ju 52 y, tras varios intentos, despegar sin contratiempos. Tan pronto como recibió las novedades de Wenzel, Witzig ordenó a sus hombres que atacasen y destruyesen esas áreas de Eben Emael todavía en poder de los belgas. Los alemanes, empero, fueron rechazados y se vieron obligados a retirarse al abrigo de una casamata capturada. Los belgas se habían recuperado lo suficiente para lanzar un contraataque de infantería. Durante la tarde, los bombarderos en picado Ju 87 Stuka atacaron objetivos específicos en y alrededor de Eben Emael y silenciaron varias bolsas de resistencia. A la caída de la noche, muchas de las defensas principales del fuerte habían sido bombardeadas y demolidas y, aunque los belgas se habían retirado al interior de la fortaleza, Witzig temía un ataque nocturno contra sus menguadas fuerzas. Así, ordenó evacuar varios reductos ya conquistados y concentrarse en varias zonas más seguras. Los puestos abandonados fueron demolidos. Aunque Witzig esperaba el contraataque belga durante la noche del 10 al 11 de mayo, se sorprendió de la escasa capacidad de respuesta del enemigo:
“La noche fue tranquila. Tras los duros combates del día, mi destacamento permanecía, agotado, bajo el fuego graneado de la artillería y la infantería belgas desde fuera del fuerte; cada ráfaga podía significar el comienzo del contraataque que me temía. Pero, por lo general, el enemigo carecía de espíritu suficiente para combatirnos.” A las 07,00 horas del 11 de mayo, un destacamento de zapadores alemanes del 51º Batallón de Ingenieros, al mando del Unterfeldwebwl (sargento segundo) Portsrteffen, alcanzó Eben Emael y entró en contacto con Witzig tras haber cruzado el canal en un bote neumático. A media mañana, tropas de un regimiento de infantería alemán se habían unido a ellos y los hombres de Witzig fueron relevados. Tras otras dos horas de difíciles combates, la mayor parte subterráneos, los alemanes escucharon un toque de cornetín y vieron aparecer una bandera blanca que sugería la capitulación del mayor Jottrand. La batalla había concluido. Alrededor de 700 soldados belgas, defensores de lo que se consideraba la mejor fortaleza europea, habían sido vencidos por unas docenas de zapadores paracaidistas alemanes armados con 56 cargas explosivas. La unidad de Witzig tuvo 6 muertos y 20 heridos, un tercio de sus efectivos, pero había conseguido anular la mayoría de las casamatas de Eben Emael. La Sección de Asalto Granite había tenido una actuación clave al permitir que el resto del Grupo de Asalto Koch capturase intactos la mayoría de los puentes del canal Alberto. Los belgas sólo lograron destruir el puente de Kanne, cuyas cargas de demolición consiguieron activar al tiempo que aterrizaban los paracaidistas. Witzig, que recibió la Ritterkreuz (Cruz de Caballero) y fue promovido al empleo de capitán, diría más tarde que su éxito residió en que la sección había conseguido el factor sorpresa, en el efecto demoledor de las cargas huecas en la moral de los defensores y en la falta de apoyo externo a la guarnición. Pero su éxito era también resultado de la planificación y el metódico entrenamiento previos al ataque, de forma que cada zapador sabía exactamente lo que debía hacer, se hallaba en plena forma física y era capaz de actuar por iniciativa propia, que permitió que el sargento mayor Wenzel asumiese el mando en ausencia de Witzig durante las primeras horas de la operación. La captura de Eben Emael fue, sin duda, el primer ejemplo de las audaces operaciones aerotransportadas de la II Guerra Mundial. Pese a la pérdida de dos planeadores, los paracaidistas alemanes llevaron a cabo sus cometidos con gran determinación y abrieron camino para que los ejércitos alemanes conquistasen Europa Occidental.

viernes, 24 de abril de 2009

La heroica toma del fuerte Eben Emael, los paracaidistas del Reich entran en acción (parte segunda)

