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domingo, 28 de septiembre de 2008

Construyendo la Patria

El proyecto monárquico y la Constitución de 1819.

"El año 20, decían los aristócratas, era el que debía marcar el fin de la revolución, estableciendo el poder absoluto para consumar nuestro exterminio repartiéndose entre si los empleos y riquezas del país a la sombra de un niño coronado que ni por sí ni por la impotente familia a que pertenece podía oponerse a la regencia intrigante establecida y sostenida por ellos mismos."

Francisco Ramirez.

A mediados de la primera década del Siglo 19, el antiguo virreinato del Río de la Plata ya se perfilaba como un país, faltaba formalmente declarar la independencia de España, las condiciones internacionales apremiaban y los movimientos revolucionarios la exigían. De tal manera el Congreso reunido en Tucumán en 1816 homologa estos hechos enunciando que "las Provincias de la Unión fuesen una Nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli". Y ..."declaramos solemnemente a la faz de la tierra que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojadas e investirse del alto carácter de nación libre e independiente del Rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli".
Una vez declarada la independencia quedaba un problema a resolver. La pregunta era la siguiente: ¿Qué forma de gobierno elegir? En el congreso de Tucumán se planteó seriamente la posibilidad de convertir al país en una monarquía. Napoleón había sido definitivamente vencido y en Europa señoreaba la Santa Alianza, que era un conjunto de monarquías aliadas muy reaccionarias, que se oponían a la constitución de republicas ya que éstas eran sinónimos de subversión, caos, ateismo y jacobinismo.

Los que estaban por la monarquía no tenían todas las mismas motivaciones. No se puede equiparar el monarquismo de San Martín, que proponía además una monarquía parlamentaria, admitiendo en la monarquía la posibilidad de un gobierno fuerte adecuado a las características y las grandes extensiones del país. No se lo puede comparar, con el concepto monárquico de un Manuel José García enajenado por fuerzas internacionales. Y cosa parecida ocurría con los republicanos. Algunos de los republicanos criollos coincidían en los intereses con Inglaterra. Gran Bretaña, estaba mucho mas interesada en instalar una republica en el Plata porque resultaba un régimen de más fácil penetración y dominación en razón a las propias tendencias y contradicciones del republicanismo como sistema. Los federales de las primeras dos décadas revolucionarias eran republicanos, porque asumían en el republicanismo la tendencia popular hacia el pluralismo democrático, por reacción histórica contra el unitarismo centralista establecido por los virreyes.

Algunos hombres importantes, Belgrano entre ellos, aconsejaron erigir una monarquía. La propuesta tuvo algunas posibilidades de cristalizar a través de gestiones diplomáticas muy complejas en Europa; también se barajó la idea de restaurar el trono de un Inca. Sin embargo, y más allá de las tratativas, estos proyectos no fueron más que sondeos de opinión que por más exigua que fuese, repudiaba la posibilidad de un monarca en Buenos Aires: eso habría sido el fin de la Revolución iniciada en 1810 que encontraba en Mariano Moreno a su pro hombre. El Pueblo, rechazaba esa posibilidad y prefería una opción mas abierta y democrática.
De manera tal que el Congreso en principio descarta el sistema monárquico. Pero deja aun abierta la posibilidad para que sigua siendo tratada en Buenos Aires cuando siga sesionando el Congreso para dictar una constitución.

En abril de 1819, el Congreso sanciona una Constitución, unitaria y absolutista, que no era ni monárquica ni republicana pero que dejaba las puertas abiertas para le entrada de un príncipe o un infante. Se trataba de una Carta Magna aristocratizante, con un Senado formado por delegados por las provincias, pero que al mismo tiempo incluía personajes designados por su propio carácter, tales como: rectores de universidad, generales, obispos etc. El texto no mencionaba la palabra república. La llamada constitución de 1819, no tuvo prácticamente vigencia y no funcionó porque la disidencia federal era ya muy grande, como muy profunda era también la desconfianza de los pueblos frente a las intrigas monárquicas de los porteños. Así las cosas, y después de una serie de hechos políticos y militares menores se sanciona la constitución y esto resultó una afrenta, una provocación para los pueblos del interior que conducidos por Ramírez y López marchan con sus montoneras gauchas hacia la ciudad Buenos Aires.

