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lunes, 30 de junio de 2008

Juan de Garay, un civilizador.

Juan de Garay y la situación geopolítica del Plata.

Juan de Garay fue el personaje central de este periodo. Poniéndose al margen de las querellas asunceñas, llevo a cabo un plan estratégico de fundaciones que transformaron la situación geopolítica del Rió de la Plata.
Por encargo de Suárez de Toledo, Garay fundo la ciudad de Santa Fe (1573) con la intención de instalar un poblado intermedio que permitiera un acceso al rió de la plata y que, al mismo tiempo, rompiera el aislamiento de Asunción.
En una carta que el conquistador dirigiera al Rey de España, explica el sentido de su política pobladora que culminaría con la fundación de Buenos Aires. En ella le expresaba que puso todo su empeño “en que abriésemos puertas a la tierra y no estuviésemos cerrados”.
A poco de ser fundada Santa Fe, llego a la ciudad Jerónimo Luís de Cabrera (fundador de Córdoba) argumentando que esta se encontraba bajo la jurisdicción del Tucumán. En realidad pretendía encontrar una salida por el Paraná que le permitiese desligarse de la ruta y la tutela del Perú. Garay, sin embargo, hizo valer sus títulos y Cabrera debió abandonar el lugar.
Por su parte, el adelantado Ortiz de Zarate, que arribo al Plata en 1575, murió poco después en Asunción, dejando como única heredera a su hija y legando su titulo de adelantado a quien se casara con ella.
Juan Torres de Vera y Aragón, oidor de la audiencia de Charcas, al casarse con la hija del fallecido adelantado, heredo los títulos de aquel. Una de sus primeras medidas fue nombrar a Juan de Garay como su Teniente Gobernador. Este maduraba la idea de repoblar Buenos Aires como culminación del plan trazado años antes.

Fundación de Buenos Aires.

El 11 de Junio de 1580, al frente de diez españoles y cincuenta y seis “mancebos de la tierra” (criollos) fundo la ciudad de Trinidad y Puerto de Santa Maria de los Buenos Aires, erigiendo en la plaza Mayor (hoy plaza de Mayo) “un palo y madero por rollo publico y concejil para que sirva de árbol de justicia”. Buenos Aires, destinada con el tiempo a desplazar la hegemonía de Lima, volvía a nacer para no morir jamás… (eso pensábamos, pero viendo a los políticos de hoy, me quedan mis dudas.) Garay realizo algunas incursiones por la pampa bonaerense llegando hasta las inmediaciones de la actual Mar del Plata. En 1583, en las cercanías del rió Carcaraña, fue sorprendido y muerto por los indígenas juntamente con un grupo de sus soldados.
En 1587 y luego de entablar en España un largo pleito por el reconocimiento de sus títulos, Juan Torres de Vera y Aragón llego a Asunción. Entre sus pocos actos de gobierno se cuenta la fundación de la ciudad de Vera “en el sitio que llaman de las siete corrientes” (1588), actual ciudad de Corrientes. Poco después, el adelantado, cuyo titulo solo fue reconocido en forma honorífica, renuncio y se embarco para España. De acuerdo con la real cedula de 1537 resulto electo gobernador el criollo Hernando Arias de Saavedra (Hernandarias) que gobernó entre los años 1592 y 1617.
Con Hernandarias se inicia el periodo de los Gobernadores y, luego de su muerte, la gobernación del Rió de la Plata se divide en dos: la del Rió de la Plata, con capital en Buenos Aires y la del Paraguay, con capital en Asunción. Esta nueva división territorial obedecía a diversas razones: la gran extensión de la región _2.500km entre el limite norte y el cabo San Antonio_, la precariedad de las comunicaciones y, en especial, la importancia alcanzada por Buenos Aires en detrimento de Asunción, que resulto eclipsada por la ciudad del Plata.
La acción cumplida por Garay. Acta de fundación de la ciudad de Santa Fe.
Yo, Juan de Garay, Capitán y Justicia Mayor en esta conquista y población de El Paraná y Rió de la Plata. Digo que en nombre de la Santísima Trinidad y de la Virgen Santa Maria y de Universidad de todos los Santos y en nombre de la Real Majestad de el Rey D. Felipe nuestro Señor y el muy ilustre Señor Juan Ortiz de Zarate gobernador y Capitán General y Alguacil mayor de todas las provincias de dicho Rió de la Plata y por virtud de los poderes que para ello tengo de Martín Suárez de Toledo teniente de gobernador que al presente reside en la ciudad de Asunción […] fundo y asiento y nombro esta ciudad de Santa Fe en esta provincia de Calchines y mocoretaes por parezerme que en ella ay las partes y cosas que convienen para la perpetuasion de dicha ciudad, de Aguas y Leñas y Pastos que querra. Y casas y tierras y estancias para los vecinos y moradores de ella y repartirles como su magestad lo manda y asientola y pueblola […].
-Otrossi mando a los Alcaldes y Rexidores Bayan conmigo y en el conmedio de la plaza de esta Ciudad me ayuden a alsar y enarbolar un palo para rollo para alli en nombre su Magestad y de el Señor Gobernador Juan Ortiz de Zarate se pueda executar la justicia en los delincuentes conforme a las leyes y hordenanzas reales- Otrossi nombro y señalo por jurisdicción de esta ciudad por la parte del camino del Paraguay hasta el cavo de los anegadizos chicos y por el rio avaxo camino de Buenos Aires, veinte y cinco leguas mas avaxo de Santi Espiritus y assia las partes del Tucuman cinquenta leguas a la tierra adentro desde las barrancas de este rio y de la otra parte de el Parana, otras conquenta _Otrossi mando que el asiento y repartimento de los solares cassas de los vezinos de esta ciudad se edifiquen y assienten y se guarden conforme a las trazas que tengo señaladas en un pergamino que esta fecho en este assiento y ciudad de Santa Fee oy “Domingo a quinze de Noviembre de mil quinientos setenta y tres años”. […].