De camino hacia Eben Emael, la Sección de Asalto Granite perdió dos de sus planeadores. Uno, con Witzig a bordo, rompió el cable de remolque y su piloto pudo aterrizar con suerte en un campo alemán. El segundo planeador se vio obligado a virar en redondo y aterrizar cerca de Dúren a raíz de que fallase uno de los motores del Ju 52 que lo remolcaba. Debido a estos problemas imprevistos, sólo nueve planeadores de la Sección de Asalto Granite aterrizaron en el macizo de Eben Emael a las 05, 20 horas; además, dos de esos planeadores aterrizaron con problemas y sus paracaidistas no pudieron participar activamente en el ataque. Sin embargo, la guarnición belga fue cogida por sorpresa y permaneció en el estado de considerable confusión durante la batalla, a pesar de que había sido puesta en alerta a las 00,30 debido a informes sobre movimientos de tropas alemanas en la frontera. No obstante, durante el mes anterior se habían producido tres alarmas similares e infundadas, de modo que ahora su respuesta fue lenta. Para empeorar la posición belga, de los 1200 hombres que se suponían de guarnición en Eben Emael, el día del ataque, había sólo 700, pues los restantes estaban de permiso o asignados a localidades próximas. La ausencia de estos 500 hombres fue decisiva para la suerte de los belgas. La guarnición no esperaba un ataque alemán y tardó en responder debido a que consideró que los planeadores eran franceses o británicos. Algunos defensores belgas declararon después que habían creído que los planeadores no eran sino aviones de reconocimiento enemigos averiados. Pero los belgas reconocieron pronto su error y cuando los 55 hombres de Witzig que alcanzaron la fortaleza pusieron pie a tierra se encontraron con un infierno de sirenas, bengalas y trazadoras. En ausencia de Witzig, el Oberfeldwebel (sargento mayor) Helmut Wenzel asumió el mando: es a él a quien debe reconocerse el mérito de dirigir la primera y crucial fase del ataque alemán, puesto que los alemanes ganaron el control del fuerte durante los primeros 20 minutos. Cuando los zapadores atacaron las cúpulas de acero con sus cargas huecas, se sorprendieron con los devastadores efectos de éstas, pues por razones de secreto hasta entonces no habían podido constatar la total efectividad de los ingenios. Un pelotón mandado por el Feldwebel (sargento) Niedermeier atacó la Casamata 18, en el sector meridional de la fortaleza. Con una carga hueca de 50kg, Niedermeier destruyó su cúpula de observación, de acero, mientras que dos hombres fijaban una carga de 12kg. contra una puerta de acero situada debajo de uno de los cañones de 35mm de la casamata. La virulencia de la explosión, los efectos de la onda expansiva y el agujero que quedó en la cúpula sorprendieron a Niedermeier. En el interior, los artilleros belgas habían sido arrancados de sus asientos y aplastados contra las paredes. Niedermeier guió su pelotón a través del boquete y persiguió a los belgas supervivientes, que abandonaron la cúpula y se retiraron a la red de túneles que discurría por debajo de la fortaleza. Por todas partes, otros pelotones alemanes utilizaban sus cargas huecas con efectos devastadores. El Oberfeldwebwl Peter Arent, comandante del 3er Pelotón, fue figura clave en las primeras fases del ataque. Su planeador se posó a menos de 50m de la barbacana de Eben Emael e inmediatamente comenzó a ser tiroteado. Arent y sus hombres, con los paquetes de explosivos, comenzaron a correr al descubierto, seguidos por una mortal barrera de trazadoras, hacia los muros de hormigón y su objetivo asignado. Arent colocó una carga hueca de 50kg en la cúpula, donde explosionó y abrió un gran boquete. Al frente de su pelotón, y disparando su subfusil anuló a los defensores y se preparó para conservar la cúpula conquistada contra un previsible contraataque belga. Sin embargo, Wenzel ordeno a Arent que atacase otro reducto y destruyese dos piezas antiaéreas que amenazaban con echar por tierra el tiempo previsto por los alemanes para reducir la fortaleza. Arent y su pelotón se aproximaron al reducto avanzando pegados a un muro de hormigón que les resguardo del fuego de ametralladora proveniente de las barbacanas superiores. Colocaron dos cargas en la cúpula que albergaba dos ametralladoras y la explosión subsiguiente destruyo la posición. El mayor Jottrand, comandante de Eben Emael, había perdido la iniciativa durante la primera fase del asalto alemán y era incapaz de organizar una resistencia coordinada. Aunque podía ordenar que las baterías de campaña situadas en las proximidades batiesen el propio fuerte en un intento desesperado de desvertebrar la acción alemana, no imaginaba el potencial exacto del enemigo y se descorazono ante la súbita perdida de tantos reductos clave. Desde su central de mando en el centro del fuerte, el fragor y las ondas expansivas de las cargas huecas debían parecerle terroríficas, sentimiento agravado por su creencia de que la fortaleza era capaz de soportar la detonación de cualquier carga explosiva convencional.

