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miércoles, 18 de febrero de 2009

El ejercito egipcio en el Imperio Nuevo.

El Egipto de la época del Imperio Nuevo tenía un ejército grande y bien entrenado, que vigilaba las fronteras y patrullaba las provincias remotas del faraón. El rey era el comandante en jefe y visitaba personalmente el frente acompañado de guardaespaldas y oficiales asesores.
Cada división del ejército egipcio tenía unos 5000 hombres. De ellos 4000 eran soldados de infantería, agrupados en compañías de 200 hombres cada una. Las compañías, con nombres como “Toro de Nubia” o Manifiesto de Justicia”, se dividían en unidades de 50 soldados. El millar de hombres restantes formaban una división de carros manejados, cada uno, por dos soldados.
También se contaba con mercenarios extranjeros, equipados con armas ligeras y de gran ayuda en el patrullaje del desierto. Al ejército no le faltaban voluntarios, pero en las emergencias había conscripciones, y se reclutaba a uno de 100 hombres. Se cortaba el pelo a los reclutas, y se les equipaba con armaduras de cuero, cascos y escudos. Aprendían a usar varias armas, pero se especializaban en una sola, para formar compañías de arqueros, de lanceros o similares. Se enviaba a los reclutas a largas marchas de adiestramiento, pues, en campaña, el ejército cubría un promedio de 19km diarios sobre terreno desértico. Como parte del adiestramiento, se hacían prácticas durísimas. Las batallas eran casi siempre una sucesión de maniobras tácticas realizadas con precisión, y los soldados debían responder a las órdenes impartidas con trompeta. En batalla, los soldados jóvenes e inexpertos formaban el segundo frente y la reserva, mientras que los soldados veteranos formaban la línea del frente. La elite del ejercito estaba constituida por tropas de choque llamadas “Valientes”. Los perros jugaban una parte importante en la táctica del ejército egipcio: se les construía para que tuvieran velocidad y maniobrabilidad, y formaban un escuadrón de disparo que irrumpía en el combate y lograba dispersar al enemigo. Los soldados de los carros recibían un adiestramiento especial: casi todos eran jóvenes de la nobleza, y el cargo tenía cierto atractivo. El ejército egipcio estaba bien organizado, al igual que las unidades de apoyo. Los heraldos llevaban los mensajes y repartían informes; los guías reconocían el terreno y los caballerangos cuidaban de los caballos y asnos que transportaban el bagaje. Había médicos y veterinarios; escribas encargados de abastecimientos y sueldos, y de los registros de las campañas; sacerdotes y magos que daban apoyo espiritual; astrónomos y astrólogos; escuderos; cocineros, espías, y una hueste de sirvientes. Cuando estaban en campaña, los soldados vivían en tiendas erigidas en ordenadas hileras, dentro de plataformas rectangulares de tierra, vigiladas por centinelas. La tienda del rey, y la que guardaba el altar portátil de Amón, principal dios del Imperio Nuevo, estaban en el centro del campamento. Las tiendas de los oficiales eran cómodas, con dos o más estancias, y catres y bancos plegadizos. Los veteranos jubilados tenían preferencia para recibir tierras, y se les recompensaban los meritos en batalla. Había condecoraciones –medallas- en forma de leones y moscas de oro- y posibilidades de ascenso (las moscas de oro eran otorgadas al soldado que mas haya hostigado al enemigo), cuando el valor mostrado llamaba la atención de un general o del faraón mismo. En campaña el monarca –que normalmente era una figura distante rodeada de protocolo- trababa contacto con sus oficiales y decidía los nombramientos para sus favoritos. Jety, un escriba del Imperio Nuevo, dejo una narración desalentadora de la vida militar, según la cual se sometía a los soldados a brutales adiestramientos, y la vida en el campamento era de constantes pleitos, rivalidades, borracheras y juegos de apuestas. Las campañas significaban hambre, sed, moscas y heridas mortales. Pero la intención de Jety, al escribir tan sombrío informe del ejército egipcio, era evitar que sus alumnos se enrolaran y, por lo tanto, que abandonaran la profesión de escribas. En el antiguo Egipto, un escriba tenia un empleo bueno y seguro, que ofrecía al joven con talento una magnifica oportunidad para llegar a la cumbre. Los escribas lograban que todos los engranajes del gobierno y la sociedad funcionaran; eran requeridos en todos los niveles. El hijo de un campesino tal vez no llegara a los altos rangos del gobierno, pero su nieto si. La clave era la educación.

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