Carta de Juan de Garay al Rey de España, escrita en Santa Fe el 20 de Abril de 1582

Trazado de la ciudad de Buenos Aires ordenado por Juan de Garay

“Según la costumbre, la ciudad se dividió en cuadras y se adopto para su división la medida de longitud de 151 varas, llamada cuerda, que se uso en Buenos Aires hasta mas o menos 1830. Cada manzana tendría de frente 140 varas, quedando 11 para el ancho de las calles…Como en todas partes, cada una se dividió en cuatro solares en que cada fundador construirá su morada… Además del solar los fundadores recibieron, dentro del ejido, una manzana destinada sin duda a chacras y corrales para los animales de uso diario… La parte que sobro al norte, sud y oeste, hasta los límites del ejido, se reservaba para tierra de pasto común… Sigue una nueva división de tierras que no se ha señalado claramente hasta hoy. Garay anunciaba que se repartiría tierras para huertas “desde el principio de las rozas para abajo, viniendo por la frente del lugar pasando hacia el riachuelo”. Las rozas designaban sin duda las propiedades menores que se distribuyeron el 24 de Octubre y que empezaban en el limite norte del ejido, es decir, en Arenales (se refiere a la actual calle de ese nombre), siguiendo rio arriba, las huertas, serian pues, la barranca del rió, hacia el riachuelo, de Balcarce 25 de Mayo (se refiere a las actuales calles de esos nombres) al Este”.

P. A. Larrouy. La fundación de Buenos Aires

viernes, 27 de junio de 2008

El espiritu del guerrero, la espada.

Forjado de espadas.

Prácticamente hasta 1761, año en el que se fundo la fabrica de las espadas, todas las espadas tenían las hojas fabricadas totalmente en acero, pero a partir de esa fecha se construyeron con una parte central de hierra dulce, llamada “alma”, que se recubría por dos laminas de acero, llamadas “tejas”. El proceso de forja de una espada constaba de las siguientes etapas: el alma se obtenía a partir de callos de herradura, lo mismo que las tiras de hierro dulce con las que se fabricaban los cañones de alambre, y se introducía en un canal, existente entre ambas tejas; seguidamente, se comenzaba la forja desde la punta (labor conocida entre los antiguos espaderos por “dar la puntada”), luego se procedía al “tirado” o “estirado”, igualando y soldando el acero con el núcleo de hierro; después, alternando con cortas caldas, se lleva a cabo la operación de “batido”, tras lo cual comienzan a delimitarse las diversas mesas de cada cara y los filos. A continuación, se procedía a dar el temple a la hoja, mediante su inmersión en agua (que en el caso de Toledo procedía del Tajo, y se le atribuían cualidades especiales), tras haber sido calentadas previamente al rojo oscuro, con ello la hoja queda pavonada; seguidamente se eleva la temperatura hasta que toma un color rojo cereza y se vuelve a sumergir en agua, luego se extrae mostrando una tonalidad plateada y se somete a la operación de “revenido”, consistente en una serie de pequeñas caldas. Después, se desbasta mediante un pulido con piedras silíceas, se corrigen sus posibles defectos, “vicios”, se esmerila, lustra y acicala, y finalmente se estampa el cuño del fabricante. Las armas de lujo se siguieron fabricando con hojas exclusivamente de acero; las etapas de su fabricación son similares a las descritas, pero existen algunas modificaciones. Según Ramírez de Arellano:

“El maestro o artífice, que quiere hacer una hoja u hojas de espadas buenas y a toda prueba, ha de tener un gran conocimiento en escoger el acero, que quizá entre cuatro arrobas, no hallara dos de mediano, y de bueno pocas libras. Quando forja la hoja, ha de tener mucho cuidado, y prácticamente en la cantidad de acero, que pone a proporción de la disminución, que hay al caldearlo; observando metódicamente los defectos, que descubre, para quitarlos con el arte. En la preparación para el temple, se requiere mucha atención; pues consiste en el mas ó menos tiempo de fuego y agua; la que se aplica de diferentes maneras, y sirve para templar el acero, consolidar sus poros, y darle la elasticidad, mediante los accidentes de su liquidez; pues aun con agua de la mar se templa. Si la bondad del temple consistiera solo en esta operación, y las antecedentes, se podía dudar si contribuía la calidad del agua; pero aun faltan las principales operaciones: aun baxo todas las dichas, hechas con el mayor cuidadoso método, puede salir la hoja muy mala; pues en el revenirla , esta la mayor dificultad de acierto, que es en el modo de darla la cantidad de fuego que le corresponde, porque si es mucho sale blanda, si poco, vidriosa, peligrando el romperse.
Pende asimismo la perfección de las hojas, en la habilidad y prolixo trabajo de enderezarlas en los molinos, o muelas; en ellas se les da la formación, proporcionando gruesos, y filos, siendo un mecanismo laborioso y de habilidad, que da lugar a multiplicar el trabajo, y aumentar considerablemente su valor.”
Ornamentación de las armas blancas.

