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lunes, 16 de marzo de 2009

El príncipe Heinrich zu Sayn-Wittgenstein, el cazador nocturno

Abatir siete bombarderos en una noche fue un récord mundial que, alcanzado en julio 1942, llevó al piloto autor de la hazaña a una rápida fama y le valió, además, la Cruz de Caballero en su categoría de Hojas de Roble, que le fue concedida al mes siguiente. El piloto era el príncipe Heinrich zu Sayn-Wittgenstein, que había nacido en Copenhague el 14 de agosto de 1916. Se alistó en la Luftwaffe antes de que comenzara la Segunda Guerra Mundial y su primer destino fue como piloto de bombardero. En agosto de 1941, cuando había llevado a cabo ya 150 misiones, pasó a los cazas nocturnos. Hacia fines de 1942 fue ascendido al rango de hauptmann y le fue encomendado el mando del I Gruppe, NJG 100. El aparato que pilotaba el príncipe Heinrich en sus misiones de caza nocturna era un Messerchsmitt Bf 110G, y a sus mandos alcanzó resonantes éxitos. Cuando sus victorias llegaron a veintidós, obtuvo la Cruz de Caballero, y varios meses después consiguió su récord de derribar siete bombarderos en una sola noche. Antes de fines de ese mismo año mandaba el II Gruppe de la NJG 3. El día de Año Nuevo de 1944 le llegaba el ascenso a mayor, lo que llevaba aparejado el mando de la Nachtjagdeswader 2, también de caza nocturna. El nuevo avión que pilotaba el príncipe Heinrich era un Junkers Ju.88C-6C. Con él despegó el día 21 de enero de 1944 a las nueve de la noche en la base de Stendal. Iba equipado con SN-2 Lichtenstein y llevaba dos cañones de tiro altote 20 mm MG 151, además de tres cañones de 20 mm MG FF/M, tres ametralladoras 7-9 mm y una de 13 mm. El operador del radar que le guiaba era Feldwebel Ostheimer y le orientó hacia el grupo de bombarderos de la RAF. Una hora más tarde, el príncipe Heinrich abatió un Lancaster y sin interrupción destruyó a continuación tres bombarderos pesados y atacó a un cuarto. Cuando disparó su cañón contra el bombardero, su acompañante observó el comienzo de un incendio que pareció ser sofocado. El príncipe acercó su Junkers al Lancaster e iba a disparar de nuevo cuando, repentinamente, el avión inglés explotó. Hubo después una serie de violentas explosiones en el ala de babor del Junkers y la situación llegó a ser totalmente trágica para el caza alemán. A pesar de que ordenó a su acompañante que saltara inmediatamente, el príncipe se empeñó en una lucha denodada para controlar y salvar su aparato. Ostheimer, el operador del radar, logró sobrevivir después de su accidentado salto con el paracaídas. Pero el príncipe Heinrich zu Sayn-Wittgenstein murió en la cabina del piloto de su avión, que se estrelló cerca de Schönhausen. La fatal casualidad hizo que cerca del lugar donde cayó se hallaran los restos de un Heinkel He.219 que ese mismo día había pilotado otro de los grandes ases de la aviación de caza nocturna alemana: Manfred Meurer.

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