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jueves, 3 de diciembre de 2009

Elefantes de guerra en la Antiguedad (primera parte)

Los caballos no fueron los únicos animales usados en el combate en la antigüedad. Las dos especies de elefantes, africano e indio, tuvieron su utilidad en la batalla, al igual que las dos especies de camellos. Los elefantes son grandes herbívoros con un peso medio de 5,1 toneladas y una trompa larga y manejable; orejas finas y anchas; piel gris arrugada de 2,5 centímetros de espesor; cuatro patas del grosor de columnas, y una cola fina. Hay dos subespecies de elefante africano, de sabana y de bosque; la primera es la mayor, con más de 250 centímetros de altura y orejas triangulares muy grandes. Los elefantes de bosque son menores, de menos de 250 centímetros y tienen orejas mas redondeadas. Ambas subespecies poseen dos “dedos” en el extremo de la trompa y lomos cóncavos. El elefante indio tiene orejas mas pequeñas, lomo convexo, un “dedo” en vez de dos y alcanza una dimensión superior a la de su congénere del bosque, pero menor que la de la otra especie africana. Los colmillos son menores que los de las especies de África; en las hembras de elefantes indios son todavía mas pequeños, cuando no inexistentes. Los elefantes son animales gregarios, de gran masa encefálica y notable inteligencia y coordinación. No pueden trotar, galopar ni saltar, pero andan con gran rapidez, hasta a 16km/h, se mueven bien en terrenos accidentados, bajan pendientes acortando por los terraplenes y las márgenes empinadas y nadan para cruzar los ríos utilizando las trompas como tubos de respiración. Se usaron en todos los grandes ejércitos, como demuestra la celebre expedición de Aníbal, que cruzo los Alpes en el año 218 a.C. con 37 elefantes. Los animales soportaron bastante bien las condiciones de frío, nieve, privaciones y empinadas pendientes. Su único problema surgió para cruzar el Rin, cuando el movimiento, para ellos extraño, de los rápidos bajo sus patas los espanto. Varios animales saltaron al río, llevándose consigo a sus cornacas (guías). Los hombres se ahogaron, pero los elefantes caminaron por el fondo y respiraron por la trompa, para llegar a la otra orilla sanos y salvos. Los elefantes indios y africanos de bosque pueden ser domesticados, enseñados y utiles en la guerra; no sucede así con el gran elefante de sabana. Ante el gasto que supone mantener a una manada, muchos de cuyos miembros son jóvenes no aptos para el trabajo, los elefantes no se crían en cautividad. Lo que se hace es capturar a los animales salvajes, para después domarlos y enseñarles sus tareas. En los tiempos antiguos, la doma exigía una semana dura y cruel de trabajos, seguida de varios meses de entrenamiento para que el animal aprendiera a llevar encima al guía y a obedecer sus órdenes. Aun se necesitaban otros dos o tres años para completar el entrenamiento. Debe observarse que han de ser siempre los mismos guías, o cornacas, los que se encarguen de vigilar y enseñar a sus animales; un elefante es una criatura salvaje que debe convencerse de que el guía y las órdenes de adiestramiento forman parte de su vida para realizar ciertas tareas. El uso del elefante en la batalla se limitaba básicamente a la India hasta el siglo IV a.C., cuando Alejandro Magno invadió este territorio y lucho contra el rey Poros en el Hidaspes (328 a.C.). Los elefantes de Poros se convirtieron en la parte de su ejército que mas dificultades presento para los macedonios. Profundamente impresionados, los generales que formaron los reinos de los diadocos desgajados del imperio de Alejandro (varios de ellos, veteranos de la batalla) buscaron con ansia formar un cuerpo de elefantes para sus propios ejércitos. En un principio, utilizaron solo elefantes indios. Sin embargo, la dinastía tolemaica de Egipto, imposibilitada de abastecerse de las fuentes indias por la interposición del reino rival de los seléucidas, que controlaban la mayor parte del Cercano Oriente, envío expediciones al Cuerno de África para obtener elefantes africanos de bosque para enseñarles las mismas funciones, y Cartago, a su vez, recurrió a estos elefantes capturados al noroeste de África. El cuerpo de elefantes estaba encabezado por un oficial llamado “elephantarchos”, un importante oficial de la corte en los reinos macedonios helenisticos.

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