Las partes del hierro o acero de un arma blanca pueden estar adornadas mediante grabados, labores de damasquinado o de nielado, que vamos a comentar brevemente. Las armas modernas corrientes suelen tener la ornamentación a base de dibujos troquelados.
Grabado.- Esta técnica, normalmente, se puede llevar a cabo mediante la acción del buril o “al acido”. Este ultimo procedimiento básicamente consiste en dibujar sobre la pieza los adornos elegidos; si se desea que estos queden en relieve, se protegen mediante una capa de cera o barniz especial, dejando sin recubrir el fondo, que será atacado por una disolución de acido nítrico. Si se desea que los adornos queden deprimidos, dejamos a estos sin protección.
Damasquinado.- Previamente se procede al vaciado del dibujo por cualquier método. Luego, las zonas a decorar se recubren con un mordiente, que sirve como fijador, embutiéndose en él hilo de oro o plata para perfilar los dibujos. Las masas de los adornos perfilados se rellenan también con dicho hilo, o alambre, o con láminas de metal noble. Terminada esta operación, se procede a la oxidación o pavonado en oscuro de los fondos del trabajo, previa acción de la lima de hierro dulce y pulimentación con esmeril.
Esta artesanía, cuyo nombre deriva de la capital de Siria, fue muy cultivada en el Oriente medio, sobresaliendo las labores de Mosul, en el siglo XII, de donde se extendió a otros lugares. En el siglo XVI, el damasquinado era muy común en el territorio de Venecia y en Francia, donde Cursinet, armero de Enrique IV, lo utilizo como ornamentación de diferentes obras. En España el damasquinado era conocido con anterioridad, ya que fue una labor cultivada con gran esmero por los artífices musulmanes del Reino de Granada y que se siguió conservando, por la armería española, para engalanar tanto armas blancas como de fuego hasta nuestros días. Nielado.- Esta técnica también es de origen Oriental y consiste en rellenar los huecos, hechos por incisión, con una especie de esmalte de color negro (nigellum), que contiene 38 partes de plata, 50 de plomo, 72 de cobre rojo, mezcladas con 384 de azufre.
Mediante fusión con bórax se obtiene un polvo que se disuelve en agua engomada y se aplica en los dibujos.
Aunque en la Península Ibérica se han encontrado falcatas de la Edad de Hierro ornadas con niel, esta técnica arraigó en Europa en el siglo XVII, si bien la ciudad de Florencia destacaba en esta labor desde el siglo XV.

miércoles, 25 de junio de 2008

Conversaciones privadas

Los reaccionarios son como nueces vacías. De un cuchicheo proferido por un tonto y transmitido a otro tonto hacen un verdadero rumor y llegan a persuadir con ello de que se trata de la voz del pueblo que retumba. En realidad no oyen mas que el eco amplificado de su propia. Es así como en ciertos medios, se atribuyen al pueblo sentimientos que le son perfectamente ajenos. ¿Quién sabe? Si mis padres hubieran tenido suficiente fortuna para mandarme a estudiar bellas artes, no hubiera aprendido a conocer la miseria, como la he conocido. El que vive fuera de la miseria no puede llegar a saber lo que es, a menos que atraviese el muro.
Como no había podido terminar mis estudios secundarios, me estaba cerrada la carrera de oficial, aunque por mi trabajo hubiera aprendido más de lo que se supone que sabe un bachiller. Solo un oficial podía obtener la orden “Pour le Mérite”; incluso era excepcional que la obtuviera un oficial de clase media.
En esta sociedad cerrada, el hombre solo existía en función de su origen, al que le faltaba ese origen, y por añadidura títulos universitarios, no le era dado en pensar en ser ministro, por ejemplo, sino por medio de la Social Democracia…
La opinión en virtud de la cual perjudicaría a la autoridad que tales diferencias fueran abolidas, no tiene fundamento.
El hombre competente dispone siempre de la autoridad necesaria.
El que no es superior por su talento, carecerá, inevitablemente, de autoridad, cualquiera sea la función que desempeñe. La revelación que supone para la jovencita su primer encuentro con el hombre, es comparable, a la revelación que recibe el soldado que por primera vez se enfrenta a la guerra. En unos días el adolescente se convierte en hombre.
Si yo mismo no me hubiera endurecido en esta experiencia, hubiera sido incapaz de emprender la tarea ciclópea que representa, para un hombre solo, la edificación de un imperio.
Con un sentimiento de puro idealismo marche al frente en 1914. Después vi caer a millares de hombres a mis alrededores. De este modo he aprendido que la vida es una lucha cruel que no tiene más fin que la conservación de la especie. El individuo puede desaparecer con tal de que haya otros hombres para sustituirlo.
Imagino muy bien que algunos se echen ambas manos a la cabeza para hallar una respuesta a esta pregunta: “Como el Fuhrer puede aniquilar una ciudad como San Petersburgo?” Es cierto que por naturaleza pertenezco a otra especie. Me gustaría no ver sufrir a nadie, no hacer mal a quienquiera que sea. Pero cuando vislumbro que la especie esta en peligro, el razonamiento mas frió sustituye dentro de mí al sentimiento. Ya no soy sensible sino a los sacrificios que el porvenir exige, en desquite de los que hoy titubeo en aprobar. Para imponer la limpieza en la vida civil, la primera condición es tener un estado integro, un ejercito incorruptible y una policía y administración reducidas al mínimo. Todos los que tienen la fibra de Europa, pueden asociarse a nuestra obra. En este asunto yo veo derecho mi camino, fríamente, soy el instrumento del destino. Lo que puedan pensar de mi me deja indiferente. No se porque un Alemán que come un pedazo de pan debe atormentarse por la idea de que el suelo que ha producido este pan, ha sido conquistado por la espada. Cuando comemos el trigo de Canadá, no pensamos en los indios expoliados.
El precepto según el cual es obligación de los hombres amarse los unos a los otros es teoría; y los cristianos son los últimos en practicarla; ¡un niño negro que tenga la desgracia de morir antes de haber caído en manos de un misionero va al infierno! De ser cierto, seria como para lamentar tan triste destino. ¡Haber vivido solo tres años y arder con Lucifer para toda la eternidad!