miércoles, 22 de abril de 2009

Fuerzas de Asalto aerotransportadas, el Fuhrer toma Belgica (primera parte)

"En 1940 se consideraba que la fortaleza de Eben Emael era inexpugnable, sin dudas porque todavía no habían entrado en acción las revolucionarias fuerzas de choque alemanas".
A las 04:30 horas del 10 de mayo de 1940, once planeadores DFS 230 alemanes fueron remolcados por sendos Ju 52 desde el aeródromo de Colonia-Ostheim, unos 120km al este de la frontera holandesa.Estos planeadores transportaban la Sección de Asalto Granite (granito), que consistía en dos oficiales y 83 suboficiales y soldados, todos ellos zapadores paracaidistas extraídos de la 7ª División Aerotransportada de la Luftwaffe. Los planeadores se dirigían a la supuestamente inexpugnable fortaleza belga de Eben Emael y, si todo funcionaba según lo previsto por el Fuhrer, iban a ser remolcados durante 25 minutos antes de ser liberados sobre la frontera holandesa para que planeasen hasta el objetivo. Una vez allí, su cometido era la destrucción de los cañones y las fortificaciones de Eben Emael antes de que pudiesen ser empleadas para retardar el avance de las fuerzas terrestres alemanas sobre los puentes del canal Alberto, una importante línea defensiva que amenazaba con bloquear la prevista invasión alemana de los Países Bajos en mayo de 1940. Si el Sexto Ejercito alemán debía avanzar según lo previsto, entre Roermund y Lieja, Eben Emael debía ser anulado antes.
La fortaleza se había terminado en 1935, cuidadosamente emplazada en una elevación rocosa que dominaba el sector más importante del canal Alberto. Entre 1932 y 1935, los belgas habían construido unas instalaciones que se extendían 700m de este a oeste y 900m de norte a sur. En la cara noreste, un pronunciado talud caía 40m sobre el canal Alberto, mientras que en el noroeste la planicie del río Jeker había sido elevada y las defensas mejoradas mediante una zanja de pronunciados taludes. En los costados este y sur, donde el terreno circundante se hallaba a la misma altura que las defensas, los ingenieros belgas habían construido una amplia zanja y un muro de 4m de altura. La fortaleza estaba construida a varios niveles con un total de 64 puntos fuertes que alojaban una variedad de piezas de artillería, incluidas de 120mm, antiaéreas y contracarro. Todos los cañones estaban protegidos por pesadas cúpulas de acero, algunas de las cuales presentaban un espesor de 30cm. Los belgas estaban convencidos de que estas eran inmunes a todo salvo a pesados y dilatados bombardeos artilleros y ataques aéreos. Se habían colocado amplios campos de minas y largas filas de alambradas, para canalizar a cualquier atacante hacia unas