La Batalla de Cepeda y la gloria de Ramírez.

"Gloria a la Patria y honor a los libres. Triunfaron los libres en la inmediación de Pergamino contra el Tirano Porteño el día 1º de febrero. El 31 de enero marché sobre el enemigo que se halla en dicho punto...Campo de batalla. Febrero 1 de 1820".

Francisco Ramírez.Ramírez, como lugarteniente del Protector Artigas asumirá la función de jefe supremo del ejército federal. Estanislao López, el caudillo santafesino, se agrega a las fuerzas en calidad de aliado histórico del caudillo oriental. Se le pliegan también algunos desterrados del régimen: Alvear que prometía apoyo de importantes sectores porteños y el chileno Miguel Carreras que aporta alguna tropa y una imprenta que había comprado en Estados Unidos. Esta imprenta, volante, editaba un boletín "La Gaceta Federal" explosivo en su contenido.
En octubre de 1819 se reúnen los dos jefes, Ramírez y López, en Coronda para establecer planes comunes. Días después, el entrerriano lanza una proclama declarándole la guerra al Directorio, sostén político de la constitución aristocrática y antipopular, e invitando a sus paisanos a compartir la insurrección. Allí está ahora, Francisco "Pancho" Ramírez, como jefe supremo de los ejércitos federales en el umbral de la historia. Está frente a sus "Dragones de la Muerte" como se llamaban las disciplinadas montoneras entrerrianas. Conduce también a los dragones santafesinos de López, los guaraníes de Misiones, los mocovíes del Chaco y toda la montonera artiguista. En ese momento el régimen directorial se derrumba.

Pueyrredón renuncia al Directorio y asume Rondeau. El mismo Rondeau que nueve años antes fuera convencido por Ramírez para desertar del ejército español e ingresar a las filas revolucionaria artiguistas. El mismo Rondeau que está frente a él comandando las tropas porteñas.

El Director Rondeau pide auxilio a los ejércitos regulares. Ya se sabe que el General San Martín, fiel a su conducta patriótica, popular y revolucionaria, se niega a desenvainar su gloriosa espada en esta guerra civil, mucho menos en contra del pueblo. Solo le queda al Directorio el veterano Ejercito del Norte comandado por Belgrano al que Rondeau pide auxilio. Esta fuerza se niega también a participar en la contienda civil, se amotina en Arequito y esa sublevación deja al Directorio ya debilitado políticamente en un estado de total vulnerabilidad militar.

El 1º de febrero de 1820 en la cañada de Cepeda, en una atropellada de las montoneras federales se sella la suerte del Directorio oligárquico.
La batalla de Cepeda desde el punto de vista militar fue de las más "pobres" en la historia argentina pero en sus proyecciones políticas fue de las más fecundas. Las milicias directoriales, formadas en mayor parte por esclavos comprados por el gobierno para convertirlos en soldados, se desbandaron ante el ataque de Ramirez. Una sola carga bastó para desmoronar a los porteños que se dispersaron dejando la artillería en poder de los gauchos entrerrianos. Políticamente, institucionalmente había caído por primera vez desde 1810 la autoridad nacional, por primera vez desaparecía una entidad estatal que había ejercido, a veces solo formalmente, el poder sobre todo el antiguo virreinato.

Los sectores oligárquicos de Buenos Aires entran en pánico ante una supuesta posibilidad de "invasión" de las tropas federales. Vicente Fidel López expresa su repugnancia cuando relata el episodio: … "numerosas escoltas (de Ramírez y López) compuestas de indios sucios y mal trajeados a término de dar asco ataron sus caballos en los postes y cadenas de la Pirámide de Mayo mientras sus jefes se solazaban en el salón del ayuntamiento". Relato que habla por sí solo acerca del desprecio y el odio que siente la oligarquía por la figura de "Pancho Ramírez" y el recuerdo de la batalla de Cepeda. Los Regimientos de Ramírez y López entran en un Buenos Aires y atan la caballada a la Pirámide de Mayo recién construida...Comienza lo que la historia liberal denominó la "anarquía del año ‘20".