Partes extraídas al azar del libro: “Las conversaciones privadas de Hitler”.

lunes, 23 de junio de 2008

La batalla de Kadesh, la dinastía del Faraón Guerrero

Al advenimiento de la dinastía XIX en Egipto, el equilibrio en el Cercano y Medio Oriente era muy frágil. El reino hitita había acrecentado su poder y constituía un grave peligro para Egipto.
La obra de Tutmés III se había perdido, los territorios colocados bajo la soberanía egipcia habían pasado al vasallaje hitita o se encontraban en franca revuelta.
Ramsés I, fundador de la dinastía tuvo un breve reinado (1295-1294 a.C.). Su hijo y sucesor Sethi I (1294-1279 a.C.) se esforzó por restablecer el control egipcio en los territorios asiáticos. Sometió Canaan, llegó a Siria en donde ocupó el país de Amurrú y la ciudad de Kadesh, llave de la Siria del norte. Logró contener el avance hitita, pero a su regreso, Kadesh volvió a ser ocupado por los hititas. Ramsés II, hijo y sucesor de Sethi I, tuvo un largo y brillante reinado. Gobernó 67 años, de 1279 a 1213 a.C.
Ramsés II ascendió al trono a los 25 años de edad tras una corregencia que lo preparó para el cumplimiento de sus deberes. Comprendió que el enfrentamiento con los hititas era inevitable, ya que estaba en juego el control de los territorios por los cuales pasaban las rutas comerciales, de ello dependían la riqueza y la seguridad de Egipto. Para ello el gran Faraón modernizo y mejoro todo el armamento egipcio, que hasta entonces seguía manteniendo los estándares pasados, mientras que el armamento Hitita era muy superior, recordemos que estamos en la edad de bronce, los egipcios contaban con mazas para golpear, arcos simples, escudos, lanzas; mientras los hititas poseían hachas de penetración, espadas rectas de bronce, posiblemente extraídas de modelos indoeuropeos, arcos compuestos y principalmente los temidos y mortíferos carros de combate. Lo que hace Ramses II es adaptar y modificar todo este armamento dándole un concepto verdaderamente revolucionario para la época, realiza una dotación completa de arcos compuestos; es importante mencionar que un arco compuesto, en la antigüedad tomaba hasta dos años en estar terminado, no era una tarea sencilla y representaba un arte muy costoso para desarrollar, proporciono a toda la infantería de la espada llamada kopish, un modelo singular de espada muy dúctil y eficiente en combate igualmente buena para apuñalar como para cortar; mejoro las hachas de penetración hititas dándole al bronce egipcio un mayor temple y mas durabilidad; y lo mas destacado, mejoro notablemente los carros de combate, mientras el carro hitita era mas pesado y poseía su eje en la mitad de la estructura de soporte, los nuevos carros egipcios eran mucho mas livianos y el eje fue desplazado considerablemente hacia atrás, lo que le permitía tomar las curvas a mayor velocidad y mas cerradas, claro que al ser tan liviano solo podía cargar a dos soldados, el auriga y un arquero, mientras el carro hitita cargaba a tres, el auriga, un arquero y un escudero que protegía tanto al arquero como al conductor y que además portaba una lanza. Con estos datos técnicos ahora pasemos a la acción.
Muwattali, el rey hitita organizó una gran coalición contra Egipto. Participaban más de 16 estados y provincias entre vasallos y aliados. Se calcula que el rey hitita contaba con dos grandes cuerpos de infantería con un total de unos 36.000 hombres. Los carros de guerra formaban una enorme masa de 2.500 vehículos.
Contra esa coalición marchó Ramsés II al frente de su ejército en el quinto año de su reinado. Conducía 4 divisiones colocadas bajo el patrocinio de los grandes dioses de Egipto: Amón, Ra, Ptah y Seth. Cada uno contaba con 5.000 combatientes. También estaban presentes los carros de guerra y la guardia personal. Siguiendo la costa atravesó Cannan y Fenicia, de ahí siguió hacia el valle del río Orontes, antes de ello se estableció comunicación con los “Nearin”,
Cuerpo de élite formado por soldados asiáticos al servicio de Egipto, que desde hacía unos meses estaba estacionado en las costas de Amurrú (Siria), se les ordenó marchar hacia el interior para coincidir con el ejército frente a Kadesh. (Eran tropas de soldados muy jóvenes y disciplinados, especializados en la lucha cuerpo a cuerpo. Serían un antecedente a los actuales “comandos”. Se les utilizaba en las luchas subrepticias de infiltración y asaltos nocturnos a ciudades enemigas y también en aquellas acciones que requirieran una gran rapidez y decisión de acción. Eran empleadas como vanguardia de las grandes unidades durante las marchas de aproximación y para cubrir, a cierta distancia, los costados y la retaguardia. Nunca fueron muy numerosas y apenas si hay constancia de ellas.) Al llegar a cierta distancia de Kadesh, la vanguardia capturó a dos beduinos de la tribu de los Ahasu. Informaron que el rey hitita y su ejército se encontraban en Alepo, a unos 200 kilómetros al norte, y que el soberano hitita se mostraba temeroso ante el avance egipcio. El faraón mordió el anzuelo, ya que estos datos eran falsos y los cautivos en realidad eran dos espías de Muwattali con la misión de dar datos falsos al Faraón.