casamatas erizadas de ametralladoras. La entrada a la fortaleza se hallaba en la ladera opuesta a la colina y estaba protegida por un foso inundado. Los alemanes no conocían con certeza los efectivos de la guarnición belga, pero estaban convencidos de que su comandante, el mayor Jottrand, contaba con un mínimo de 1200 hombres. Por su parte, los belgas asumían que la fortaleza iba a forzar a cualquier atacante a desplegar importantes efectivos para realizar un largo sitio y que mientras tanto podrían aprovechar para destruir los puentes sobre el canal y enviar refuerzas para proseguir con las acciones dilatorias. Los hombres de la Sección de Asalto Granite eran el elemento clave del brillante plan esbozado por el propio Adolf Hitler y el general Kart Student, comandante del cuerpo paracaidista alemán, para que la invasión alemana de Francia y los Países Bajos evitara este formidable obstáculo. Formaban parte del Sturmabteilung (Grupo de Asalto) Koch, cuyos objetivos generales eran los puentes Kanne, Vroenhaven y Veltwezelt sobre el canal Alberto. Se conseguiría el factor sorpresa depositando fuerzas aerotransportadas con planeadores en cada objetivo, unas horas por delante de las fuerzas de invasión. Como era esencial asegurar todos esos objetivos simultáneamente, el Hauptmann (capitán) Koch dividió su unidad en cuatro elementos autónomos, cada uno con un cometido especifico. Los puentes debían ser tomados por tres Secciones de Asalto: “la Hierro” del alférez (Leutnant) Schachter se ocuparía del Kane, “la Hormigón” del alférez Schacht tomaría el puente de hormigón de Vroenhaven y “la Acero” del Oberleutnant (teniente) Altman haría lo propio con el puente de acero de Veltwezelt. La Sección de Asalto Granite estaba al mando del teniente Rudolf Witzig, un ingeniero de 25 años famoso por su profesionalidad y dedicación. Desde noviembre de 1939, los hombres de Koch se entrenaban para su tarea en un secreto absoluto y practicaban el asalto con planeadores en las fortificaciones de Gleiwitz, capturadas a los polacos. El 10 de mayo cada planeador contenía un impresionante arsenal: por su parte, cada zapador paracaidista llevaba un fusil o un subfusil, así como 50kg de explosivos u otro equipo vital. Entre este figuraban unas cargas explosivas especiales fijadas a largas pértigas para ser introducidas a través de las troneras, el equivalente a los torpedos Bangalore para abrirse paso entre las alambradas y lanzallamas para sofocar la resistencia mas tenaz. Las municiones mas importantes eran, empero, las 20 Hohlladung (cargas huecas) de 50kg y 28 de 12kg, con las que los hombres de Witzig debían abrirse paso a través de los blocaos de Eben Emael.