En realidad, el ejército hitita estaba emboscado al este de Kadesh, esperando el momento oportuno para sorprender a los egipcios. Sin desconfiar, Ramsés II se apresuró a cruzar el río Orontes por el vado de Shaltuna, una vez situado en el margen oeste, avanzó al frente de la división de Amón, confiado en esos datos falsos no aguardo el grueso de sus tropas, Ra, Ptah y Seth estaban aun lejos de alli y busco apresuradamente la victoria, tal era su sed de gloria y guerra. El faraón instaló su campamento al oeste de Kadesh, esperando el resto del ejército para atacar la ciudadela enemiga. Esta se levantaba sobre un promontorio situado al sur de la confluencia del río Orontes y de uno de sus afluentes. Una serie de canales excavados al sur de la ciudad comunicaban a ambas corrientes de agua y convertían de hecho a la posición en una isla. Los hititas estaban ocultos hacia el este de la posición. Los acontecimientos se precipitaron, Muwattali ordenó que los carros hititas cruzaran el río Orontes y atacasen de flanco a la división Ra. Esta marchaba sin darse cuenta del peligro. El súbito ataque la sorprendió y arrolló; las filas quedaron rotas y la división se desmoronó, los soldados retrocedieron en desbandada en medio de una gran confusión.
Intentaron alcanzar la salvación en el campo egipcio, ahí se precipitaron, perseguidos de cerca por los carros hititas. Ante la irrupción, la división Amón también fue presa del pánico y del desorden. Los hititas atacaron las defensas del costado oeste del campamento, la línea fortificada se hundió y una masa de carros enemigos se precipitó en el campamento.
Todo parecía perdido, sin embargo Ramsés II no perdió la cabeza. Trató de reunir a sus soldados pero fue en vano, el pánico y el desorden reinaban por doquier.
Por fortuna los hititas, se dedicaron al saqueo y eso proporcionó un breve respiro al faraón. Pudo imponerse a la desenfrenada estampida de sus soldados en desbandada, los reorganizo y lanzo una carga terrible de carros contra el enemigo, así, seguido ahora por sus golpeadas, pero no derrotadas tropas, montó en su carro, aseguró las riendas de los caballos en su cintura y se lanzó contra sus enemigos. Cargó ferozmente al frente de sus tropas contra el enemigo, golpeando a derecha e izquierda, hundiendo las filas enemigas y derribando carros y caballos.
Por seis veces renovó Ramsés II sus furiosos ataques, no dejaba de disparar flechas, contra el confundido enemigo que no daba con la forma de reorganizarse para contener el valeroso ataque del joven guerrero Faraón. Entonces, desde el este, se hacen presentes los expertos “Nearin” esos soldados de élite que se presentaban puntualmente al sitio de reunión que el faraón les había fijado.
Formados en cerrado orden de batalla, escudo con escudo atacaron de inmediato a los hititas. Quienes se dispersaron ante la sorpresa. Viendo la crítica situación, los hititas se retiraron hacia el sur para reorganizarse. Pero el fiero Faraón no se los iba a permitir, reagrupo a sus carros y apoyado por los “Nearín” se lanzó contra los hititas. El choque de los cuerpos de carros enemigos fue escalofriante, ahora el signo de la victoria había cambiado de campo y favorecía a los egipcios. Los hititas no pudieron resistir el asalto y en medio de un gran caos retrocedieron hacia el río.
Una segunda oleada de carros hititas intentó restablecer la situación, pero también fue arrastrada por la derrota. El ejército hitita fue arrojado al río Orontes y buscó salvarse cruzando a nado la corriente. Los textos egipcios relatan que los soldados hititas se arrojaban al río como cocodrilos. Muchos se ahogaron. Muwattali presenció la desastrosa derrota desde el otro lado del río, no se atrevió a hacer intervenir a su infantería.
Ramsés II quedó dueño del campo de batalla. Al final de las acciones arribó la división de Ptah, intervino en los últimos enfrentamientos y en la captura de prisioneros y botín.
Aunque derrotado en la contienda, el grueso del ejercito de Muwattali se había refugiado en la fortaleza de Kadesh, a la que Ramses puso sitio; en este punto la contienda se estanca y ninguno de los dos puede decidir el resultado, ante esta situación, Muwattali ofreció la paz al faraón. Este comprendió la dificultad de proseguir la campaña, aceptó la suspensión de hostilidades, aunque no un tratado de paz y ordenó el regreso a Egipto.
Ramsés II hizo un triunfal regreso a Egipto. El país lo recibió con entusiasmo. El faraón ordenó inmortalizar el triunfo en una serie de escenas e inscripciones. Se escribió un poema que es conocido con el nombre del escriba que lo transcribió, es el poema de Pentaur. Ramsés II hizo posible que la debacle se convirtiera en resonante triunfo. Hizo honor a su nombre de coronación: User-Ma’at-Ra Setep-En-Ra, que significa: poderosa es la justicia de Ra, el elegido de Ra. Demostró ser el rey que aseguraba la protección de Egipto, la muralla que defendía al país y al ejército, la estrella que perseguía a sus enemigos, ser quien ataba a los países extranjeros. Justificó estos y otros títulos. Era justo celebrarlo.
Es cierto que el resultado final se tradujo en un empate que incluso favoreció al rey hitita, ya que Kadesh no fue tomado y Muwattali aprovechó la retirada egipcia para ocupar el país de Amurrú y la provincia de Upi (Damasco). Sin embargo, en los años que siguieron los hititas no se atrevieron a enfrentar su ejército a los egipcios, mantuvieron una política de provocar conflictos y sublevaciones en los estados bajo el control egipcio. Ramsés II llevó a cabo varias campañas para asegurar Canaan y Fenicia. Llegó a recuperar Upi y tomar varias ciudades hititas.
Pasados algunos años, el cambio de circunstancias y el peligro asirio, hicieron que el rey hitita Hattusil III buscara el apoyo de Egipto y firmara con Ramsés II un tratado de paz.

jueves, 19 de junio de 2008

La tecnologia nuclear, el arma de los cobardes.

Efectos de una explosión nuclear.

Lo primero que las victimas de una bomba nuclear experimentan es el intenso flujo de fotones proveniente de la explosión, que libera del 70 al 80% de la energía de la bomba. El efecto es quemaduras térmicas de tercer grado, lo cual no es agradable de ver. Las primeras muertes ocurren a raíz de esto.
El siguiente fenómeno es la onda expansiva supersónica. Esta se ve antes de oírse, y arrasa todo lo que encuentra a su paso. Después de la onda el cuerpo es sometido a una presión muy elevada. Algo así como encontrarse a unos cientos de metros bajo el agua (nótese que a unos miles de metros bajo el agua los cascos presurizados sufren una implosión). La presión se reduce gradualmente, y se produce entonces un fenómeno de sobre presión negativa con un viento de succión en sentido contrario. Esta inversión se debe a que el aire vuelve precipitadamente a llenar el vació dejado por la explosión.
El aire vuelve gradualmente a la presión normal. En esta fase, los incendios causados por la destrucción eléctrica y restos incendiados convierten la escena en un infierno.
Es entonces cuando se producen los efectos a plazo medio, como la formación de queloides y de blastomas de retina. Las lesiones genéticas o hereditarias pueden manifestarse hasta cuarenta años después de la irridiacion inicial. Efectos atmosféricos de las explosiones.