lunes, 20 de abril de 2009

La terrible muerte de don Pedro de Valdivia

Valdivia al frente de 150 hombres, llego al valle del río Mapocho, donde fundo la ciudad Santiago de la Nueva Extremadura (febrero de 1541). Las circunstancias se presentaron muy difíciles: la falta de abastecimientos y la empecinada belicosidad de los naturales obligo a los españoles a extremar sus cuidados. Valdivia resolvió solicitar refuerzos al Perú comisionando a tal efecto a Alonso de Monroy. Sin embargo, los refuerzos demoraron más de tres años pues, por ese entonces, el Perú estaba sumido en plena guerra civil. A fines de 1543 llegaron algunos contingentes con los cuales Valdivia pudo ampliar su dominio sobre los territorios conquistados: fundo La Serena (1544) y ordeno una penetración hacia el sur. Los españoles obtuvieron tierras e indios, pero las encomiendas no dieron resultado ya que los araucanos rechazaron el trabajo servil que se les imponía. Al tener noticias de la rebelión de Gonzalo Pizarro en contra del pacificador La Gasca, Valdivia volvió al Perú alistándose en las filas de este último. Terminada la sangrienta contienda, La Gasca lo designo gobernador de Chile. Valdivia emprendió entonces una vigorosa acción hacia el este y el sur. Ordeno a Francisco de Villagra la ocupación de Tucumán, cruzando la cordillera, en tanto él se dirigió hacia el sur donde fundo Concepción (1550). Los araucanos, por su parte, dirigidos por el brillante estratega Lautaro, plantearon una nueva táctica. Basaron su ofensiva en la superioridad numérica, pero en lugar de atacar en masa, convirtiéndose en fácil presa de las armas de fuego, plantearon una lucha por grupos. En la batalla de Tucapel (1554) esta táctica les dio óptimos resultados pues la caballería española se agoto frente a los ataques escalonados de las fuerzas indígenas que, pese a sus cuantiosas bajas, se renovaban constantemente. Las tropas españolas fueron derrotadas al fin, y el gobernador Valdivia hecho prisionero, fue condenado a una terrible muerte… “El cráneo seccionado de Pedro de Valdivia, gobernador de Chile, convertido en vaso para la chicha, era el más preciado trofeo que en sus fiestas mostraban los araucanos.
El infortunado conquistador había sido herido en batalla y luego apresado. Primero le echaron tierra mezclada con polvo de oro en la boca y lo baquetearon como a un arcabuz, para que se hartara de aquello que con tanta inmisericordia buscaban los llegados desde allende los mares. Luego se lo fueron comiendo de a bocados, minuciosamente, manteniéndolo vivo durante tres días. No es de extrañar que Rodrigo Quiroga, gobernador de Chile tiempo después de Valdivia, al caer enfermo durante una de sus campañas contra los araucanos, rogaba “que en algún arroyo de los que por allí había le hiciese enterrar, apartando el agua, y volviéndola a echar después por encima del cuerpo, porque los indios no le pudiesen hallar, ni le llevasen”. Su postrer precaución es explicada por Aguado de los Musos: “(...) porque esta malvada ente es tan caníbal, o a lo menos lo era en este tiempo, que por comer de un español cavaban todo un campo donde presumieran estaba enterrado, sólo por haberles dado a la imaginación que comiendo ellos carne de españoles habían de ser valientes y animosos guerreros”. Ante la desaparición del jefe español, sus lugartenientes francisco de Aguirre y Francisco de Villagra se disputaron la jefatura del gobierno de Chile, pero, finalmente, la audiencia de Lima reconoció a Francisco de Villagra. Los araucanos dividieron sus fuerzas en dos contingentes: uno al mando de Caupolicán operaba en el sur y el otro, a cuyo frente se hallaba Lautaro, tenía la intención de atacar Santiago. Villagra venció a este ultimo en las cercanías del río Mataquito (1557); Lautaro murió en la lucha.
En tanto proseguía la guerra araucana, fue nombrado nuevo gobernador de Chile, García Hurtado de Mendoza, hijo del virrey del Perú. El nuevo funcionario se dirigió hacia el sur: repobló Concepción y fundo la ciudad de Cañete y en 1558 llego frente al archipiélago de Chiloé con la intención de dar una investida final a las victoriosas fuerzas de Caupolicän. El jefe araucano intento destruir la nueva población de Cañete, pero cayo prisionero victima de una emboscada. Posteriormente, fue ejecutado en medio de torturas similares a las impuestas a Valdivia. La muerte de Caupolicán desalentó la resistencia araucana; los indígenas sin ser totalmente derrotados se refugiaron en el sur. Alonso de Ercilla, uno de los oficiales del nuevo gobernador, canto en su famoso poema, La Araucana las alternativas de las conquistas de Chile, no ahorrando elogios a la bravura de los araucanos. Hurtado de Mendoza consolido la dominación española en Chile y por su orden fue colonizada la región de cuyo que culminaría con la fundación de las ciudades de Mendoza, San Juan y San Luís.