El hongo atómico
El calor producido por la fusión y la fisión eleva instantáneamente la temperatura del aire circundante a diez millones de grados centígrados. Este aire plasmático tan caliente arroja una luz tan intensa que parece mas brillante que la del sol y es visible a cientos de kilómetros de distancia. La bola de fuego resultante se expande rápidamente. Esta bola esta compuesta de aire caliente, y por consiguiente se eleva a un ritmo de varios cientos de metros por segundo. Al cabo de aproximadamente un minuto, la bola de fuego se ha elevado varios kilómetros y se ha enfriado hasta el punto de dejar de irradiar. El aire frió circundante “roza” con el aire que asciende, ralentizando los bordes externos de la nube, cuya porción interna, no ralentizada, asciende algo mas rápido que los bordes externos. Cuando la porción externa ocupa el vació dejado por la porción interna, mas elevada, se produce un efecto de vació. El resultado es un anillo de humo. El material interno se expande gradualmente hasta tomar la forma de un hongo, debido a la conveccion. Si la explosión se ha producido en el suelo, polvo y restos radiactivos ascienden a través del “pie” del hongo, situado bajo la bola de fuego. Las colisiones y la ionizacion de las partículas de la nube producen relámpagos que descienden hasta el suelo. Al principio, la nube es de un color naranja rojizo, debido a una reacción química del aire caliente. Cuando la nube se enfría hasta temperatura ambiente, el vapor de agua comienza a condensarse. La nube pasa de ser roja a ser blanca.
En las fases finales de una explosión de un megaton, la nube alcanza un diámetro de 100km y una altura de 40km. Impulso electromagnética (EMP)
Una explosión nuclear desprende radiaciones en todas las longitudes de onda de la luz. Parte de la radiación se sitúa en la porción radio/radar del espectro: se trata del efecto EMP. Este efecto aumenta conforme se asciende en la atmósfera. Las explosiones a gran altitud son capaces de inutilizar equipos electrónicos, al inducir una sobre tensión transitoria a los objetos metálicos de circuito cerrado: aparatos electrónicos, líneas eléctricas, líneas telefónicas, televisores, radios, etc. La explosión puede causar daños de este tipo en un radio de hasta 1000km. Un repaso a los efectos inmediatos
Los tres tipos de efectos inmediatos son: onda expansiva, radiación térmica (calor) e ionización rápida, o radiación nuclear. Su importancia relativa varía dependiendo del rendimiento de la bomba. Para bombas de bajo rendimiento, los tres pueden ser fuente de daños significativos. Cuando el rendimiento es de unos 2,5Kt, los tres efectos presentan aproximadamente la misma intensidad. Los tres pueden causar lesiones fatales a una distancia de 1Km.
La fracción de la potencia de una bomba que resulta emitida como radiación térmica, onda expansiva y radiación ionizante es básicamente constante para todos los niveles de potencia, pero el modo en que las distintas formas de energía interactúan con el aire y el blanco varía drásticamente. El aire es fundamentalmente transparente para la radiación térmica. La radiación térmica afecta a las superficies expuestas, produciendo daños por calentamiento rápido. Una bomba cien veces más grande puede producir intensidades de radiación térmica iguales en áreas 100 veces más vastas. El área de una esfera imaginaria con su centro en la explosión, aumenta con el cuadrado del radio, y por lo tanto, el radio destructivo aumenta en relación con la raíz cuadrada de la potencia (se trata de la familiar ley inversamente proporcional del cuadrado de la radiación electromagnética). De hecho, la tasa del incremento es algo menor, debido en parte a que las bombas más grandes emiten calor más lentamente, lo cual reduce el daño ocasionado por cada caloría de calor. Es importante tener en cuenta que el área afectada por la radiación térmica aumenta de forma casi lineal con la potencia de la bomba. El efecto de onda expansiva es un efecto de volumen. La onda expansiva deposita energía en los materiales que atraviesa, incluyendo el aire. Cuando la onda expansiva atraviesa un material solidó, la energía que deposita en el causa los daños. Cuando la onda expansiva atraviesa capas de aire, sencillamente se debilita. Cuanta mas materia atraviesa la bomba, menor es el efecto. La cantidad de materia aumenta con el volumen de la esfera imaginaria, cuyo centro hemos situado en la explosión. Los efectos de la onda expansiva, por lo tanto, disminuyen proporcionalmente a la ley inversamente proporcional del cubo del radio y el volumen. La intensidad de la radiación nuclear disminuye con la ley inversamente proporcional del cuadrado, como la radiación térmica. Sin embargo, la radiación nuclear resulta fuertemente absorbida por el aire que atraviesa, lo cual hace que su intensidad disminuya mucho mas rápidamente. Estas leyes proporcionales muestran que los efectos de la radiación térmica aumentan rápidamente con la potencia (en relación a la onda expansiva), en tanto que los de la radiación disminuyen rápidamente. En un ataque nuclear de dimensiones reducidas (potencia de la bomba 15kt aprox.), las lesiones (incluyendo defunciones) se deberían a las tres causas. Las quemaduras (incluyendo las causadas por los incendios subsiguientes) serian el tipo de herida mas frecuentes (dos tercios de las muertes del primer día serian victimas de quemaduras); además, las quemaduras se producen incluso a gran distancia. El 60-70% de los supervivientes presentarían heridas debidas a quemaduras o a la onda expansiva. Las personas que se encontrasen lo suficientemente cerca para verse afectados por enfermedades debidas a la radiación se encontrarían también dentro del radio de efectos letales de heridas por onda expansiva, y por quemaduras debidas a la deflagración; por este motivo, únicamente un 30% de los heridos supervivientes presentarían los efectos de la radiación. Muchas de estas personas se encontrarían en lugares protegidos de las quemaduras y de la onda expansiva, y no sufrirían los efectos principales. Aun así, la mayor parte de las victimas de la radiación presentarían también heridas debidas a los demás efectos.
Con bombas de una potencia de cientos de kilotones o mayores (potencias normales para cabezas nucleares estratégicas), las heridas inmediatas debidas a la radiación serian insignificantes. Los niveles peligrosos de radiación se dan únicamente tan cerca de la explosión, que resulta imposible sobrevivir a la onda expansiva. Por otro lado, el alcance de las heridas por quemaduras es muy superior al de heridas debidas a la onda expansiva. Una bomba de 20 megatones puede causar quemaduras de tercer grado potencialmente mortales en un radio de 40km, en tanto que la onda expansiva a esa distancia podría hacer poco más que romper ventanas y causar heridas leves.
Una regla sencilla para estimar las bajas a corto plazo causadas por los diversos efectos de una explosión nuclear consiste en considerar que todas aquellas personas que se encuentren en el interior del entorno de sobre presión de 5 psi con respecto al hipocentro, constituirán una baja. En realidad, muchas de las personas que se encuentran dentro de este contorno sobrevivirán, y muchas fuera de el perecerán, pero la regla asume que esos dos grupos serán aproximadamente iguales y quedarían así equilibrados.
Esta regla no tiene en cuenta ningún efecto de lluvia radiactiva. Un repaso a los efectos retardados.

Contaminación radiactiva
El principal efecto retardado es la creación de enormes cantidades de material radiactivo de larga duración (con periodos de semidesintegracion radiactiva que van desde días hasta milenios). La fuente principal de estos productos son los restos de las reacciones de fisión. Una fuente secundaria potencialmente importante es la captura de neutrones por isótopos no radiactivos, tanto en el interior como en el exterior de la bomba.
Cuando los átomos se fisionan pueden llegar a dividirse hasta 40 veces, produciendo una mezcla de unos 80 isótopos diferentes. La estabilidad de estos isótopos varia considerablemente. Algunos de ellos son completamente estables, en tanto que otros sufren una desintegración radiactiva pronunciada, con periodos de semidesintegracion radiactiva de fracciones de segundo. Los isótopos en desintegración pueden a su vez formar isótopos derivados, estables o inestables. La mezcla se hace más compleja de ese modo; han llegado a identificarse hasta 300 isótopos diferentes de 36 elementos en productos de fisión. Los isótopos de corta duración liberan su energía rápidamente, creando intensos campos de radiación mucho menos intensa, pero más persistente. Los productos de la fisión tienen inicialmente un nivel de radiación muy alto, que declina rápidamente, pero el ritmo de desintegración disminuye con la intensidad de la radiación.
Una regla simple es la “regla de los siete”. Esta regla dice que por cada aumento de siete veces en el tiempo tras una detonación de fisión (iniciándose en la primera hora o después), la intensidad de la radiación disminuye en un factor de 10. por lo tanto, al cabo de 7 horas, la radiactividad residual debida a la fisión disminuye en un 90%, a un décimo de su nivel de al cabo de 1 hora. Al cabo de 7 * 7 horas (49 horas, 2 días aprox.), el nivel disminuye de nuevo en un 90%. Al cabo de 7 * 2 días (2 semanas), vuelve a disminuir un 90%, y así durante 14 semanas. La regla funciona hasta que queda 25% de radiación durante las dos primeras semanas, y es exacta con un factor de dos durante los seis primeros meses. Al cabo de este tiempo, la tasa de desintegración se hace mucho más rápida. La regla de los siete corresponde a una relación proporcional t^-1,2.
Estos productos radiactivos son más peligrosos cuando se depositan sobre el suelo, en forma de “lluvia radiactiva”. El ritmo al que la lluvia radiactiva se deposita depende mucho de la altitud a la que ocurre la explosión, y en menos medida al tamaño de la misma. Si la explosión se produce completamente en el aire (la bola de fuego no toca el suelo), los productos radiactivos vaporizados formaran partículas microscópicas cuando se enfrían lo suficiente para condensarse y solidificarse. Estas partículas son elevadas a la atmósfera por la bola de fuego ascendente sobre todo, aunque cantidades significativas de las mismas se depositan en las capas bajas de la atmósfera debido a la mezcla resultante de la circulación convectora en el interior de la bola de fuego. Cuanto más grande es la explosión, mas alto y rápido asciende el poso radiactivo, y mas breve es la proporción depositada en las capas bajas de la atmósfera. En explosiones de una potencia de 100kt o menos, la bola de fuego no se eleva por encima de la troposfera, donde se produce la precipitación. Todo este poso radiactivo caerá al suelo, mediante procesos meteorológicos, en un plazo máximo de varios meses (en realidad mucho mas rápido). Cuando la potencia de la explosión alcanza los megatones, la bola de fuego se eleva tanto que penetra en la estratosfera. La estratosfera es seca, y en ella no se dan procesos meteorológicos que puedan hacer descender rápidamente el poso radiactivo. Las pequeñas partículas de poso radiactivo descenderán durante meses, o años. Este poso radiactivo ha perdido la mayor parte de su nocividad cuando alcanza el suelo, y se diseminara por todo el globo. Cuando la potencia de la bomba supera los 100kt, el poso radiactivo pasa a la estratosfera en cantidades progresivamente mayores. Una explosión que se produce mas cerca del suelo (suficientemente cerca para que la bola de fuego lo toque) absorbe en su interior grandes cantidades de tierra. La tierra normalmente no se vaporiza, y si lo hace, hay tal cantidad de ella que las partículas resultantes son muy grandes. Los isótopos radiactivos se depositan en partículas de tierra, que pueden caer de nuevo al suelo rápidamente. El poso radiactivo se deposita desde los primeros minutos, y sigue cayendo durante varios días, creando una contaminación arrastrada por el viento, tanto en las cercanías como a miles de kilómetros de distancia. La radiación mas intensa es la resultante del poso radiactivo próximo, porque es la que se deposita con mayor densidad, y porque los isótopos de corta duración no se han desintegrado aun. Por supuesto, las condiciones meteorológicas pueden afectar de manera considerable a este proceso, y en particular la lluvia, que puede llevar el poso radiactivo y crear concentraciones muy intensas y muy localizadas. Tanto la exposición externa a la radiación penetrante como la exposición interna (ingestión de material radiactivo) constituyen un gran riesgo para la salud.
Las explosiones que se producen cerca del suelo pero que no lo tocan pueden de todos modos generar riesgos significativos inmediatamente debajo del punto de deflagración, por activación de neutrones. Los neutrones absorbidos por el suelo pueden generar un grado considerable de radiación durante varias horas. Las armas con megatones de potencia han desaparecido prácticamente, para ser sustituidas por cabezas nucleares de potencia mucho menor (o eso nos quieren hacer creer). La potencia de una cabeza nuclear estratégica moderna se sitúa, con pocas excepciones, entre las 200 y los 750kt. En trabajos llevados a cabo recientemente con modelos climáticos sofisticados, se ha demostrado que esta reducción de la potencia hace que una proporción mucho mas grande del poso radiactivo se deposite en las capas bajas de la atmósfera, y que la precipitación del mismo se produzca de manera mucho mas rápida e intensa de lo que se había asumido en estudios realizados durante los años sesenta y setenta. La reducción de la potencia total del arsenal estratégico que se produjo cuando las armas de alta potencia se retiraron a favor de un número superior de armas de menor potencia, ha aumentado el riesgo de lluvia radiactiva.

¿Heroes o genocidas?Se dice vulgarmente, (la historia oficial), que Estados Unidos arrojo la bombas atómica en Japón para terminar la guerra y que no sigan habiendo victimas; en realidad U.S.A arrojo la bomba para que los japoneses se rindieran ante ellos y no lo hicieran ante la Unión Soviética como iban a hacerlo, así dicho país quedaría bajo su esfera y no de la orbita comunista.
Empecemos a llamar a las cosas por su nombre, es sabido que quien gana la guerra tenga el derecho a escribir la historia, pero esta en cada uno de nosotros darse cuenta de las mentiras o verdades que nos cuenten. La mentira por mas linda y heroica que la pinten, no deja de ser mentira, apostemos mas al revisionismo histórico y salgamos de una vez por todas de la novela mentirosa que nos vendieron los que así siguen lucrando con la destrucción de las ideologías y de la unión nacional de los pueblos libres.